CUADRANTE POLÍTICO
Por Fernando Acuña Piñeiro
Tamaulipas y la guerra AMLO – Calderon
México es un país con grandes riquezas naturales y potencial económico, en teoría es un país llamado a estar entre las principales economías del mundo.
Pero su circunstancia geopolítica, constituye el gran pecado capital que lo acerca al inframundo y lo aleja de la gloria: somos el traspatio de Estados Unidos, y al mismo tiempo el trampolín por excelencia del mercado ilícito de las drogas.
Nuestros dos mares, el Pacífico y el Atlántico, son dos anchurosos escaparates de este oleaje multimillonario que lo mismo seduce gobiernos que somete voluntades e impone su propio ritmo de violencia y degradación.
Mientras el PRI fue partido único, el C.O pasó de noche, sin notarse. Pero la debacle de la seguridad y la paz social sobrevino cuando el longevo Leviatán callista cumplió su ciclo, y a nivel global cambiaron las coordenadas del paradigma populista y Keynesiano.
Sobrevino la era neoliberal y la oferta partidista se pluralizó a lo largo y ancho del país; se diversificó también el negocio de las drogas, convirtiendo la república en un mosaico de corporaciones fácticas complejas y con ambiciones de expansión.
De Carlos Salinas a Vicente Fox, el PAN surgió y se consolidó como el gran heredero del llamado “Ogro filantrópico”, una metáfora del Estado Mexicano, su burocracia decadente y su partido único, así descrito por el poeta y ensayista Octavio Paz en una serie de estudios, publicados en 1979, a escasos años de concluir el sexenio Lopezportillista.
Desde su primera gubernatura en Baja California en 1989, (donde se prolongaron por dos décadas), a cargo de Ernesto Ruffo Appel, hasta el triunfo de Vicente Fox en la elección presidencial del dos de julio del 2000, el azul avanzó en las gubernaturas de Chihuahua, Jalisco, Guanajuato, Nuevo León, Querétaro, Aguascalientes, Nayarit y Morelos.
Los panistas emergieron como el nuevo patrón que definió el tema fáctico en importantes regiones del país. Pero Fox no buscó alterar las cosas en ese asunto, se especula que se benefició de ellas, pero no metió mano al avispero.
En el 2006, con la llegada de Felipe Calderón a la Presidencia, se vivió una estrategia sanguinaria y sanguinolenta desde las instituciones armadas del país. ¿El objetivo? Se dice que domar a sangre y fuego al resto de los cárteles, y privilegiar a uno de ellos.
El sexenio del michoacano buscó alterar la geopolítica del narco, convirtiendo la violencia en una estrategia de Estado.
Con el regreso del PRI peñista, lo que se dio solo fue una estrategia de administración y hacer negocios, a partir del caos que les habían heredado.
Desentendido de la política interior del país, EPN permitió que sus dos escuderos, Luis Videgaray y Miguel Ángel Osorio Chong se repartiesen el pastel de la inseguridad. En su momento, en Colima ganó un candidato afín a Videgaray, (El Pacífico). Aquí en Tamaulipas, (el Atlántico), se rumora, la partida se la llevó Osorio Chong en su negociación con los panistas. El alfil de Videgaray, Baltazar Hinojosa Ochoa, fue derrotado.
En el 2018, con el arribo de Andrés Manuel López Obrador, se produjo un punto de quiebre, porque AMLO cambia la estrategia.
Pero además empieza por escarbar o exponer casi dos décadas de complicidades del prianismo, desde la llegada de Fox en el 2000, pero con especial énfasis en el Calderonato, cuyo principal operador es Genaro García Luna.
El presidente Peña Nieto se había hecho de la vista gorda ante los delitos del llamado Super secretario calderonista. Pero AMLO los puso en el centro del debate político.
En este capítulo nos encontramos ahorita.
La detención de García Luna en el 2019 en Estados Unidos, y los recientes capítulos que refuerzan sus presuntas fechorías, exhibidas por la justicia estadounidense, hacen pensar en que, AMLO está poniendo en jaque al grupo Calderón, del cual el Tamaulipas azul es un fuerte baluarte.
En este amplio contexto, la reciente elección tamaulipeca, no es una más de las seis que se llevaron a cabo este cinco de junio. Tamaulipas es una pieza medular en el que están enfrascadas dos estrategias de largo alcance nacional: la pacifista del obradorismo y la bélica del calderonato.
Actualmente el gobierno estadounidense de Joe Biden con su amenaza de recesión, requiere de escándalos que galvanicen en materia de percepción ciudadana, los temas duros que enfrenta en materia económica y social. Por ese lado el calderonismo está en posición vulnerable. De ahí que, asuntos como el de García Luna son bien socorridos.
Otro factor que sin duda incidirá en el desenlace del enfrentamiento AMLO-Calderón, (aliado con Claudio X), es el reciente triunfo presidencial del izquierdista Gustavo Petro en Colombia. Este resultado podría cerrar la pinza de la estrategia de los aliados obradoristas en América Latina.
En México, el presidente AMLO le ha estado dando inusual vuelo al tema García Luna en las mañaneras. Pero la pieza mayor que AMLO tiene en la mira, indudablemente que es el ex Presidente Calderón.
Tamaulipas es rehén de esta guerra que se está dando entre dos estrategias de poder. La clase política de nuestro estado de diferentes partidos está expuesta al desgaste, aunque en el caso específico de MORENA y sus liderazgos, es prácticamente imposible que echen abajo una elección democrática y ciudadana, de cuyos resultados no existe ninguna duda.
Recientemente, desde la mañanera en Palacio Nacional, el presidente López Obrador rindió especial tributo al heroísmo electoral del pueblo de Tamaulipas.
La lectura de esta expresión pronunciada desde la máxima institución del poder político, nos dice que el alto mando de la 4T no permitirá que los tribunales tuerzan la voluntad ciudadana expresada el pasado cinco de junio.
Habrá que estar muy atentos.
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