REFLEXIONES 2021
Por Mtra. Emilia Vela González
Madrid, Barcelona y algunas divisiones
Conocí ambas ciudades en 1985. En aquella primera ocasión, Barcelona no llamó particularmente mi atención. Quizá porque entonces no estaba en condiciones de apreciar la belleza y originalidad de la obra del arquitecto Antonio Gaudí, creador de algunas de las construcciones más simbólicas de la capital de Cataluña y que nos llevaron a visitar como: Parque Gúell, la Pedrera y el Templo de la Sagrada Familia. Esta última me pareció extraña como sacada de un confuso sueño, de esos que uno despierta sin lograr recordar nada con precisión.
Con Madrid fue diferente. Ahí había iniciado y concluido el agotador Tour realizado por ciudades emblemáticas de Europa. Previo al regreso a México, tuvimos un día libre. Mis compañeras de viaje optaron por descansar en la mañana. Yo decidí aprovecharla, no sabía si algún día regresaría.
Caminé por sus calles con cierta sensación de haber estado antes. Sabía que el Museo del Prado no estaba tan lejos, y con las señas que me dieron no tuve dificultad en llegar. Con guía en mano y a pausas lo recorrí durante seis o siete horas.
Para marzo del 2019 tenía programado un congreso en Paris, donde coincidiría con amigos y conocidos del ámbito electoral. Algunos volamos con anticipación, y tomamos distintos destinos, yo fui primeramente a Madrid y posteriormente a Barcelona.
Esta ciudad ya me resultaba familiar, era el escenario y casi un personaje de la obra más representativa de Carlos Ruiz Zafón y de Idelfonso Falcones, cuyas lecturas habían despertado mi admiración y curiosidad. Aunado a ello, ahí vive mi sobrina Blanca Emilia, en cuyas visitas decembrinas a Reynosa, la conversación suele girar en torno a sus vivencias en Barcelona.
Me hospedé en un hotel frente a las significativas Ramblas. Al día siguiente, Blanca Emilia pasó por mi temprano, por cuestiones de trabajo iría a Girona, me dejaría en el casco antiguo de la ciudad, donde más tarde nos reuniríamos para comer. Al recorrer este bello lugar advertí que en distintos balcones se encontraban izadas banderas independentistas, se leían frases alusivas y aparecían fotografías de los líderes presos del movimiento. Rodeé la muralla medieval y subí los 90 escalones de la escalinata que conduce a la Catedral.
Con tan grata e informada compañía conocería al día siguiente Sitges donde comimos frente al Mar Mediterráneo y tendría oportunidad admirar el anfiteatro Romano de Terragona, ciudades que como Barcelona, donde visité sus lugares más representativos, pertenecen a la comunidad autónoma de Cataluña.
Los recuerdos vienen a colación, ya que formo parte de un grupo de FB, relacionado con lugares de España, donde he tenido la oportunidad de admirar fotografías y descripciones de múltiples sitios, hermosos o peculiares, muchos de los cuales no tenía idea de su existencia.
Sin embargo, tratándose de ciudades o pueblos de Cataluña, y ocasionalmente de la región vasca, con cierta frecuencia surgen polémicas, generadas por españoles de otras provincias o comunidades, expresándose negativamente de los catalanes o vascos, criticando sus afanes independentistas o resistencia a hablar Castellano, y las airadas reacciones no faltan.
Detuve mi impulso de expresar que la finalidad del grupo era otra. Recordé que aquí no cantamos mal las rancheras. El localismo o regionalismo siempre ha existido. Suele atribuirse a las personas que vienen de fuera los males o problemas de una ciudad
Las redes sociales, no obstante, todas sus bondades, sirven de instrumento a personas, muchas de las cuales ocultan su identidad, para canalizar su ira, resentimiento o coraje. No obstante, el evidente desconocimiento de algunos temas o funciones de personas agreden y descalifican, sin mayores o mínimos argumentos.
Si bien la Libertad de expresión es un derecho fundamental, no implica que sea permisible la apología del odio, la intolerancia, racismo o sexismo. Ningún derecho es ilimitado.
Bendecido Domingo.
Comment here