IntríngulisJuan Carlos López AcevesOpinión

Hernán Villarreal Rodríguez

INTRINGULIS

Hernán Villarreal Rodríguez

Juan Carlos López Aceves

Hace varios años, al guglear buscando su nombre y así poder contactarlo en mi próximo viaje a Monterrey, quedé más que sorprendido, al ver el nombre y la fotografía de ARMANDO HERNÁNDEZ LEAL, aquél brillante estudiante de la Facultad de Economía, en una situación legal complicada.

Proveniente de la cultura del esfuerzo, HERNÁNDEZ LEAL me dio asilo en su casa, de la Colonia Nogalar, allá por diciembre de 1977, al concluir nuestro primer semestre en la Facultad de Economía de la UANL, que dirigía en ese entonces, ARTURO GARCÍA ESPINOSA.

Recuerdo que cuando llegué a Monterrey, en aquél verano del 77, mi padre pagó mi hospedaje en una casa de asistencia (resistencia, bromeábamos los que así vivimos limitadones de recursos), ubicada en Modesto Arreola, entre Méndez y Jiménez, muy cerca de La Alameda.

Todas las mañanas muy temprano, tomaba en la Avenida Juárez, el camión de la Ruta 17, que se metía por la Colonia Independencia, hasta llegar a la Colonia Loma Larga, en donde estaba la Facultad de Economía, justo al lado de una escuela Normal del Centro de Estudios Universitarios.

Ahí nos esperaban ELADIO SÁENZ QUIROGA, con su libro de matemáticas para economistas; ROMEO MADRIGAL HINOJOSA, impartiendo el curso de estadística, basado el libro de Stephen P. Shao, que él tradujo al español.

ERNESTO BOLAÑOS LOZANO, con su introducción a la economía; VILMA SZKELY DE PACHECO, con su metodología de la investigación, mientras que, ARTEMIO BALDERAS SÁENZ, tenía a cargo la materia de inglés.

Ya en el segundo semestre de la carrera, ARMANDO HERNÁNDEZ LEAL me llevó varias veces a la cuarta casa de “resistencia” en donde viví, ubicada en la Colonia Mitras Sur (Doña Nata era la propietaria), cerca de Fleteros.

Segundo semestre en donde, AARON ABRAMOVICI, impartió matemáticas, LUPITA MARTÍNEZ se encargó de la introducción a la microeconomía, en tanto que GILBERTO RAMÍREZ nos enseñó programación lineal.

Más adelante, LEONCIO DURANDEAU PALMA, nos dio moneda y banca; EDGAR CONTRERAS LÓPEZ, nos dio la primera probada de econometría; ILDEFONSO GUAJARDO VILLARREAL, impartió microeconomía, recién desempacado de la Universidad de Arizona con una maestría y; FERNANDO MARGAÍN abonó con las ciencias sociales nuestra formación académica.

Ya para entonces, viviendo en Mitras Sur, en donde la inmensa mayoría de los asistentes de Doña Nata, estudiaban en la Facultad de Medicina, tomaba la Ruta 69 en Madero, me bajaba en Hidalgo y cruzaba el Río Santa Catarina, pasando por la fábrica de camisas Manchester, hasta llegar a la facultad.

Dos semestres bastaron, para saber quiénes serían las y los alumnos más brillantes de aquella generación de 1978, que, en el curso propedéutico, fue llevada a convivir al Parque Chipinque, aprovechando el viaje para jugarle bromas al chofer del camión.

Recuerdo que, en los dos grupos que ingresaron a la facultad, destacaron inmediatamente quienes dominaban las matemáticas, mientras que el resto, se empezó a rezagar o a batallar para pasar las materias.

HERNÁN VILLARREAL RODRÍGUEZ, ARMANDO PÉREZ GEA, HÉCTOR TORRES REYES, RENÉ BORREGO PEÑA, FÉLIX ACOSTA DÍAZ, ÓSCAR FLORES IBARRA y el propio ARMANDO HERNÁNDEZ LEAL, empezaron a destacar, hasta ser “laboratoristas” (“becarios” en Medicina), asistiendo al maestro en la parte práctica de cada materia.

Poco a poco, este selecto grupo de estudiantes se fue alejando del ping-pong y de las pláticas en la cafetería, para concentrarse en la biblioteca, en donde se les encontraba habitualmente.

ARMANDO PÉREZ GEA, paisano de Tampico, alguna vez pasó por mi casa en Victoria, y al terminar la carrera, marchó a la capital del país, en donde se incorporó al Gobierno Federal y a la banca privada.

Ya para el tercer semestre, ARMANDO HERNÁNDEZ LEAL siguió su propio camino y dejamos de frecuentarnos, mientras que RUY GONZÁLEZ MARÍN, HÉCTOR JUANGORENA MARTÍNEZ, AARON QUEZADA RODRÍGUEZ y HÉCTOR SAUCEDA SALINAS, hicimos nuestro propio grupo de estudio, sin pertenecer la élite “lumbrera”, que incluía una jugada de dominó los fines de semana y, a veces, una vuelta por La Purísima.

HERNÁN VILLARREAL RODRÍGUEZ fue “laboratorista”, pero no recuerdo la materia que practicaba con los estudiantes de semestres más abajo, pero lo cierto es que, él estaba en el otro grupo, con HÉCTOR “CHINO” TORRES REYES y JESÚS PACHECO CERVANTES.

Con una sólida formación académica y experiencia en el servicio público, hoy VILLARREAL RODRÍGUEZ, es parte del gabinete de SAMUEL GARCÍA SEPÚLVEDA, en donde enfrenta uno de los retos más importantes y exigente de su carrera: ordenar y hacer funcional la movilidad, en la caótica y cada vez más contaminada Zona Metropolitana de Monterrey, así como meter en cintura el desarrollo urbano de Nuevo León.

Se trata, en el primer caso, de proteger la salud y la seguridad vial, de los 3.8 millones de habitantes de la Zona Metropolitana, mientras que, en el segundo, el objetivo es mejorar las políticas públicas, para que el crecimiento urbano beneficie y no afecte, a 5.7 millones de neoleoneses.

Éxito HERNÁN, no la tienes nada fácil, porque tienes el boleto ganador de la rifa del tigre en tus manos.

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