Porfirio Díaz en Nuevo León efectúa un recorrido en adelantadas fábricas regiomontanas; vendría el reconocimiento al Gobernador Bernardo Reyes ¡así se gobierna!, que le distanciaría más con Los Científicos y en íntima velada con otros generales ex compañeros de armas reconoce que ‘tal vez si lloré en Icamole’, en García, N. L. cuando en 1876 pierde la batalla como rebelde contra tropas federales.
Luis Alvarado
Segunda de Tres Partes
Anfitrión y visitante son saludados “con nutridos aplausos, confetti, serpentinas y flores, sin faltar los estentorios vivas, que le hacen recordar seguramente las entradas triunfales a diversas poblaciones durante su larga y azarosa vida militar. De trecho en trecho los arcos mostraban leyendas alusivas a la personalidad del visitante, proclamando su carácter de soldado de la República, de héroe de la paz y de propulsor del progreso nacional”.
Una compañía de soldados dragones formaba la vanguardia seguida de la banda militar, que tocaba marchas alegres, despertando el entusiasmo del público. Aun cuando en las Calzadas Unión y Progreso eran muy poco los edificios que existían, la concurrencia venida de todos los rumbos de la ciudad, formaba nutrida valla.
El día claro, de invierno benigno, que alivia un sol tibio, da el toque de bienestar y complacencia. Se detienen los carruajes frente a la casadel General Reyes, que ostenta el No. 220. Bajan de ellos y se instalan en los balcones para presenciar el desfile, integrado por burócratas, estudiantes y pueblo en general.
Activísima, la esposa de Bernardo, doña Aurelia Ochoa de Reyes supervisaba personalmente todo lo que ocurría en su casa en cuyo balcón presenciarían los personajes el desfile, además, donde pernoctaría don Porfirio: “El salón era amplio, aunque no lo suficiente para contener a la copiosa concurrencia. Alto techo, lámparas colgantes, muchos focos eléctricos despidiendo una luz amarillenta y vacilante, cortinas de terciopelo, gruesa alfombra y mobiliario”.
Inquieto, por ahí probablemente aplacado, el niño de 9 años de edad, Alfonso Reyes Ochoa, noveno de 12 hijos de los anfitriones, el que décadas después sería genio de la poesía, ensayista y diplomático, a quien le llamarían El regiomontano Universal, aunque tendría que exiliarse a España.
Por el frío, poca asistencia en la Alameda
Algunas de las damas locales invitadas: Carolina Madero de Villarreal; Francisca Treviño de Garza; Guadalupe Zambrano de Treviño; Guadalupe González de Naranjo; Carlota Gómez de Berardi; Adelaida L. de Muguerza; Consuelo Sada de Garza, con vistosos atuendos a lamoda: “blusa amplia a la altura del pecho, ajustándose en la cintura. La falda en cambio ampliaba las caderas, con ayuda del polizón, bajando en tablones hasta el «huesito». La crinolina, daba a los movimientos gracia. El peinado a la «pompadour» y los zapatos con tacones altos y algo gruesos”.
Vendría el paseo por la alameda Porfirio Díaz. La noche era clara y seca, pero helada. Cuando los coches en que se acomodaron los visitantes hicieron su entrada, una escasa concurrencia irrumpió en vivas y palmoteos, lanzando flores, confetti y serpentinas.
“Pero el frío congelaba el entusiasmo, y lo que en otras ocasiones pudo ser noche de esplendor, se redujo a tres vueltas de los coches por la calzada que circunda la alameda. El aire se encargaba de recordar que era noche de invierno. Con la salida de los coches la concurrenciaabandonó la alameda lamentando no hubiera el lucimiento que se esperaba”.
Visitan Palacio de Gobierno en construcción
El día 20. Con un clima agradable, a las 9:00 horas iniciaban el segundo día de visita. Díaz y Reyes suben al coche (carruaje en exhibición actualmente en el Museo del Obispado), en tanto los soldados presentan armas. La procesión llega por calle Zaragoza al entonces Palacio de Gobierno en construcción, mostrándose planos de la gran obra, que es elogiada por el oaxaqueño.
Se le informa que el edificio costará 700 mil pesos, que existe baja recaudación, pero que se han invertido 250 mil pesos en tres años de labores gracias a colaboración de los municipios del estado, donativos de empresas e impuestos al juego, esperando terminarlo en tres años más.
De ahí se van al palacio de gobierno en funciones en la esquina de Morelos y Escobedo, el cual se ha vendido en 70 mil pesos paraaplicarlos en el nuevo. Siguen al ayuntamiento donde el alcalde Pedro C. Martínez declara a los visitantes como huéspedes de honor.
Llegan después a la Fábrica de Metal Laminado de Francisco Cantú, donde fabrica cubetas, tubos, tapa roscas de botellas, cubre corchos en botellas de cerveza, produciendo 150 mil unidades al día. A su dueño el presidente hace un pedido de 15 mil cantimploras para el ejército.
Luego se dirigen a la Cervecería Cuauthémoc, aun sin la fachada actual, empresa que contaba entonces con mil operarios “que no se dan abasto para cubrir la demanda”.
De aquí al banquete en el Teatro Juárez, uno de los más suntuosos del país inaugurado en ese mismo 1898, con el lunetario móvil paraponerlo a la altura del foro con 800 sillas.
Llegan a las 13:00 horas, se sirve vino francés y al tiempo de postre Reyes hace su brindis con voz de buen orador, “Todo ello le daba unaatractiva personalidad muy apropiada para conquistar amigos”.
Bernardo alaba todo lo posible sin parecer exagerado y hace un repaso de sus hechos militares en la Reforma, sus éxitos en muchas batallas, la rebelión de Tuxtepec que lo lleva al poder: “vos, el iniciador, el caudillo de aquella azarosa lucha, os dirigisteis triunfante en 1876 a la Capital; fuisteis luego aclamado Presidente de la República, y de entonces acá parte una grandiosa época nacional.
«Desde entonces, la fama del héroe, su fama inmensa, popular, se derramó en luces de gloria por todos los ámbitos del país”.
“…General Reyes, así se gobierna”.
El presidente Díaz agradece las palabras del gobernador y a “esta simpática y hermosa Ciudad, por la espléndida bienvenida con que han tenido la bondad de honrarnos. «La impresión que nos ha hecho su munificencia, es tan grata y tan grande, que no sabemos qué admirar y qué agradecer más: si la delicada hospitalidad, elegancia y buen gusto que han derrochado en nuestra recepción, o la lujosa exposición que en ella nos hacen de sus muchas y muy interesantes mejoras, que ya conocíamos de fama, y que ahora tienen la bondad de presentarnos en minuciosa revista”.
A los empresarios los llama “obreros del progreso de Nuevo León”, pero al no estar presentes los trabajadores, operarios o artesanos se olvida de éstos.
Recordaría enseguida sobre Reyes: “que hace 18 años al ascenderlo de Coronel a General de Brigada efectivo, en premio de una acción muy distinguida, le dije como único elogio: –Así se esgrimen las armas con que nos honra la Patria. Así cumple la protesta a su bandera, un militar correcto y honorable-; y ahora, 18 años después, y después de estudiar detalladamente los grandes beneficios que bajo su inteligencia y acertado mando, alcanzó este bravo, inteligente y laborioso Estado, considero justo decirle condensando todos los elogios que me inspiran sus obras: -General Reyes, así se gobierna; así se corresponde al soberano mandato del pueblo-«.
Este mensaje no fue del todo aprobatorio para los “Científicos” ahí presentes y al comprobar que Reyes aumentaba su capital político paraser candidato a la Presidencia de la República, reanudarían en la capital del país su celo en contra de Reyes.
De acuerdo con el libro Elevación y caída de Díaz de José López Portillo y Rojas, después de la visita a Monterrey, en 1899 Limantour deseaba postularse como candidato a la presidencia al ver que Díaz ya era anciano y al hablar con Reyes le ofrecería el ministerio de Guerra, supuestamente porque Reyes ya declinaba a esa candidatura.
Pero Díaz veta a Limantour por ser hijo de extranjeros y ya con Bernardo fuera del camino, el presidente nuevamente se postularía y se hace elegir para el nuevo período 1900-1904.
Reunión de excombatientes seniles
Ese día de los elogios a Reyes, ya en casa de éste en la noche, Díaz preside una reunión a sus 73 años de edad en la que quiere departir con otros generales locales y del país, ex compañeros de armas. “Allí estaban, además del Gral. Bernardo Reyes, los Generales Francisco Naranjo, Jerónimo Treviño y Lázaro Garza Ayala, además de quienes acompañaron al General Díaz desde México, Grales.: Mariano Escobedo; Manuel González Gossío, Ministro de Gobernación; Francisco Z. Mena, de Comunicaciones; Lic. José Ivés Limantour, de Hacienda; Lic. Joaquín Baranda, de Justicia; y Cap. Porfirio Díaz, hijo”.
“ Estaban también don Miguel Cárdenas, Gobernador de Coahuila; y empresarios. Todos vestían uniformes de gala y lucían en el pecho medallas y preseas de memorables triunfos. El transcurso inexorable del tiempo había dejado en los semblantes huellas en forma de arrugas y de manchas, y en el cabello el blanco distintivo de una lejana juventud”, refiere Saldaña.
Tal vez ninguna región del país ofrecía tan grandes y hondas dificultades como Nuevo León. Aquí habían surgido caudillos de la Reforma y de la Intervención Francesa, cuya participación, especialmente en la restauración de la República, adquiría relieves nacionales de la mayor categoría política…
Nuevo León se destacaba con la nómina más nutrida: Generales: Mariano Escobedo, Francisco Naranjo, Jerónimo Treviño, Lic. Lázaro Garza Ayala; Dr. Ignacio Martínez; Pedro Martínez… todos ellos posibles aspirantes a la Presidencia de la República, y fermentos conscientes o inconscientes de una permanente inquietud política en el Estado.
Y fue esta inquietud de los caudillos locales la que había motivado a Díaz a imponer el estado de sitio tras los motines y broncas entre los candidatos a la gubernatura en 1884 Genaro Garza García y Lázaro Garza Ayala, enviando en consecuencia a Bernardo Reyes a pacificar el estado.
“Tal vez si lloré en Icamole”: Díaz
En esta velada de gala entre mílites, Díaz recordaba sus andanzas y peligros en batallas. “Nadie se atrevía a mencionar la batalla de Icamole, (en García, N. L.) en la que el General Díaz fue totalmente derrotado; pero él abordó el tema dándole un tinte festivo.
-Se ha dicho, comentó, que lloré después de la derrota. Tal vez así fue. Han transcurrido de aquel suceso a la fecha 22 años (1876), y algo se escapa de mi memoria. Lo que no olvido es que, confiado en la valentía de los hombres de Nuevo León, vine con la seguridad de que mi presencia serviría para precipitar el triunfo rápidamente.
Mientras, en otro salón, las damas también departían: Las faldas llegaban hasta rozar los zapatos. Era el tiempo de las curvas acentuadas y de los sofocos causados por el rigor del corsé. “Completaban el atuendo flores en el pecho, sombrero de amplias alas, y joyas en manos, cuello y orejas. Brillantes, rubíes y esmeraldas lucían en amplia y fastuosa competencia”.
En ese 1898 Monterrey contaba con el 18 por ciento de la población del estado, frente a un 80 actual. La entidad contaba con 326 escuelas primarias oficiales y 20 mil 527 alumnos, 326 maestros y 255 ayudantes normalistas; 91 primarias particulares y en Colegio Civil 172 alumnos; la escuela de Leyes tenía 28 alumnos y cinco maestros y la de Medicina 30 alumnos y 14 maestros; la Normal con 57 alumnos y la escuela comercial para mujeres 120 alumnas.
Igualmente operaban seis consulados extranjeros, los de Inglaterra, Estados Unidos, España, Italia, Bélgica y Alemania.
Comment here