El reparto de culpas entre Nuevo León, Tamaulipas y la Federación por las desapariciones, las masacres y las balaceras, es una aberración que exhibe la mezquindad de los gobiernos que prefieren acusarse entre sí en vez de actuar y poner a salvo a la población que vive en medio del terror desde hace años. Ni cómo ayudarlos; son peores o iguales que los delincuentes.
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