BRASILIA, Brasil | Los brasileños votan este domingo entre mantener a Jair Bolsonaro en el poder o devolver la presidencia al gran favorito en las encuestas, Lula da Silva, dos archirrivales que encarnan visiones de Brasil completamente opuestas.
El izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva parte con el viento a favor incluso para imponerse en esta primera vuelta, mientras que el presidente ultraderechista insiste en que los sondeos mienten y ha asegurado que solo reconocerá los resultados si las elecciones son «limpias».
La última encuesta del sábado del Instituto Datafolha atribuye 36% de las intenciones de votos válidos a Bolsonaro frente a 50% para el expresidente Lula (2003-2010), porcentaje mínimo para evitar un segundo turno el 30 de octubre.
Unos 156 millones de electores están llamados a votar en los colegios, que abrirán entre las 8H00 y 17H00 horas locales (11H00 y 20H00 GMT). Los resultados se esperan pocas horas después del cierre de las mesas de votación.
Bolsonaro, un ex capitán del ejército de 67 años, ha gobernado durante cuatro años el mayor país de América Latina a golpe de crisis, especialmente con una fustigada gestión de la pandemia que dejó 686.000 muertos y un desafío constante a las instituciones democráticas.
Mantiene un sólido apoyo entre el electorado evangélico, el agronegocio y los sectores más conservadores que defienden una sociedad basada en Dios y la familia o el no al aborto.
Lula, a la caza de apoyos
Lula vuelve al ruedo político tras haber dejado el poder con un envidiable índice de popularidad, pero sin haberse podido sacudir a ojos de parte de la sociedad la mancha de la corrupción. Fue condenado y luego absuelto por motivos procesales por el escándalo «Lava Jato» sobre una red de sobornos en la petrolera estatal Petrobras.
Este autodenominado «joven de 76 años», excarcelado en noviembre de 2019 tras pasar 19 meses en prisión, cuenta con el apoyo de las clases populares, las mujeres y jóvenes, pero también ha tratado de seducir al mercado y sectores moderados, fichando como vice al tecnócrata Geraldo Alckmin.
De ganar, promete combatir el hambre en Brasil, sacar al país de su aislamiento diplomático y poner fin a su imagen de «paria» medioambiental, debido a la deforestación masiva de la Amazonía registrada bajo Bolsonaro.
Reconocimiento internacional
Si el ex sindicalista gana en primera vuelta, «Bolsonaro cuestionará» los resultados, prevé el analista Adriano Laureno, de la consultora Prospectiva.
Desde hace meses, el ultraderechista arremete sin ninguna prueba contra la fiabilidad del voto electrónico vigente en Brasil desde 1996, sistema con el que no obstante fue elegido siete veces diputado y una como presidente.
Su actitud ha llevado a muchos observadores a no descartar algún conato de violencia por parte de sus seguidores, como ocurrió con la toma del Capitolio estadounidense en enero de 2021, dos meses tras la derrota de Donald Trump.
Pero según Laureno, el ultraderechista no cuenta con los apoyos internos necesarios para tener éxito en un desafío a la justicia electoral.
«Ni la prensa, ni la élite económica en Brasil son favorables a un quiebre institucional», afirma.
Además, se espera un reconocimiento «rápido» y «generalizado» de los resultados por parte de la comunidad internacional, que aislaría a Bolsonaro todavía más, agrega.
«El menos peor»
Los brasileños han vivido una creciente polarización y aunque casi nueve de cada diez eligió a su candidato hace meses, según las encuestas, a menudo la elección se basa en el rechazo del adversario.
«Si el arrepentimiento matara, ya estaría muerto», admite el locutor de rodeo Reginaldo Gomes, que tras hacer campaña en 2018 por Bolsonaro en Bahia (noreste) votará esta vez a Lula.
«¿Puedo ser sincero? Votaré a Bolsonaro. Lula robó más que nadie. El presidente no me gusta, pero es el menos peor», afirma Thiago Silva, un taxista de 35 años de Rio de Janeiro.
Pero «si gana Lula, lo voy a aceptar. De todas formas, gane quien gane, seguiré levantándome a las seis para trabajar 12 horas diarias», agrega.
Los electores también elegirán el domingo la Cámara Baja del Congreso, un tercio del Senado y los gobernadores y asambleas legislativas de los 27 estados.
*Con información de RFI y AFP.
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