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Aromas y emociones

REFLEXIONES 2021

Aromas y emociones

Por Mtra. Emilia Vela González

En días pasados recibí la visita de una amiga que acababa de pasar por una mala experiencia. Paulatinamente, durante la  conversación su tensión se fue liberando, a lo que también contribuyó un  aromático té caliente.

Al proceder a retirarse salí a despedirla y antes de que se fuera tomé de la jardinera un ramito de lavanda y unas hojas de menta, y se las di pidiendo que las oliera, y agregué – a mí siempre me producen sensación de bienestar-.

Todos nuestros sentidos son importantes, y cada uno nos produce reacciones que repercuten, para bien o para mal, en nuestro estado de ánimo, sin duda existe una íntima conexión entre lo físico y lo espiritual.

Si bien el sentido del olfato ha sido importante para mí, reconozco no tenerlo del todo desarrollado. Al percibir la fragancia de un perfume o loción, puedo decidir que me agrada o no, pero soy incapaz de identificar nombre o marca, cualidad que reconozco en algunas personas  que inclusive detectan su componente principal.

Hay ciertos aromas que al percibirlos te trasladan a otros tiempos y lugares o que te hacen evocar a personas.

En uno de mis tantos viajes por carretera, paramos en un restaurant del camino, acudí a lavarme las manos, lo hice con un jabón de pasta que ahí se encontraba, y este desprendió un olor que me hizo evocar una serie de imágenes de mi  infancia, de manera particular mis veranos en el rancho al lado de los abuelos maternos. Recordé a la abuela  que  obligaba a sus nietos a lavarnos cara y manos antes de almorzar, y el jabón era…Palmolive.

Algunos aromas  que me traen el recuerdo de mi madre, como es el característico olor de las tortillas de harina  al cocerse, el del café recién hecho, así como el del té de canela, las hojas de albahaca y el penetrante olor a jazmín.

Hace unos tres años, al cenar con mi sobrina Diana, que en su niñez pasó algunas navidades en casa, me llamó la atención su comentario, de que siempre recordaba el olor a manzana y canela de la casa de su tía Emilia. Y si, sigo utilizando velas y desodorantes con ese aroma, particularmente en diciembre.

Siempre disfruto del característico olor que se desprende de la tierra seca cuando recibe el agua de lluvia.

Desconozco de vinos, se la importancia de su cuerpo y sabor, pero he visto amistades, que acercan a su nariz una copa con vino tinto, aspiran profundamente y su expresión se transforma generalmente en forma positiva.

Resulta natural que no todos los olores que nos vemos obligados a percibir, sean agradables. Un hospital puede estar muy limpio, pero se relaciona con enfermedad. Durante algún tiempo, después de la muerte de mamá desarrollé cierta resistencia a visitar alguno.

Hace unos años solía acudir a un asilo de ancianos. Conocía a la responsable, cierto día me la encontré  muy triste, alguien se había quejado  de la falta de limpieza del lugar. Siempre está limpio, le aseguré. Y así era, lo que sucedía que un olor compenetrado es difícil de erradicar.

En mis recientes vacaciones, cuando veníamos de Tlayacapan  rumbo a Oaxtepec, pasamos frente a una panadería, el aroma de pan recién horneado era tan intenso, que hicimos alto. El lugar contaba con horno de piedra, y había charolas de conchas recién sacadas del mismo. Toda una delicia.

En fin, transitamos por la vida percibiendo olores, buenos y malos que nos generan diversos recuerdos y emociones. Por lo que a mí respecta el del café recién hecho siempre será agradable.

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