Poco conocida en la región es la visita que efectuó a Monterrey del 19 al 23 de diciembre de 1898 el presidente Porfirio Díaz Mori a los 73 años de edad, acompañado de sus ministros Los Científicos, en que prácticamente el pueblo salió a las calles a saludar y vitorear al dictador, a quien se le veía como el gran guerrero de etapas pasadas y constructor de la paz y generador del progreso. Es recibido por el Gobernador Bernardo Reyes y sus homólogos de Tamaulipas, Guadalupe Mainero Juárez y de Coahuila, Miguel Cárdenas
Por Luis Alvarado
Primera de Tres Partes
El 19 de diciembre de 1898 más de 20 mil regiomontanos se volcaban en la recepción y vallas al presidente Porfirio Díaz Mori a lo largo de las avenidas de una ciudad que entraba a la modernidad e industrialización en la única visita que hizo a la entidad y de las pocas que hizo nacionalmente, pues no afecto a las giras Díaz se había reelecto como presidente por cuarta ocasión en 1896, pero el 16 de septiembre de 1897 sufre un atentado en ciudad de México en la alameda central, cuando acompañado por los generales Felipe Berriozábal y Francisco Mena mes atacado a golpes por la espalda por el pasante de Leyes alcoholizado, Arnulfo Arroyo, quien termina linchado por una turba.
Gobernaba a Nuevo León en lo civil y en lo militar el general Bernardo Reyes Ogazón, aquél que había iniciado su mandato en 1885 y que promovía la fabrilización del estado concediendo exenciones fiscales a empresarios locales y extranjeros.
Bajo el manto de la filosofía positivista de paz, orden y progreso del régimen porfirista, el dictador llegaba acompañado de los más representativos del grupo Los Científicos (algo parecido a los tecnócratas modernos), quienes ya se oponían a la creciente popularidad de Bernardo por considerar que podía ser candidato a la presidencia y sucesor de Díaz.
Lealtad de Reyes a Díaz y rivalidad de Los Científicos
En lo político no significó un choque de trenes porque a Reyes le sobraba lealtad a don Porfirio. Sin embargo esa histórica y exitosa visita sirvió para acentuar la rivalidad hacia el Procónsul del Noreste por parte de los ministros José Yves Limantour, de Hacienda; Joaquín baranda; de Comunicaciones y Obras Públicas, general Francisco Z. Mena; de Gobernación, general Manuel G. Cossío.
También venía el nuevoleonés, general Mariano Escobedo, jefe del Estado Mayor Presidencial, quien no compartía el rechazo de Los Científicos a Bernardo, por haber sido compañeros de armas. En lo general la visita estuvo ausente de violencia o incidentes serios, lo cual aumentó la simpatía del caudillo hacia Bernardo.
Pero el balance de la visita pareció favorecer al gobernador Reyes, quien ante los triunfantes y multitudinarios eventos en los cinco días de la visita recibiría los elogios del presidente, quien le diría:
“…ahora, a 18 años después de estudiar los grandes beneficios que bajo su inteligencia y acertado mando alcanzó este bravo y laborioso estado, considero justo decirle: -General Reyes, así se gobierna, así se corresponde al soberano mandato del pueblo-«.
La ciudad ya había recibido la primera ola de instalación de grandes fábricas como la Fundición No. 1 en 1889; la Cervecería y Fábrica de Hielo Cuauhtémoc en 1890; la Ladrillera Monterrey en 1891, así como las instituciones Banco Nacional de México, Compañía de Luz Eléctrica, el Casino Monterrey, también en 1890.
En lo urbanístico se había iniciado el trazo de la Calzada Unión, ahora Madero; la calzada Progreso, ahora Pino Suárez, así como el edificio de la residencia familiar de Reyes y sede de la comandancia de la 3ª Zona Militar en la calle Degollado, hoy calle Hidalgo entre Garibaldi y Cuauhtémoc.
Asimismo, en 1892 el trazo de Congregación Colombia en la nueva frontera con Estados Unidos y el Hospital militar local. En 1894 la Plaza Hidalgo con la escultura del cura Miguel Hidalgo; el 1895 la construcción de la alameda Porfirio Díaz, actual Mariano Escobedo, entre otras.
Invitación y agenda de Bernardo
Así, el 9 de diciembre de aquel 1898 el gobernador Reyes invitaba al presidente a visitar Nuevo León diciéndole; “tengo el honor señor presidente, con éste motivo de hacer a usted las protestas de mi adhesión y consideración respetuosa”.
Además se nombraba la comisión organizadora o de obsequio, integrada por los empresarios Adolfo Zambrano, Tomás Mendirichaga, Francisco G. Sada, Valentín Rivero, Juan Weber, Vicente Ferrara y tres vocales más.
El 13 de diciembre, cuatro días después, el presidente le responde: “Sr. Gobernador, General don Bernardo Reyes―Monterrey.―Mi querido compañero y amigo: Sinceramente reconocido al Gobierno que con tanto acierto Ud. preside, lo mismo que a las Autoridades local, el Comercio e Industria de esa Ciudad, por la invitación que bondadosamente se sirven hacerme para visitar Monterrey, la acepto con verdadera y grande estimación…”
Se envía la propuesta de agenda que sería aceptada con el siguiente contenido: El 19, recepción del Presidente en la Estación de Ferrocarriles del Golfo. Procesión cívica con empleados de Gobierno, tropas de la guarnición, gremios de trabajo, alumnos de las escuelas primarias, normales y del Colegio Civil. El recorrido por las calles tendrá 11 arcos alusivos a los principales hechos históricos del visitante. Por la tarde se llevará a cabo una velada en la Alameda.
El 20: Saludo por la mañana de las tropas oficiales de la guarnición. A las 12 horas un banquete en el Teatro Juárez. Por la tarde se invitará a la comitiva a realizar visitas a las empresas regiomontanas y por la noche serenata en la Plaza Zaragoza.
El 21: Visitas a las industrias de Fundidora, Hilados, Cervecería, Clavos y Láminas. Para tal efecto, se dispondrá del tranvía y carros. Por la noche se efectuará un suntuoso baile cena en el casino Monterrey.
El 22: Visita en ferrocarril a las industrias mineras en la zona montañosa al sur de Monterrey de El Diente. A mediodía, un banquete al aire libre en las faldas de la Sierra Madre. Por la tarde, desfile de carros alegóricos.
Día 23: A las 8:30, salida en ferrocarril a la Fábrica de Hilados «La Fama» y al Molino de «Jesús María» en Santa Catarina. A las cuatro de la tarde un simulacro de guerra en el campo de instrucción. Una velada literaria en el Teatro Juárez. Por la noche, fuegos artificiales en la Alameda y despedida popular.
Aunque también estaban programadas actividades los días 24 en la fábrica de hilados El Porvenir en Villa de Santiago; el 25 (Navidad) velada literaria en el Teatro Juárez de Monterrey y 26 con un certamen literario en Colegio Civil, estos actos serían cancelados por agenda de Díaz en la capital del país.
Llega ‘constelado el pecho de medallas’
En sus comentarios sobre esta visita, el cronista de Monterrey, José P. Saldaña escribe en el libro El general don Porfirio Díaz en Monterrey: “Ha ocupado la Presidencia con mano firme y con don de gentes. Ha sabido administrar la hacienda pública con intachable honradez, ha impulsado el orden dentro de la justicia, y ha logrado conquistar en el mundo un lugar de prestigio para México”.
“Se explica, con tales antecedentes que, cuando visitó a Monterrey, su figura deslumbrara, y fuese recibido como corresponde a quien ha realizado obras de excepcional categoría. Se explica de esta manera que el ambiente en Monterrey llegara a la euforia pues iba a conocerse de cerca al invicto soldado y al luminoso estadista, añade Saldaña.
Acerca de la llegada del dictador el día 19, a las 3:00 pm en punto, escribe el cronista: “En uno de los estribos del pullman apareció el General Díaz. Erguido, cabeza y bigotes blancos, ojos obscuros, vestido de militar, constelado el pecho de medallas y condecoraciones, daba la impresión de una estampa heroica, algo familiar, pero poco vista al natural.
Después de la recepción en estación, salen por lado sur y se dirigen al convoy de carruajes iniciando el desfile por las calles regiomontanas, atestadas por miles de personas, entusiasmadas, cansadas y gritonas. En el traslado y en el templete Díaz corresponde a los saludos de la muchedumbre y de cada contingente.
El primer carruaje, un landó con la capota baja, tirado por dos troncos de vistosos caballos, es ocupado por los Generales Díaz y Reyes, seguidos por muchos más y llegan a la Calzada Unión, hoy Avenida Madero; caminan hacia el poniente, tuercen a la izquierda para seguir por la Calzada Progreso, hoy avenida Pino Suárez; avanzan hasta la altura de la calle Washington, y continúan los coches hasta dar vuelta al sur por la calle del Roble, hoy Juárez, volteando al poniente por calle del Comercio, hoy Morelos, hasta la Plaza Degollado frente a la residencia del General Reyes.
La procesión cívica abrevió el recorrido, torciendo de Washington al sur por la calle del Hospital, hoy Cuauhtémoc, siguiendo al oriente por Hidalgo, para desfilar frente al domicilio del Gobernador.
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