De enero a julio de 2021, en México el tipo de violencia más ejercido en menores fue psicológica con 37 por ciento; seguida de la sexual, 29 por ciento; y física, 26 por ciento, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
El INEGI dijo que, en el primer semestre del año pasado, se registraron mil 427 asesinatos de menores, y hubo 373 mil 661 nacimientos de madres adolescentes, de ellas ocho mil 876 fueron menores de 14 años.
La Organización Mundial de la Salud informó que en el orbe hasta junio de 2020, una de cada cinco mujeres y uno de cada 13 hombres declararon haber sufrido abusos sexuales durante la infancia.
El maltrato infantil marca de por vida. Se muestra con un potencial daño a la salud física y mental de quien lo padece, es un problema global; sin embargo, es posible prevenirlo con un enfoque multisectorial, considera la académica de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM, María Teresa Monjarás Rodríguez.
A propósito del 25 de abril, fecha en la que se conmemora el Día Internacional de la Lucha contra el Maltrato Infantil, la especialista en primera infancia y edad preescolar deja en claro que esta etapa de la vida es importante en materia de prevención, para evitar que la afectación cause pérdida de la confianza y responsabilidad en los menores, incluso se replique por generaciones, modele adolescentes y adultos apáticos con conductas antisociales y depresivas.
“No obstante, el maltrato incluso está desde antes del nacimiento, a veces con comentarios machistas en culturas donde se fomenta la violencia, donde se dice ‘si es niño: ¡qué gusto!’, ‘si es niña, se acepta, pero bueno’; desde antes del nacimiento se violenta, o incluso cuando es un bebé que no fue planeado, ni deseado, también ya viene implícito un rechazo”, indica.
Para evitarlo, “hay que trabajar con políticas públicas que nos ayuden de manera integral, no solo a los psicólogos, sino a otros especialistas como médicos, abogados, psiquiatras, trabajadores sociales para laborar en conjunto y de manera interdisciplinaria”, acota Monjarás Rodríguez.
De otra manera, precisa, tendremos más problemas como sociedad; creo que se han manifestado, los vemos con la adolescencia actual, donde su aislamiento con la tecnología está presente.
Asimismo, tenemos que trabajar con los padres de familia, principalmente para poder instruirlos en qué es la agresión, cuáles son los tipos y cómo prevenirla.
De acuerdo con la especialista, “se sumó este factor de riesgo que fue la pandemia y que muchos familiares, ante la desesperación, recurrieron a golpes y conductas crueles. Las palabras se quedan grabadas, si nosotros queremos un infante sano, positivo y fortalecido, hay que emitir y mostrar mensajes positivos”.
Cuando analizamos la cadena generacional de un niño maltratado, corroboramos que no solo se trata de una etapa, el fenómeno va de generación en generación, por eso es importante trabajar con los menores a partir de un enfoque sistémico, con familiares, tíos, abuelos, para erradicar esa herencia cultural que aprendió a educar con gritos y golpes, enfatiza Monjarás Rodríguez.
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