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La vida de las mujeres en manos de simuladores

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Por Lucía Lagunes Huerta

La vida de las mujeres en manos de simuladores

Cimacnoticias | Si digo que la vida de las mujeres está en manos de simuladores machistas que han provocado que las ciudadanas dejemos de ver la utilidad en la ley, en las instituciones e incluso en los gobiernos, no exagero. Pese a ser México el país con leyes que han ganado reconocimiento mundial por su propuesta de avanzada, la violencia feminicida no para, y donde vayas preguntan ¿por qué?

Una respuesta la encontramos en la inacción y la negligencia de las autoridades que alimentan cada día la posibilidad de otro crimen de una mujer.

Y los ejemplos pululan. Han transcurrido casi dos meses del probable feminicidio de Debanhi Escobar, en Nuevo León y seguimos sin saber la verdad de lo ocurrido, mientras tanto las mujeres desaparecidas y asesinadas en México se siguen sumando a la lista del horror.

Durante la búsqueda de Debanhi se encontraron los cuerpos de cinco mujeres, cuyas familias habían denunciado su desaparición, todas ellas desparecidas entre el 15 al 19 de abril, fueron encontradas por casualidad, no porque las autoridades  realmente las buscaran.

Irlanda Marcela Ramírez Martínez, Irma Hernández Cruz, Brisa Anahí Porra Cerda, Ingrid Guadalupe Castillo Rios y Jenifer Nicool Almaguer Vargas tampoco han tenido respuesta para saber quién las mató.

¿Qué búsqueda estaba haciendo la autoridad que no logró salvarlas, por qué las Comisiones de búsqueda esperan encontrar cuerpos sin vida y no mujeres vivas?

Un mes y diez días después de la desaparición de Debanhi, otra mujer, pero esta vez en la Ciudad de México, era declarada desaparecida, Karen Itzel Rodríguez Barrales, hoy sabemos que también fue asesinada.

En Oaxaca cada dos días la violencia arrebata la vida de una mujer, colocando a esta entidad como el segundo lugar más violento para ellas, para nosotras.

Y podríamos seguir la lista de las 32 entidades federativas, donde cada día las historias de violencia y feminicidio se suman ante los ojos de las autoridades, federales y estatales, que una y otra vez fracasan en su obligación de garantizarle a las mujeres y niñas la vida. El derecho a la vida y el derecho a vivir libres de violencia, lo más elemental para cualquier ciudadana.

La falta de sustento en las investigaciones de las autoridades de Nuevo León para dar respuesta sobre lo ocurrido con Debanhi no son la excepción, por desgracia es una autoridad más que sigue el patrón de la negligencia.

Si no fuera por las familias, la búsqueda de las mujeres estaría en la nada. Porque son ellas las que siguen insistiendo para poder tener acceso a la verdad y la justicia.

Tal cual lo hace el papá de Debanhi hoy, Soledad Jarquín Edgar lleva cuatro años exigiendo justicia para su hija, María del Sol, ella también tocó la puerta de palacio nacional el 24 de noviembre de 2020, y no lo hizo sola, llevó la petición de 18 mil mujeres que, como ella, buscan la justicia para sus hijas asesinadas y detener el feminicidio.

La promesa de cero impunidad que hiciera el presidente Andrés Manuel frente a la nación hace dos años, cayó en el vacío. Ni un ápice se avanzó en el acceso a la justicia para María del Sol, razón por la cual ahora Soledad Jarquín tocará las puertas internacionales.

La misma promesa hizo el presidente a la familia de Debanhi, esperemos que la decepción no llegue también a ellos.

Como suele pasar, tras el escándalo viene la calma y las autoridades lo saben. Por ello suelen hacer un control de daños mientras la efervescencia mediática y social están a tope, dejan pasar el tiempo apostando a que la exigencia social se irá diluyendo, en tanto llega el siguiente caso que ocultará al anterior.

Impedir el olvido es tarea que nos toca a los medios de comunicación, porque la vida de las mujeres no debe ser tratada como noticia de un día.

Por tercera ocasión el cuerpo de la joven Debanhi tendrá una autopsia, tras casi dos meses de su desaparición y posible feminicidio, nuevamente se busca que el cuerpo hable y revele qué pasó, porque ni las cámaras, ni la supuesta investigación, ni las promesas han esclarecido lo ocurrido ni con ella ni con Irlanda, Irma, Ingrid, Brisa ni Jenifer.

El acceder a la verdad es fundamental para las familias de las víctimas como lo es el acceso a la justicia. Por ello, una y otra vez repiten en sus declaraciones verdad y justicia, dos derechos que les son negados sistemáticamente en nuestro país, lo cual alimenta, como leño a la hoguera, la violencia en contra de las mujeres.

Saber qué sucedió y quién o quiénes son los responsables de lo ocurrido para poder castigarlos es nodal para acceder a la justicia, porque la ley sólo tiene utilidad cuando se aplica.

Debanhi no debe ser una historia del pasado, una noticia que dejó de tener vigencia, como tampoco lo son Karen, Lesvy, María del Sol, Mariana Lima y miles más, ellas son las preguntas sin respuesta de miles de familias que buscan la verdad y la justicia para sus hijas, hermanas, madres, amigas etcétera.

Ninguna de ellas son una estadística más, son la constatación de que la política de todos los gobiernos es un fracaso, porque ninguno ha asumido su deber de proteger la vida de las mujeres y las niñas.

La falta de respuestas claras y contundentes sobre lo ocurrido con las jóvenes norteñas es la comprobación de la enorme simulación que se ha hecho en este país en materia de violencia contra las mujeres.

Por ello, se termina sintiendo que la ley es inservible, como las autoridades y las instituciones, y no porque en sí misma lo sean, sino porque quienes tienen la obligación de aplicar la ley no lo hacen, simulan aplicarla, para cumplir con el requisito, y no porque tengan un compromiso real con las mujeres, sus vidas y sus derechos.

Saber la Verdad y tener acceso a la justicia es lo que mueve cada día a Mario Escobar, papá de Debanhi; a Soledad Jarquín, mamá de María del Sol; a doña Irinea Buendía, mamá de Mariana Lima; a Aracely Osorio, mamá de Lesvy, y miles de familias en este país que lo que buscan es que no vuelva a pasar, que ninguna mujer más engrose la lista del horror de la violencia feminicida.

Pero para que esto ocurra, la simulación debe acabar para dar paso a la verdad y la justicia, sin ello la puerta giratoria de la impunidad no dejará de funcionar.

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