OPINIÓN PÚBLICA
Por Felipe Martínez Chávez
Comienza el “año de hidalgo”
VICTORIA, TAMAULIPAS | El tiempo no se detiene y el sexenio cabecista llega al último sexto de su ejercicio. En otras palabras, le falta un año para despedirse.
Una breve reflexión nos hace ver que, a 58 meses de su gestión, no es lo que los tamaulipecos querían cuando votaron por un “cambio” en 2016, hastiados de un priismo corrupto y lejano de las aspiraciones populares.
Los panistas llegaron con fuerte base popular pero muy pronto se acabaron el crédito que les otorgó el ciudadano común, en su desesperación por extirpar el cáncer tricolor. Hoy están reprobados y con cero intenciones de corregir el camino.
Falta un año, el Año de Hidalgo como dice la voz popular. Para unos alivios porque habrá un nuevo comienzo, una esperanza renovada y la eventualidad de hacer bien las cosas. Para otros aguantar un pesado lastre de 12 meses adicionales.
Cualquier cambio era bueno ante un gobierno corrupto, omiso y putrefacto auspiciado por Egidio Torre Cantú. En esa desesperación el voto favoreció a los “vientos del cambio” que prometieron enarbolar las aspiraciones de ese grito desesperado de las mayorías. Engañaron. El pago de las multitudes es silencioso.
La respuesta con seguridad se dará en las urnas el cinco de junio del 2022. Bueno, ya se está dando. De acuerdo con sondeos de la empresa Mitofsky, una de las más serias del ámbito nacional, para agosto del 2021 la aprobación al gobierno cabecista andaba en el lugar 30, apenas dos espacios arriba de los sotaneros: “El Bronco” Rodríguez Calderón, de Nuevo León, y Javier Corral, de Chihuahua. Si las cosas se estuvieran haciendo bien, la misma sociedad, sin presión alguna, daría su visto bueno a los que gobiernan.
En noviembre del 2020, según la misma fuente, la aceptación andaba en el 37 por ciento y el lugar 25 de las 32 entidades, pero reprobados al fin.
A Julio del 2021 la popularidad descendió al 32.3 por ciento, para colocarse en el penúltimo lugar, igual que el colero Rodríguez , el gobernador más despreciado de México. A un año de su retiro, las encuestas todas dan por cierta la percepción que el gobierno panista es debut y despedida. No volverán a ganar, por lo menos a corto plazo. Fallaron.
No metieron al bote a los corruptos como fue la promesa de campaña y, al contrario, fomentaron y privilegiaron la inmoralidad. Ahora hay más bribones que antes y no solo tricolores sino azules Apenas ayer la encuestadora Enkoll daba como perdedor 2 a 1 al PAN, y hoy es Rubrum la que concede a Morena un 48.1 por ciento frente al 22.7 de los inquilinos del Palacio del 15 Juárez.
Aun con voluntad, ya no les queda tiempo de corregir. La descomposición continuará en los últimos meses. Salieron más expertos que sus maestros tricolores y tal se reflejará en las urnas.
Tocaron fondo. Lo que sigue es la retirada, bueno ya comenzó con medidas legales estratégicas –desde el Congreso del Estado- reprobadas por igual por la comunidad. Mandaron a la basura los diez mandamientos de aquel 30 de septiembre del 2016 (en Tampico), cuando eran la ilusión de 721 mil almas que votaron en contra de la nomenclatura de 80 años de la dictadura perfecta y perpetua.
Se pasaron por el arco del triunfo el compromiso de hacer un gobierno transparente “que recupere la confianza en las instituciones”, hacer públicas sus declaraciones 3 de 3, de sepultar los “diezmos” en contratación de compras, obras y servicios. Al contrario, el diezmo subió al 30 y, en un acto de incongruencia con aquellos dichos, el equipo amenaza dejar a los sucesores contratos por los siguientes diez o más años.
Como consecuencia les llegará el respectivo “moche”. No son los que querían, que queremos los tres millones y medio de tamaulipecos.
Si el gobierno panista mantuviera cercanía con esas voces de opinión, se daría cuenta de la animadversión, el encono hacia sus figuras. Hoy, como ayer (en 2016), hay gente molesta, decepcionada, enojada y en el hartazgo. Han sufrido y su reacción es clara.
No se moverán por odios y rencores pero tampoco el miedo los detendrá. Hay la esperanza de que un día, por fin, llegará un gobierno honesto, sin abusos del poder, sin excesos ni dispendios personales. Aunque con traiciones internas, los contrapesos llegan. El primero de ellos al Congreso del Estado, acorralado como lo dejaron los diputados que entregaron este 30 de septiembre.
Transcurrieron cinco y falta un año. No se duda que, en junio del 2022 se de la segunda alternancia en un sexenio.
Las condiciones están dadas. Tema aparte, cuatro de los cinco jefes del TRIELTAM echaron abajo la imposición de un Contralor que les quiso imponer el Congreso del Estado. La victoria de los magistrados René Osiris Sánchez Rivas, Edgar Danés Rojas, Edgar Iván Arroyo Villarreal y Marcia Garza Robles en contra de las malas decisiones de Palacio.
Con la novedad de que no solo es una diputada “maiceada” sino dos, en Morena, que se entregaron al enemigo, al PAN, y se habla de otro tanto que ya recibieron lo suyo.
Este jueves, al saberse del cambio de chaqueta, hay quienes no las bajaron de mercenarias a Lidia Martínez López y Leticia Sánchez Guillermo, de lo cual luego ampliaremos.
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