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Américo, el gestor social más relevante de Tamaulipas

CUADRANTE POLÍTICO
Por Fernando Acuña Piñeiro
Américo, el gestor social más relevante de Tamaulipas 

La infraestructura de salud en Tamaulipas, tiene un rezago de más de cincuenta años. Hasta ahora lo único que se le ha logrado avanzar a este renglón toral de la seguridad social, son ampliaciones de algunos hospitales regionales, y la creación de pequeñas clínicas. Contamos en la capital con un nosocomio de especialidades, pero funciona   a solo la mitad de su capacidad. Hacen falta especialistas y también equipo.  

Con todo y lo anterior, el centro del estado, es privilegiado en lo que se refiere a la capacidad de respuesta, en materia de salud pública. Pero han surgido polos poblacionales que ya rebasan los recursos médicos instalados.  Uno de estos enclaves de la demografía urbana, es Altamira, una ciudad que mantiene un ritmo de crecimiento mayor al de otras poblaciones tamaulipecas, solo igualada o superada por Reynosa.   

En ambas ciudades, urgen acciones relacionadas con el tema de la medicina pública. Hablamos de un renglón muy sensible desde el punto de vista social, pero también de un gran reto presupuestal. Construir y dotar de tecnología médica a un hospital es una tarea formidable, por el lado que se le quiera ver: desde su creación, hasta su equipamiento, y posteriormente lograr su consolidación, al servicio de la clase trabajadora y algunos segmentos de la clase media.   

Recientemente nos enteramos que el senador por Tamaulipas y presidente de la Comisión de Salud en la Cámara Alta, Américo Villarreal Anaya acaba de gestionar ante el director general del IMSS, Zoe Robledo, un hospital en Altamira.  De manera adicional, AVA solicitó al alto funcionario federal, la liberación de mayores recursos para atender a los niños con cáncer en el hospital 270 de Reynosa.  

Con este tipo de acciones, Américo está ya trazando de antemano una cruzada a favor de la salud de las familias tamaulipecas. Y justamente esto es lo que hace falta, pues en la actualidad, el gobierno panista se observa sin capacidad de gestión ante el gobierno federal, a raíz del choque que se ha dado entre ambas esferas de decisión. Lo anterior ha derivado en una ausencia de obras de gran calado en materia de salud, de educación y de vivienda, entre otros importantes renglones. Una lamentable parálisis en materia de desarrollo estatal.   

Hay otros temas por demás importantes que al igual que el de la salud, también trae en su agenda, el senador Villarreal Anaya. Uno de ellos es el tema de una segunda línea del acueducto para ciudad Victoria.  

Y es que después de dos sexenios consecutivos donde los grandes proyectos de la obra pública con sentido social, prácticamente no han existido, cuando se habla de obras de salud, de agua potable y otras acciones que seguramente vienen en camino, la gente se entusiasma.  

Como ha dicho por ahí el senador Ricardo Monreal: no se trata de ser ambiciosos vulgares de la política y del poder, sino de demostrar en los hechos la vocación de servicio por atender los principales problemas de Tamaulipas.  

En el caso específico del senador Américo, nos parece que se ha ganado a base de trabajo y de resultados, la estimación del presidente Andrés Manuel López Obrador.  

Lo que se observa ya desde ahora, es que, desde los máximos niveles de la 4T, le están abriendo las puertas de la gestoría federal al cardiólogo tamaulipeco. Y ello seguramente se traducirá en más y mejores acciones para beneficio de las ciudades y los pequeños pueblos tamaulipecos.  

De esta manera, el senador Américo Villarreal parece interpretar fielmente el sentir de los cientos de miles de ciudadanos que votaron este seis de junio de manera libre en las principales ciudades de nuestro estado, a favor de un cambio en lo que se refiere a recuperar el verdadero sentido de las políticas públicas.   

En otras palabras, el pueblo de Tamaulipas votó a favor de que se gobierne para servir, y no para servirse y hacer negocios, como hasta ahora, a lo largo de doce años de prianato, se ha puesto de manifiesto.  

Por otra parte, el pueblo tamaulipeco ya no quiere pleitos de su autoridad estatal con el gobierno federal, enfrentamientos que a nada conducen, y atrofian la comunicación institucional.    

Tamaulipas quiere cambios y está urgido de resultados, mismos que no se ven por ninguna parte. No hay desarrollo social. No hay crecimiento económico.  

Solamente han crecido las cuentas bancarias de los funcionarios públicos. Las propiedades, las grandes y fastuosas casonas residenciales, en lo que constituye un vergonzante ejercicio del patrimonialismo, para beneficio de familiares, amiguismos y compadrazgos.  

Nos parece que ha llegado el momento de que el poder público este realmente al servicio de los ciudadanos, y no de grupos de interés y de ambiciones facciosas.  

Partiendo de esta realidad, y lo que ya se viene observando en el reacomodo de las fuerzas políticas tamaulipecas, es muy probable que, en el 2022, Tamaulipas cambie de rumbo. 

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