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Segunda oportunidad en el 2028

OPINIÓN PÚBLICA
Por Felipe Martínez Chávez
Segunda oportunidad en el 2028 

VICTORIA, Tamaulipas | Buscar quien la pague no es la mejor opción. Los que la hicieron están a la vista. El enemigo está en casa.

¿Qué falló en el proyecto de César Verástegui? ¿quién no hizo la tarea? Era el mejor de los panistas, el que más conoce Tamaulipas por su desempeño desde la General de Gobierno. 

Se rodeó de gente competente, como Alejandro Guevara Cobos, Tino Sáenz, Heriberto Ruiz Tijerina, “Pipo” Rodríguez, Oscar Almaraz y otros que desde las filas tricolores aprendieron a hacer la talacha de “ingeniería electoral”. 

¿La alianza? El único que hizo la parte que le correspondía es el PRI con Edgar Melhem Salinas a la cabeza. A pesar de sus “quebrantos de salud”, el tricolor sigue “vivito” para resurgir de las cenizas como el Ave Fénix. 

El de Río Bravo no quería la alianza, presentía el desenlace. Lo obligaron desde las cúpulas nacionales y el tiempo le está dando la razón, por si alguien le quiere echar culpas de una derrota. No lo invitaron ni a firmar los papeles del matrimonio “de tres”. 

Con todo el derecho el seis de junio podrá gritar ¡Se los dije! 

Los jerarcas pensaron en el “milagro” de unir tres siglas para legitimar un triunfo en las urnas. Buen proyecto, pero imaginaron que los votos de cada quien eran cautivos. 

En honor a la verdad, el PRI se perfila a ser el partido con mayor crecimiento entre una elección y otra, la del año pasado y la de este junio. Ha sacado la casta en la jornada y la gran sorpresa puede darla en el 24´. 

Hace buenos gobiernos. En municipios que son suyos, como Güémez y Abasolo, el pronóstico es un triunfo de dos a uno. Van juntos, pero no revueltos. Todos los caminos conducen al mismo candidato, pero cada quien transita por el suyo. 

Después de los “escurrimientos” del 2016-2020 en el tricolor quedaron los auténticos, los de la playera bien puesta, “tatuada” como dicen ellos. 

No fue culpa de Melhem la salida de Felipe Garza Narváez en abril del 2017, ni la retirada de Manuel Muñoz Cano, María Antonia (Toñita) Martínez Blanco, o la de Eduardo Gattás (luego de perder la diputación local), Fernando Azcárraga López, Eduardo Hernández Chavarría y otros que emprendieron la retirada luego de la derrota de Baltazar Hinojosa. 

Tampoco las últimas deserciones como la de Oscar Luebbert Gutiérrez, dos veces ex alcalde de Reynosa, Mauro Barrera Martínez, líder de la CNC en la frontera de Reynosa y una cauda de próceres fronterizos. Fueron respuestas a presiones que recibieron desde Palacio de Gobierno. 

De los amarillos ni para qué hablar. No se dedicaron al proselitismo como Dios manda. En junio del 2024 martillarán el último clavo en el ataúd. Tienen dos años para seleccionar el epitafio que llevará la tumba. 

El gran error asoma en el PAN, autor de la alianza que no quisieron en el 2021 y les pudo haber generado victorias holgadas. De haberse matrimoniado entonces, hoy tendrían más confianza entre sí. 

La derrota se ventila desde que empezó a correr el sexenio de los “vientos del cambio”. Se da una serie de “estilos personales” que no van de acuerdo con los valores cuerudos. 

Se combinaron elementos enmarcados en la soberbia, como el ninguneo a los comerciantes e industriales locales, compras a prestadores de servicios foráneos que incluyeron a la prensa (los recurso se fueron a medios nacionales). 

Hay quien menciona que alrededor de diez mil personas quedaron despedidas de sus puestos en el gobierno estatal en el presente sexenio, por ser priistas. 

Todo se acumuló hasta generar un hartazgo social imposible de controlar. Fue como una bola de nieve. 

Agravios y acosos hicieron partir a gente de mucha valía en el PAN, como la hoy ex presidenta de Reynosa, Maki Ortiz; a los Canturosas Villarreal, de Nuevo Laredo, a lideres y organizaciones obreras como Alberto Lara Bazaldúa, de Sindicatos Autónomos de Maquiladoras de Reynosa. 

Es un sexenio en que faltó carácter para tratar a la comunidad estatal, mientras los hombres del poder se encerraban en una burbuja de derroches y privilegios, protegidos por cientos de elementos policiacos pagados del bolsillo de los causantes. Desafortunadamente ya no hay reversa. 

No fue bueno enfrentarse –en lugar de sobrellevar- con el Gobierno de la República. Es una batalla que no ha terminado. El desenlace puede venir después del último de septiembre, ya sin fuero, cuando no en los últimos cuatro meses. 

Ahí es donde estuvo el problema. Es una posible derrota largamente gestada, apresurada en los últimos días en busca de culpables. 

No la hicieron los de la Brigada Cívica de Hidalgo, ni Adolfo Sierra Medina –gremio de Salud-, ni el famoso “Negro” Gamundi o Manuel Muñoz. 

Si pierden tendrán seis años para reflexionar. Dejando atrás rencores y soberbias y extendiendo la mano al pueblo de Tamaulipas, para el 2028 hay una segunda oportunidad. 

Si cambiamos, este domingo el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, se dejó venir a Reynosa en apoyo de Américo Villarreal, en algo que algunos interpretan como el comienzo de la precampaña por “la grande” para el 2024 ¿será cierto? Un día antes estuvo en Durango. 

Por cierto, ahí en Reynosa, Maki Ortiz acudió a un evento de AVA a levantarle la mano. Se une con hechos al proyecto. 

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