OpiniónVictoria y Anexas

Los principios de Satanás

Victoria y Anexas

Ambrocio López Gutiérrez

Los principios de Satanás

En estos momentos la patria pasa por una profunda revisión jurídica, política, administrativa y de mutación de valores. Todo indica que al paraíso para los negocios que construyeron los neoliberales durante los recientes 36 años se le harán cambios profundos con el propósito de dar atención a los graves problemas de desigualdad que tenemos los mexicanos. El presidente Andrés Manuel López Obrador y sus colegas artífices de lo que se ha llamado la cuarta transformación se concentran más en el ser que en el tener; hablan de perdonar y pedir perdón; presumen de estar organizando un gobierno pobre, es más, que pasarán de la austeridad a la pobreza franciscana.

Motivado por este cambio de valores que se trasluce en la 4T me pareció prudente revisar someramente lo que dice el filósofo Erick Fromm sobre el tener y el ser apoyándome en sendos análisis elaborados por los jóvenes historiadores, recién egresados de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, Gonzalo Marrón Ojeda y Mary Celia Villanueva Balderas, quienes abordan algunos de los capítulos principales de la obra de este hombre quien, a través de sus célebres textos ha cuestionado los valores imperantes en lo que se conoce genéricamente como la cultura occidental y cristiana.

Erich Fromm a lo largo de su obra, nos ofrece diferentes ángulos para analizar el “tener y el ser”, para el caso preciso del capítulo: “Tener y ser en el Antiguo y Nuevo Testamento y en los escritos del maestro Eckhart”; contienen ciertos ejemplos como la tradición judía y los hebreos errantes del desierto para el caso del Antiguo Testamento, para el Nuevo Testamento estamos hablando de los primeros cristianos o “cristianos primitivos”, finalmente se presenta la perspectiva de un maestro Alemán que más adelante se aborda con más detalle.

El autor nos dirá lo siguiente: “Uno de los principales temas del Antiguo Testamento es: deja lo que tienes; libérate de todas las cadenas, sé tú mismo. Esta frase resume los actos de algunas de las figuras más representativas del Antiguo Testamento y su desapego a lo material en búsqueda de un futuro incierto y caracterizado por la fe, un mensaje que es descifrado por el autor. Fromm nos contextualiza dos de las más significativas figuras del Antiguo Testamento como lo son Abraham y Moisés. La historia de las tribus hebreas, comienza con la orden que Dios le da al primer héroe hebreo, Abraham, de dejar su país y su clan: «Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré» (Génesis 12:1).

El acto de Abraham repercute en sus próximas generaciones, las cuales llegan a obtener comodidad y riqueza a costa de ser esclavizados, olvidándose así del Dios de sus antepasados, de esta manera es que los eslabones nos llevan a Moisés quien fue el libertador del pueblo judío frente al faraón egipcio. El segundo héroe es Moisés. Dios le encarga que libere a su pueblo, que lo saque del país que se ha convertido en su hogar (aunque posteriormente será un hogar de esclavos) y que vayan al desierto a «celebrar». De mala gana y con gran desconfianza los hebreos siguen a su jefe Moisés, al desierto.

Durante la narrativa de Erich Fromm se pueden distinguir diversos símbolos de la tradición judía errante o nómada después de ser liberados por la mano de Dios y de Moisés, la libertad los llevó al desierto y esto ocasionó la lucha entre tener o ser de los hebreos. -El desierto: como un símbolo de liberación y desapego del hogar, riquezas o posesiones, una vida sin trabas y lista para vivirse sólo con lo necesario. -El Tabernáculo: es el hogar de los nómadas, equivalente a una tienda de campaña que se levanta y se desarma, en otros términos, es una morada transitoria.

EL LIBRO DEL ÉXODO o salida, en su capítulo 16 nos describe a un pueblo inconforme, temeroso y con deseos de retirarse del desierto para irse a la esclavitud de Egipto, pues en su memoria estaba presente el manjar que gozaban diariamente a cambio de su libertad, en el peregrinaje del pueblo hebreo, la intervención de Dios fue de vital importancia, Él les brindaba lo necesario para vivir y no morir de hambre, aquel maná que caía del cielo milagrosamente los alimentaba, con la condición de que cada uno recogiera lo necesario, puesto que al siguiente día les habría de proveer nuevamente, bajo el hartazgo de aquel pan diario, Dios les cambió el menú por carne en su enojo. Erich Fromm nos dirá que por primera vez se formuló el principio que a Marx lo hizo famoso: alimentarse según la necesidad y no la codicia.

No debían de hacer nada para establecer su derecho a ser alimentados, pero tampoco acumular más de lo necesario, puesto que el carácter de Dios es condenar la codicia y la posesividad. Una de las tradiciones judías más importantes, fue y es el Sabbat, con relación a la colecta de alimento, Moisés les dijo a los hebreos que los viernes recogieran el doble de la cantidad usual por causa del día de reposo al siguiente día; ¿qué significa el Sabbat?, significa el reposo en el sentido de restablecer una armonía completa entre los seres humanos y entre ellos y la naturaleza, es la tregua en la batalla humana con el mundo, es un tiempo para rezar, estudiar, comer, beber, cantar, hacer el amor; es un día en el que es abolido el tiempo y la riqueza es tabú, donde en lo único que deben de ocuparse es del ser.

El final de los hebreos nómadas fue desgarrador, ninguno de ellos, inclusive Moisés, pudo vivir sin tener, pues el ser no les era suficiente, la orden de Dios al desapego los terminó destruyendo, puesto que ellos salieron de Egipto, pero Egipto no salió de su corazón. Acerca del tener y el ser en el Antiguo Testamento, se ejemplifica claramente como los hebreos tenían problemas para poner por encima el ser, y el tener pasarlo a segundo plano, debido a que la codicia era más fuerte en ellos que la libertad en el desierto, esto los llevo a desquebrajar los mandatos de Dios y la consecuencia se vio reflejada en que ninguno pudiese entrar a la tierra prometida.

Erich Fromm sostiene que en el Nuevo Testamento continúa la protesta del Antiguo Testamento contra la estructura de existencia de tener. Su protesta es aún más radical que la anterior protesta judía. El Antiguo Testamento no fue producto de una clase pobre y oprimida, sino que surgió de dueños de rebaños nómadas y de campesinos independientes; los primeros cristianos era un grupo de pobres despreciados por la sociedad, de oprimidos y de parias quienes condenaban la riqueza, Max Weber menciona que el sermón de la montaña fue la proclama de una gran rebelión de esclavos. Los cristianos primitivos tenían ciertas características que los definían, como la solidaridad, implícita en actos comunales, como el reparto de los bienes materiales, otra de esas características era el espíritu revolucionario, el cual aparece con claridad en los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan como fuentes que datan tales particularidades en el cristianismo inicial.

Otro distintivo del cristianismo primitivo eran las normas éticas enraizadas en la ética del ser, tal posición ética fundamental se aplicaba a la relación con los demás hombres y con las cosas, dentro de las normas se encontraban la renuncia radical a los propios derechos y el amor al prójimo, inclusive el no juzgar era parte de tal ética, con respecto a las cosas también se pedía una total renuncia a la estructura del tener, el anuncio del juicio final también influía en la concepción del mundo y su ética, pues se entendía que su paso por la tierra era un peregrinaje para llegar a la patria eterna y divina.

Según el autor, Jesucristo y Satanás aparecen como representantes de dos principios opuestos: Satanás representa el consumo material y el poder sobre la naturaleza y el Hombre. Jesús representa la actividad de ser, y la idea de que no tener es la premisa de ser. El mundo ha seguido los principios de Satanás, desde la época de los Evangelios. Sin embargo, ni aun la victoria de estos principios pudo eliminar el deseo de la realización plena de ser, expresado por Jesucristo y por otros muchos grandes maestros que vivieron antes y después de él.

Para contextualizar un poco más lo anterior, existe un pasaje bíblico que hace alusión a las tres tentaciones que Jesucristo recibió dentro de sus 40 días de ayuno en el desierto, tales tentaciones por parte de Satanás estaban específicamente diseñadas para ofrecer el tener y desviar el propósito divino del Dios hecho hombre o encarnado en Jesucristo, en este hecho se puede distinguir claramente la confrontación del tener y del ser, tal parece que para descifrar el libro sacro de pasta a pasta es necesario entender que todo se resume a este acontecimiento. Jesucristo renunció a su trono en el ámbito celeste para hacer y dirigir un grupo de discípulos desposeídos, que llevarían un mensaje eventualmente de lo importante que es anteponer el ser al tener, de esta manera es como se configuró la iglesia primitiva, haciendo énfasis en la solidaridad, el amor al prójimo y los actos comunales.

ERICH FROMM NOS da una breve descripción del maestro Eckhart: Eckhart describió y analizó la diferencia entre los modos de la existencia de tener y de ser con una penetración y una claridad no superada por ningún otro maestro. Fue una importante figura de la orden de los dominicos en Alemania, un gran teólogo y el representante más grande, profundo y radical del misticismo alemán. Su mayor influencia proviene de sus sermones en alemán, que influyeron no sólo en sus contemporáneos y en sus discípulos, sino también en los místicos alemanes posteriores y, hoy día, en los que buscan una guía auténtica para una filosofía no teísta y racional, pero religiosa.

El concepto de tener según Eckhart. La fuente clásica de las ideas de Eckhart sobre el modo de tener, es su sermón sobre la pobreza, basado en el texto de San Mateo 5:3: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.» Lo que nos está diciendo está en un sentido interno y no externo, es decir, no la pobreza reflejado en lo físico, sino en el ser; nos dirá que el deseo es raíz del sufrimiento humano, cuando Eckhart hace énfasis en que el hombre debe de estar vacío, se refiere a que debe enfocarse en el ser y no en el tener.

¿Qué significa que el hombre no debe tener nada? Eckhart enfoca los problemas de tener en otro nivel cuando examina la relación entre la posesión y la libertad; En el modo de la existencia de tener, no importa qué objetos tenemos, sino toda la actitud humana. Cualquier cosa puede convertirse en objeto de la codicia las cosas que usamos en la vida diaria, las propiedades, los ritos, las buenas acciones, el conocimiento y los pensamientos. No son en sí «malos», pero se vuelven malos cuando nos aferramos a éstos, cuando se vuelven cadenas que afectan nuestra libertad e impiden nuestra realización.

Eckhart y su concepto de ser. Eckhart se vale del término ser en dos sentidos distintos, pero relacionados. En un sentido estrecho y psicológico, ser denota las motivaciones genuinas y a menudo inconscientes que impulsan a los seres humanos, en contraste con los actos y las opiniones como tales, separados de la persona que actúa y piensa, es decir, se refiere a los motivos ocultos y las intenciones. El segundo significado es más amplio y fundamental: ser significa vivir, permanecer activo, nacer, renovarse, derramarse, moverse, ser productivo. En este sentido, ser se opone a tener, a permanecer atado al ego y a la egolatría. Erich Fromm entra dentro de una temática delicada referente a la historia bíblica y el conflicto de tener y ser dentro de ella, en la palabra de Dios podemos encontrar múltiples interpretaciones, considero que el autor dio justo en el clavo al abordar de esta manera la historia del pueblo errante, después de todo, las enseñanzas bíblicas siguen teniendo vigencia para el día de hoy.

En los adentros del Antiguo Testamento podemos encontrar historias más allá de las que el autor aborda, por ejemplo, después del primer héroe en términos de Fromm –Abraham– podríamos desmenuzar un acto más allá del tener y el ser respecto a Isaac, el hijo de Abraham; en un capítulo de Génesis o “el principio”, Dios va más allá con Abraham, después de pedirle que deje su tierra y su familia, le exige una obediencia más allá de todos los límites, el sacrificio de Isaac, su único hijo, sin titubear Abraham accedió, la prueba de Dios no consistía en quitarle su hijo sino en probar que Abraham realmente estaba convencido, de no tener.

Para el caso del Nuevo Testamento, los evangelios nos describen perfectamente la situación de los primeros cristianos, eran errantes, hombres sin letras y del vulgo, perseguidos, denostados y juzgados por los maestros de la ley o fariseos, Jesucristo les dejó la enseñanza de sus vidas: el desapego del tener, inclusive de sus vidas, pues terminaron siendo mártires y finalmente un eco: el eco de la renuncia por un bien mayor, y ¿qué decir del mayor de los profetas?, Juan el bautista, quien murió siendo una voz que clama en el desierto.

¿Qué es el modo de tener? Nuestros juicios se encuentran muy deformados ya que vivimos en una sociedad que tiene como pilares de su existencia la propiedad privada, el lucro y el poder; son derechos inalienables para el individuo de la actualidad. La palabra “privada” proviene del latín privare, privar, porque la persona o personas poseedores, son los dueños absolutos y tienen poder pleno para privar a los demás de su uso o gozo. Aun los que tienen pocas propiedades, poseen “algo”, los pobres también sienten obsesión por conservar lo que han conseguido e incluso, de ser posible, aumentarlo.

En el antiguo patriarcado de la propiedad, el hombre podía poseer además de los bienes materiales, a su esposa, hijos, animales; con el desplome de esta hegemonía del varón, las sociedades de cualquier tipo han extendido el campo de la propiedad hasta incluir amigos, amantes, salud, viajes, obras de arte, Dios y el propio yo. Nuestro yo es el objeto más importante para nuestro espíritu de propietario, porque incluye muchas cosas: nuestro cuerpo, nuestro nombre, posición social, posesiones, conocimientos, la imagen que tenemos de nosotros y la imagen que deseamos que los otros tengan de nosotros.

EN EL SIGLO XIX se compraba para “conservar”, el mundo apreciaba sus propiedades y las cuidaba hasta el límite de su utilidad, “Lo antiguo es bello” podría decirse. En la actualidad adquirir se ha convertido en comprar para “deshacerse” de las cosas, después de usarlas un tiempo se sienten aburridos y realizan una nueva adquisición, “Lo nuevo es bello”. Los objetos pasan a ser despersonalizados, no son amados por el dueño sino son un símbolo de posición, una extensión de poder, un constructor del ego; también está el factor de la emoción cada vez que realiza una adquisición y se reafirma al saber que obtendrá además una ganancia con el trato.

El espíritu del propietario también se manifiesta en otras relaciones, por ejemplo, con las relaciones que tiene con profesionistas o gente que está en su contexto de la vida cotidiana y que de alguna forma crea un vínculo, crea una actitud de propietario sobre ellos. Las ideas, las creencias, los sentimientos y hasta los hábitos pueden convertirse en propiedades. La naturaleza del modo de existencia de tener surge de la naturaleza de la propiedad privada. El modo de tener excluye a los otros; no requiere que yo haga ningún otro esfuerzo por conservar mis propiedades, ni que haga un uso productivo de estas. Hablar de tener algo permanentemente se basa en la ilusión de una sustancia permanente e indestructible; parece que lo tengo todo, pero (en realidad) no tengo nada, ya que tener, poseer, dominar un objeto es sólo un momento transitorio en el proceso de vivir.

En el modo de tener, no hay una relación viva entre mi yo y lo que tengo. Las cosas y yo nos convertimos en objetos, y yo las tengo, pero también existe una relación inversa, las cosas me tienen, debido a que mi sentimiento de identidad se apoya en que yo tengo cosas. La tendencia a crecer según lo dicta la naturaleza es común a todos los seres vivos. La persona al crecer se ve forzada a renunciar a la mayoría de sus deseos e intereses autónomos, genuinos a su voluntad, y a adoptar una voluntad, deseos y sentimientos no autónomos, sino impuestos por las pautas sociales de pensamiento y sentimiento; la mayoría cree que obedece a su propia voluntad y no advierte que su voluntad ha sido condicionada y manipulada.

El mayor obstáculo en esta supresión de la voluntad es la sexualidad, porque nos enfrentamos a una fuerte tendencia del orden natural que es menos fácil de manipular, por eso se lucha con mayor fuerza contra los deseos sexuales más que con otro tipo de deseo humano. En las nuevas tendencias a no tener propiedades suprimirán la codicia sexual característica de las sociedades que practican el modo de tener. Todo lo que anhela lo prohibido es un intento por restaurar la libertad; tener libertad no significa liberarse de todos los principios guías, sino libertad para crecer de acuerdo con las leyes de la estructura de la existencia humana. En el modo de existencia de tener, una actitud interesada en las propiedades y en las ganancias necesariamente produce el deseo de poder; para dominar a otros seres humanos necesitamos usar el poder para doblegar su resistencia.

En el modo de tener, nuestra felicidad depende de nuestra superioridad sobre los demás, de nuestro poder, y en último término de nuestra capacidad para conquistar, robar y matar. El idioma es un factor importante, el nombre de la persona, así como los sustantivos comunes crean la ilusión de que son inmortales y eternas, que son una sustancia duradera, indestructibles y no un proceso; la sociedad nos enseña a transformar las sensaciones en percepciones, que nos permiten manipular el mundo que nos rodea para sobrevivir en una cultura dada; una vez nombrando a estas representaciones mentales, se garantiza la realidad absoluta e inmutable.

La necesidad de tener posee otro fundamento, el deseo biológico de vivir, nuestro cuerpo nos impulsa a esforzarnos por la inmortalidad. En la sociedad contemporánea la “historia” y el “futuro” se han vuelto sustitutos del cielo cristiano, la fama, la celebridad y hasta la publicidad constituyen un pedazo de inmortalidad. La igualdad en el sentido de que la parte de cada individuo sea exactamente igual a la de los demás, muestra que su propia orientación de tener es muy poderosa; quienes exigen que nadie tenga más que ellos protegen así de la envidia que sentirían si alguien tuviera, aunque fuera un poco más.

Creo que la idea de tener y obtener, la relación que se da entre el objeto y el sujeto, es establecer si cubre una necesidad primordial, si se puede prescindir de ello y lograr que el sujeto no se vuelva una cosa; en el momento que se comprenda que las cosas materiales o inmateriales que obtenemos, no representan un valor absoluto y permanente, y que solo contribuyen en alguna medida al crecimiento personal y social del individuo, entonces cada uno tendrá su justa dimensión.

UN ABRAZO para Carlos Blanco cuya madre ya le cuida desde el cielo.
Correo: amlogtz@gmail.com

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