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Todos deberíamos ser

REFLEXIONES
Por Mtra. Emilia Vela González
Todos deberíamos ser  

A inicios de semana acudí a Sanborns con la idea de buscar un libro específico para regalo. No lo encontré, pero como invariablemente sucede cuando acudo a tal establecimiento, me topé con dos que captaron mi atención y opté por adquirirlos. 

Sucedió que, revisando la variedad de libros exhibidos en los anaqueles, advertí un pequeño ejemplar en el que destacaba el nombre de  Chichimanda Ngozi Adichi bajo el cual aparecía la frase “Todos deberíamos ser feministas”, la conjugación de la autora y el tema despertaron mi interés. 

El nombre de Chichimanda, lo escuché por primera ocasión en el Diplomado que, sobre Museos, Curaduría e Innovación, recientemente fuera ofrecido por el IRCA.  Fue precisamente en la catedra impartida por el excelente Maestro Horacio Correa, quien en el curso de la misma nos exhibió un video, en el cual la citada escritora de origen africano, imparte una conferencia denominada “El peligro de contar una sola Historia”, misma en la que pone en evidencia cómo las personas nos dejamos guiar por estereotipos que poco o nada tienen que ver con la realidad, la nuestra y la ajena. 

Al concluir el citado video, el maestro preguntó a quienes integrábamos el alumnado sobre cuantas historias habíamos captado en aquella extraordinaria charla. Comparto la siguiente: La autora, educada en sus primeros años en su natal Nigeria y profesionalmente en Estados Unidos, admitió que la idea que le habían dado sobre México, por decirlo resumidamente, era que se trataba de un país de migrantes y delincuentes. Y Admitió haberse sentido avergonzada de sí misma cuando acudió a la Feria Internacional del Libro en Guadalajara y al caminar por sus calles observar a las personas acudir a su trabajo o desempeñando este. 

La conferencia me impactó lo suficiente como para buscarla en Youtube y compartirla en el muro de FB. Respecto al contenido del pequeño ejemplar adquirido recientemente, se refiere a una versión revisada de una conferencia impartida hace algunos años por Chimimanda. 

En el mismo menciona que tendría catorce años cuando en medio de una discusión con un amigo, este la catalogó de feminista, y que, aunque ignoraba el significado de la expresión, por el tono utilizado entendió que no se trataba de un halago. 

Dado las recomendaciones de que no se identificara como feminista, fue advirtiendo las connotaciones negativas que suele atribuirse a dicho término, tales como: “Son mujeres infelices porque no consiguen marido”. Yo he conocido a muchas cuyo motivo de infelicidad ha sido precisamente por tenerlo o como dice la autora hay mujeres jóvenes a quienes les afecta tanto la presión social y familiar por el matrimonio que acaban tomando decisiones erróneas. “Las feministas odian a los hombres “. Nada más lejos de la realidad, aunque si pretenden igualdad en Derechos y dignidad. 

Si bien aborda algunos aspectos que pueden ser propios de África o de Estados Unidos, en realidad hace referencia a lo que podíamos considerar lugares comunes   de cualquier país tales como: Que el hombre y la mujer realicen el mismo trabajo y esta última tenga una percepción menor; la aceptación de un jefe duro y estricto y la resistencia y poca tolerancia cuando la misma conducta la asume una mujer; ignorar en reunión de trabajo las sugerencias y observaciones de una mujer y aceptar cómo válidas cuando las mismas las hace un varón; que la pareja tenga trabajo fuera del hogar y al regresar a este, ella sea la que desempeña las labores domésticas o que la madre se sienta agradecida porque el padre cambie los pañales del bebé, no obstante tratarse de una corresponsabilidad. 

Comparte que tiene dos sobrinas gemelas, y expresa que, si estas hubieran nacido cien años antes, se la habrían llevado y matado, porque conforme a la cultura igbo, a la que pertenece, se consideraba que un nacimiento de tal naturaleza constituía un mal presagio, lo que en la actualidad resulta inimaginable. 

Ella considera que, en el pasado, cuando la supervivencia dependía de la fuerza física era justificado considerar el liderazgo de los hombres, pero que el mundo ha cambiado y ya no se requiere de dicho atributo para ser líder. Hombres y mujeres pueden ser iguales de inteligentes, innovadores y creativos. Hemos evolucionado, afirma, pero la idea sobre el género no. 

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