OPINIÓN PÚBLICA
Por Felipe Martínez Chávez
Los funerales del PAN Tamaulipas
VICTORIA, Tamaulipas | Los éxitos que a lo largo de 35 años de lucha alcanzaron un puñado de panistas de la vieja guardia, idealistas y doctrinarios, los tiraron a la basura de la historia los funcionarios que se van.
El gran “honor” de sepulturero del partido lo tendrá Luis René “Cacharro” Cantú, para variar de Reynosa.
Los funerales comenzarán el 23 del presente, con la asamblea estatal para designar al consejo que tomará en sus manos el procedimiento para nombrar un nuevo CDE en septiembre. El “dedazo” sigue pendiente.
En último clavo al ataúd será colocado en septiembre con un epitafio que cada quien, usted y yo querido lector, podrá colocar a su gusto. Por lo pronto y al menos en el siguiente medio siglo, mientras viva la presente generación de electores, no resucitará entre los muertos.
Le hicieron mucho daño a Tamaulipas como para recibir perdón y olvido. Van al cajón de la basura.
No duraron mucho. Sepultaron su popularidad en menos de cinco años, como para lograr la promesa ciudadana de “ya nunca más” permitirles volver al poder.
Los viejos celestes recuerdan con romanticismo y nostalgia el crecimiento panista en la primera mitad de la década de los ochentas, siglo pasado. Dos mujeres se partieron la espalda por darle credibilidad a las siglas de los conservadores, Lydia Madero García y Leonor Sarre Navarro, regias de nacimiento, pero con alma cueruda. Crearon y estructuraron el partido y disfrutaron parte de sus mieles.
En 1983 con David Blanco Espinoza, en Valle Hermoso, el PAN ganó la primera alcaldía. Fue un triunfo que hizo respetar el entonces Gobernador Emilio Martínez Manautou, ante los embates del “fuego amigo” de los propios azules. Le tiraban manotazos al presupuesto.
Lydia, hoy de 72 años, jugó la candidatura a la alcaldía capitalina en 1986, con lo que abrió el camino a los puestos de elección. Volvió a ser en 1998 y volvió a perder.
Sin embargo, la revolución le hizo justicia: Llegó al congreso local, federal y Senado y muy cerca de ella estuvo Sarre, ahora fallecida.
Alcanzaron la gubernatura, sí, pero con la más grande decepción ciudadana que los echó a patadas del poder pese a la compra de conciencias y votos, con dádivas y billetes de 500 pesillos.
Vulneraron el decálogo que dice que, el primer fin de un partido es conquistar el poder y, el segundo, conservarlo. No se ganaron la continuidad. Se sirvieron del presupuesto con la cuchara grande. Institucionalizaron la corrupción.
Para la historia y la caja mortuoria quedará la inscripción de quienes fueron sus candidatos a la gubernatura a partir de 1992: Jorge Cárdenas, Gustavo Cárdenas Gutiérrez (dos ocasiones) y José Julián Sacramento Garza.
Prácticamente una sola familia. Jorge es el padre de Gustavo y Julián el yerno.
Así terminó la historia azul. Para el baúl de los recuerdos también los nombres de figuras que cobraron en la dirigencia estatal: Alejandro Galván Garza, Gustavo Cárdenas Gutiérrez, Alejandro Sáenz Garza -falleció en 2008-, Javier Garza de Coss, José Alberto López Fonseca, Cesar Augusto Verástegui, Francisco Elizondo Salazar y otros menos recordados por la militancia.
Los primeros diputados azules, aquellos sí de combate, fueron Francisco García Lozano y Jorge Angel Camargo. Entendían la política, debatían, pero no insultaban. Otros diputados de línea dura, Juan Ángel Ibarra Tamez, Alberto Compeán Ramírez, Ramón Sampayo Ortiz.
Para un partido 40 años es una vida muy corta, desde el inicio de su activismo a llegar a ocupar la gubernatura. Morenas se integró en 2014 y ocho años después será gobierno.
La corrupción los hundió. Se fueron sobre la caja de las galletas ante la mirada incrédula de los ciudadanos, que ya no perdonan.
En los noventas el PAN contaba en Tamaulipas con un promedio de mil afiliados; en 2021 con 12,800. Al dos de agosto del 2022 informa que sus activos no llegan a los 8,400.
A ese ritmo, para el refrendo del INE de diciembre del 2023 podría perder el registro por falta de militancia.
¿Qué figuras del panismo quedan? Los Peñas y Chumas de Reynosa están perdidos. Poco capital político les queda a las Salazar, Leticia, Verónica y otros nombres de Matamoros. Ni los del sur que ahora lidera “El Árabe” Nader.
Se perdieron un Ángel Sierra Ramírez, o Irene Alzaga Madaria, Loncho Mejía, Arturo Elizondo y gente de ese calibre que en su tiempo lucharon por las siglas. Cuando llegó el cabecismo arriaron banderas y se escondieron.
El comité organizador de los funerales está listo: Preside Juan Alejandro Rivera Torres, acompañado de Marcela Leonel Hervert, Yanette Cepeda Rodríguez, Yéssica Tamez Hernández y Alfredo Dávila Crespo.
Por cierto, a los cronistas que cubren Congreso del Estado, se les “pasó” la iniciativa de punto de acuerdo en que la bancada de Morena exhorta a la fiscalía general de la República a investigar al secretario General de Gobierno, Gerardo Peña, y al Auditor Superior, Jorge Espino Ascanio, por actos del “retoño” de este último, Luis Alejandro, que podrían ser constitutivos de delito.
El tambache de presuntos delitos, según el ofrecimiento de cinco melones de pesos que hizo el muchacho: soborno, cohecho, peculado, desvío de recursos públicos, abuso de funciones, enriquecimiento ilícito, tráfico de influencias y nepotismo.
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