REFLEXIONES 2022
Por Mtra. Emilia Vela González
Acerca de ser mujer – II
A principios de la década de los noventa leí un libro, best seller de entonces “Los hombres son de marte y las mujeres son de venus“de John Gray. Mentiría si dijera que recuerdo la totalidad o la mayoría de su contenido, pero sí que en el mismo se hacía referencia a las características de cada sexo.
Sin duda coincidí con algunos de los conceptos ahí vertidos, pero recuerdo que me brincó uno que se refería a los hombres. Sin precisar las palabras, mencionaba algo en el sentido de que estos buscaban su cueva, sus momentos para sí, apartándose de los demás. Caramba, pensé entonces, de que planeta seré, porque desde que recuerdo siempre he buscado esos espacios, momentos en los cuales la única compañía que he necesitado ha sido la propia.
¿Soy sentimental? Me cuestiono, y reconozco que así es. Me emociono ante una hermosa canción, algunas me conmueven aún sin entender la letra debido a la gran calidad vocal de quien la interpreta, o cuando la música logra despertar mis fibras más sensibles. Y acaso ese sentimentalismo o emotividad obedece a que soy mujer. Seguramente no. Muchas de las veces las letras de las canciones más románticas provienen de la inspiración de un hombre. Suelo ver programas de “La Voz” a nivel global, y advierto en la expresión de los jueces varones como ciertas interpretaciones le llegan al alma y como su mirada se empaña, ante unas lágrimas que pugnan por salir.
¿Soy llorona?, definitivamente si, las lágrimas han surcado mis mejillas por las razones más diversas. Por dolor; tanto físico como emocional; llanto de impotencia o el derramado ante el sufrimiento de protagonistas de novelas o películas; por arrepentimiento ante malas decisiones, también de felicidad, la propia o al compartir la de mis seres queridos; ante la belleza de un paisaje natural o al recorrer lugares con los que soñé en mi infancia, logros alcanzados y los motivos se multiplican.
Fui afortunada en el sentido de que no tuve que escuchar “Las mujeres no lloran “, así que las lágrimas constituyeron una válvula de escape a mis emociones. En cambio, en innumerables ocasiones oía decir “Los hombres no lloran”, un estereotipo con el que crecieron muchas generaciones y que forma parte de una cultura machista que no se logra erradicar. Sin embargo, he sido testigo de muchas lágrimas masculinas: como una reacción natural de un niño a quien le quitan su juguete, por el dolor que produce una caída o los golpes producto de una pelea. Las que se derraman siendo hombre por pérdidas de distinta naturaleza que van desde la familia, salud, trabajo o la muerte de seres queridos. He presenciado las desesperadas de un joven por un abandono o las de un hombre en una despedida en el aeropuerto. Así que las lágrimas no constituyen una prerrogativa de las mujeres.
Un par de años atrás, teniendo como auditorio a jóvenes universitarios, en una plática que tenía que ver con los estereotipos, como obstáculos en la participación política femenina. Previo al inicio de la impartición de la misma, pregunté a los asistentes que consideraban propio de la mujer y que del hombre. Para mi sorpresa escuché algunas respuestas propias del siglo pasado, como señalar que al hombre le correspondía mantener el hogar y a la mujer cuidar de este. Roles de género que siguen arraigados en la cultura y que en el mismo seno familiar se replican.
En diciembre de 1974 se reformó el artículo 4° constitucional para el efecto de reconocer en México la igualdad Jurídica entre hombre y mujer, al año siguiente los Códigos Civiles de las entidades federativas modificaron las obligaciones que se generaban con motivo del matrimonio, correspondiendo a ambos cónyuges, tanto el cuidado como el sostenimiento del hogar.
Y si, el número de mujeres que salen a trabajar fuera de casa y que aportan al sostenimiento de esta se ha multiplicado, pero en la mayoría de los casos tienen doble jornada, por el trabajo que tienen que desempeñar además en el hogar, la corresponsabilidad del hombre en tales labores no se ha generado de manera simultánea o proporcional.
Según el Instituto Nacional de Geografía y Estadística INEGI, para el 2018 del trabajo no renumerado del hogar, el 77% lo desempeñaban las mujeres, en tanto que el 23% restante correspondía a los hombres.
Deconstruir un sistema profundamente arraigado en nuestra cultura. No es tarea fácil, pero corresponde a todos. Bendecido Domingo.
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