CUADRANTE POLÍTICO
Por Fernando Acuña Piñeiro
El PAN y los vientos de hartazgo
Poco menos de cinco años bastaron para que los vientos del cambio se convirtieran en aires de decepción.
El desplome de la nomenclatura azul es tan desastroso que, si el día de mañana fuesen las elecciones, los panistas perderían por un margen de dos votos contra uno. ¿Qué le falló a la tristemente célebre marca Tam…? ¿Qué les hizo falta? ¿Dónde se pueden ubicar sus principales errores?
En esta colaboración nos encargaremos de enumerar algunos de los aspectos donde los panistas-cabecistas incurrieron en tácticas equivocadas, subrayadamente contrarias a lo que habían sido sus postulados de campaña en el 2016. Hablamos de detalles, de matices, pero también de puntos concretos.
Las cosas iban bien, hasta que empezaron a gobernar.
Tan pronto tomaron control de la administración pública estatal, lo primero que hicieron fue iniciar una campaña de represión laboral contra los empleados de la burocracia gubernamental. Como coloquialmente se dice, les pusieron el dedo a cientos de trabajadores, cuyo único pecado había sido servir institucionalmente en anteriores sexenios.
La embestida del primer gobierno panista contra la base laboral que hasta ese momento había sido respetada por los cambios de sexenio, tuvo tintes fascistas. Respetando las proporciones, y restringiéndolo a un sentido político-partidista, fue algo que tenía cierta similitud con los pogromos hitlerianos contra el pueblo judío.
Fue una “masacre” de tipo psicológico – emocional. La gente estaba angustiada y sin defensa. Echaron a la calle a familias enteras, cuyos antepasados habían entregado sus vidas al servicio público estatal.
Ese fue el primer error grave que cometieron los panistas-cabecistas: flagelar y destruir la base de apoyo más cercana a la ciudadanía: la tropa burocrática.
Pero enseguida vinieron otras fallas, igual de garrafales:
Inexplicablemente no hicieron obra pública trascendente para los tamaulipecos. Ni carreteras, ni hospitales. Vaya, hasta en arreglo de baches salieron a deber.
Entre ellas destaca también la política de comunicación social: privilegiaron sus tratos con los periódicos nacionales y con las elites del columnismo en la capital del país. En materia local, trataron de hacer pactos con blogueros y portaleros, cuyo conocimiento del periodismo era prácticamente nulo.
De acuerdo a algunas notas y reportajes publicados por medios independientes, trascendió que ni siquiera a estos llamados “Tucos”, (gente lumpen), del periodismo les cumplieron sus convenios, pues hasta la fecha hay quejas de que, solo les recibieron las facturas. Pero no les pagaron.
Hasta el momento dichas peripecias, no pasan de ser versiones aisladas, meras especulaciones. Pero de llegar un gobierno opositor al panismo, incluso con el arribo del nuevo Congreso morenista a partir del primero de octubre próximo, las probabilidades de una auditoría a fondo en torno al tema de comunicación social de este sexenio, podría cobrar forma.
Un tercer error: golpetear a los grupos internos del panismo en Tamaulipas: ciertamente con el arribo del panismo – cabecismo, dio inicio el peor calvario para dos grupos fronterizos que hasta entonces habían militado en el PAN de Tamaulipas: la familia Peña Ortiz en Reynosa y los Canturosas en Nuevo Laredo. En el primer caso, prácticamente acorralaron y torpedearon por todos los flancos políticos, judiciales y legislativos a la alcaldesa Maki Ortiz. Mientras que, en el segundo, persiguieron al exalcalde Carlos Canturosas Villarreal.
Posteriormente, ya en la víspera de la elección del pasado seis de junio, la administración estatal panista presionó también por la vía judicial a los ayuntamientos morenistas de Madero y de Matamoros.
El error o la gota que derramó el vaso del poder en Tamaulipas: hemos dejado para el final de este análisis, lo que sin duda constituyó el desatino más grave del sexenio azul: su encarnizado enfrentamiento con el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador.
Tanto en Tamaulipas, como en todo el país, para nadie pasó desapercibido el lenguaje agresivo, casi rayando en el ámbito personal, utilizado por el gobierno panista contra el titular de Poder Ejecutivo Federal.
Fueron días de soberbia personal desatada y sin mediar cordura, los que vimos transcurrir, desde el Palacio de Gobierno tamaulipeco.
El resto de la historia, ya todos la sabemos: el pasado seis de junio, el morenismo arrasó con el PAN, en las principales ciudades tamaulipecas. Y les arrebató la joya de la corona política: el Congreso local. Un formidable instrumento de poder y control político.
En este contexto, se avecina la lucha por la gubernatura en el 2022. El o la candidata panista, deberán hacer maravillas, para remar cuesta arriba, a pesar de un sexenio azul que, como en los encuentros de beisbol, les está dejando el juego perdido.
A manera de posdata: el beisbol, la llamada pelota caliente, es el juego favorito de AMLO.
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