OPINIÓN PÚBLICA
Por Felipe Martínez Chávez
Urgen operadores a gabinete cabecista
VICTORIA, TAMAULIPAS | El rumor –otra vez- dice que habrá cambios en el gabinete cabecista en los siguientes días. Como siempre, la pregunta ¿es bueno o esmalo?
La verdad es que, a estas alturas del sexenio, carece de importancia quien se va, se queda o llega, y menos interesa a las bases que representan el “voto duro”, ahí a donde los beneficios sociales ya no llegan. El clamor popular fue ahogado en la intrincada burocracia.
Obras y acciones no hay porque el 85 por ciento de las participaciones federales están embargadas por los bancos, para cobrarse créditos que vienen desde el 2009 y se incrementaron en el presente sexenio.
Las estaciones de vigilancia carretera y otros renglones de seguridad son créditos y contratos también a pagar a largos años.
Afirma el dato extraoficial que la renovación viene en las carteras de Salud y Bienestar Social, que en la práctica son el brazo electoral de los gobiernos, y principalmente el panista.
Es entendible que la “barredora” llegue en esos frentes. La administración quiere “refuerzos” para las elecciones que vienen y representan la “vida o muere” del panismo en Tamaulipas.
Por lo visto los secretarios Gloria Molina Gamboa y Rómulo Garza Martínez no estuvieron a la altura. Fallaron en el trabajo político, lo electoral.
Tienen excusa porque no son de Tamaulipas (si bien Garza nació en El Mante), no conocen la idiosincrasia, costumbres y tradiciones de los cuerudos. Pero no es culpa del indio sino de quien lo hace compadre.
La eficiencia de un gabinete no se mide por el trabajo de sus integrantes sino por los éxitos políticos. Hasta las elecciones del 2019 la Sebien funcionó en las elecciones. Más antes la SS respondía al “cerillazo” con los Comités de Salud, desde donde se inducía y “compraba” el sufragio.
El seis de junio sus instalaciones en cada colonia y ejido se convirtieron en comités de campaña y granjas de “mapaches”, pero a lo vulgar. Faltó el trabajo fino, itinerante de un titular que hiciera amarres para la causa. Doña Gloria permanece encerrada a piedra y lodo en el edificio del 17 Guerrero y Bravo.
A Bienestar Social le pasó lo mismo. Rómulo confió en los miles de mujeres y varones “voluntarios” pero con paga, que contrataron desde la Coordinación Emocional, pero él no fue al lugar de los hechos.
Para conservar el poder en la renovación que viene, hacen falta “mapaches” más entrenados y comprometidos, que den la cara, que salgan a los “baños de pueblo”.
El primer contacto de un gobernador con la comunidad son sus colaboradores. Deben estar disponibles las 24 horas los 365 día de la semana, y no que corran a Reynosa y Mc Allen el viernes y regresen el martes. La escuela es de los priistas.
En ese terreno de los “mapaches”, caería en su terreno el ya casi ex diputado Arturo Soto Alemán o cualquier priista operador como Pepe Hernández Cuesta, Lucino Cervantes Durán, “El Pipo” Rodríguez Sánchez, “El Negro” Gamundi Rosas y esa pléyade de estrellas del glorioso pasado tricolor.
Si ya son los mismos, los prianistas, no es descabellado que en Salud nombren a un Oscar Almaraz Smer o Yahleel Abdala Carmona, por mencionar las últimas contrataciones de la nomenklatura.
A comienzos del gobierno cabecista, la jefatura recayó en una trabajadora social, regiomontana, de nombre Lydia Madero García, cuando el perfil que se necesita es de médico.
Al preguntarle los reporteros de su proyecto de chamba, la famosa panista sorprendió: “No vengo a curar personas, vengo a curar al sistema”.
A los pocos meses “saltó”. No le dieron tiempo ni de elaborar el diagnóstico del “sistema” para determinar la posible cura.
Hasta el gobierno de Eugenio Hernández Flores, Salud fue un extraordinario brazo electoral del gobierno ¿el PAN lo quiere revivir? Parece la intención. Solo así estarían en condición de ganar la batalla electoral del cinco de junio del 2022.
La chamba que haga un secretario es lo de menos. De aquellos 18 que el Gobernador dio a conocer el 30 de septiembre del 2016, en Tampico, ya solo quedan cuatro: César Verástegui, Irving Barrios, Gilberto Estrella y Cecilia del Alto ¿los más leales?
Al dar a conocer el gabinetazo, el jefe dijo a la prensa que “el que no cumpla se va” ¿no cumplieron? Debe ser.
Hasta el que parecía inamovible, Víctor Sáenz Martínez, jefe de la Oficina del Gobernador, saltó del gobierno. Dícese que fue una agraria discusión.
El que se pensaba duraría menos, propicio para desencuentros por el “estilo” de manejar la política interior, Verástegui, ha perdurado y se perfila para ser el candidato del grupo a la sucesión.
Es el político político, calculador, de los que le hacen falta más al gobierno azul para enfrentar la batalla final del 22´.
Antes de irnos, vaya vergonzante huida la de Ricardo Anaya Cortés, excandidato Presidencial, al echar pies en polvorosa luego de ser citado por la Fiscalía, por presunta corrupción. Si todos los que reciben esos papelitos echaran en corrida, alegando persecución, la mitad de nuestros políticos ya estarían fuera del país.
En cambio, el exsenador Jorge Luis Lavalle –van por el mismo delito-, supo morderse un “aquel” y está encerrado respondiendo a la acusación de la sociedad.
A finales del gobierno anterior, el joven Anaya fue procesado, pero no cayó al bote porque le tuvieron miedo. Ahora no pudo asustar a la Fiscalía de la 4T.
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