OPINIÓN PÚBLICA
Por Felipe Martínez Chávez
Anular elección de Nuevo Laredo
Qué ternura. Si no ganó mi candidato, voy a pedir anular el proceso y que se repitan las elecciones. Fácil ¿no?
Por ese lado empuja la tríada Pri-pan-prd, esperando que la judicialización declare nulidad en las gubernaturas de Campeche, Guerrero, Michoacán y San Luis Potosí, aparte de no pocos ayuntamientos. Acusan de fraude a los ganadores, Morena y Verde.
Algo inexplicable porque los fraudes no son orquestados por la oposición, que no maneja lana, sino por los gobernadores en turno. Son los que reparten billetes, beneficios sociales y conceden chambas a cambio de operación política.
Anular una elección es un “garbanzo de a libra”, se conceden a los opositores y no al partido en el poder.
En 2018 el TRIFE “tumbó” el proceso de Monterrey, donde inicialmente el Tribunal Local había concedido gane al PAN. En la elección extraordinaria, la planilla priista se alzó con la victoria.
Histórica la decisión del Tribunal de echar abajo Colima en 2015, “por la injerencia del gobierno estatal”, aunque de todas maneras volvió a ganar el PRI.
En Tamaulipas, desde la “cueva azul”, comenzaron a circular el rumor de elecciones extraordinarias en los municipios y distritos que más les dolió perder. Se refieren a Reynosa, la “joya perdida”, y Nuevo Laredo.
Tratan de hacer creer que los tribunales darán reversa a las victorias de Carlos “Makito” Peña y Carmen Lilia Canturosas.
A lo largo de las últimas doce elecciones hemos visto que los perdedores alegan fraudes y piden nuevos comicios. A nadie se le ha concedido, ni por tribunales locales (“arreglados”) ni federales. No creemos que vaya ser la excepción.
La última anulación ocurrió en 1983, Soto la Marina, donde perdió por primera vez el candidato del PRI, Abel Gámez Cantú, ahora campeón en derrotas porque luego cayó con el PRD y el seis de junio al abanderar las siglas azules. Cero y van tres.
Como lo ordenaban los cánones priistas, no hubo elecciones. El Congreso del Estado nombró una Junta de Administración Civil.
Perder un distrito Nuevo Laredo le dolió demasiado a Enrique Rivas Cuéllar, alcalde con licencia. Desde su cuarto de guerra se divulga el rumor de que “se volverá a votar”, algo que replican las huestes de Yahleel Abdala, la que mordió el polvo por el ayuntamiento.
Desde que era oposición, el alegato de Acción Nacional es que, al señalar incidentes en el 20 por ciento de las casillas, es motivo de anular todo el proceso.
No es de pedirlo. La Ley de Medios dice que deben confirmarse irregularidades con pruebas en mano.
Otra causa es que no se instalen el mismo porcentaje de mesas de votación, o cuando más de la mitad de los integrantes de la planilla sean declarados inelegibles.
Una más es rebasar los topes de gastos de campaña, algo que no parece estar encuadrado en los abanderados chairos.
A Carmen Lilia se le fueron a la yugular por la diferencia reducida de votos en su triunfo. En Reynosa el porcentaje está más lejano.
El asunto de Laredo está inicialmente radicado en el Tribunal de Tamaulipas con el expediente RIN-85/2021, exigiendo con el propio estilo de la casa panista:
-La nulidad de la votación recibida en diversas casillas, se modifiquen las actas de cómputo, determine la nulidad de la elección y, por tanto, se revoque la declaración validez y ordenándose la realización de una elección extraordinaria.
En lo particular, el que esto escribe, cree que solo hay un municipio donde los tribunales (federales) pueden anular los comicios. La de Bustamante fue una elección dirigida y operada por la presidenta Maricela Rodríguez para favorecer a su hija Brisa Verber.
Tema aparte, los inquilinos de Palacio mandan señal de que van tras los huesos de Fernando Campos Martínez, ex director del ITACE, aquel “chapulín” que en 2016 brincó del PRI al PAN para embarcarse en la cresta de “los vientos del cambio”. Pensó que le iría mejor.
A través del Periódico Oficial, las huestes del temido Jorge Espino Ascanio, jefe de Auditoría Superior del Estado, le hacen cinco citatorios al hilo, el mismo día y a la misma hora, para que se presente a declarar sobre informes financieros que le pidieron y no presentó.
Con el PAN pensó que sería candidato a la presidencia de Victoria… Ahora es candidato a pagar cinco multas por 180 mil varos cada una (dos mil UMAS), o el doble si no hace caso.
Fue cesado en situaciones no muy claras el 19 de junio del 2020. Se rumoró algo de acoso.
Y en el PAN, luego de los “destapes” de su caballada, siguió el silencio. Solo queda un corrido que cada vez se hace más pegajoso, inspirado en el actuar de César Augusto Verástegui, el que manda en la segunda esquina del Palacio militar.
Con los hilos del poder en la mano, es la mejor carta azul. Los demás, Nader, Peña y alguna mujer, parecen ser “fintas” de buenos deseos.
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