Ambrocio López GutierrezOpiniónVictoria y Anexas

Un tesoro turístico y cultural

VICTORIA Y ANEXAS
Por Ambrocio López Gutiérrez
Un tesoro turístico y cultural 

En este texto se pretende describir la historia del edificio de la aduana marítima del puerto de Tampico, tomando en cuenta la batalla que se libró en sus inmediaciones dos años después de su construcción. El desarrollo de este planteamiento tendrá por objetivos particulares la descripción de sus aspectos generales, antecedentes históricos, su construcción y, por último, el uso actual del edificio. Los objetivos anteriores dan cuenta de un trabajo descriptivo, el cual pretende brindar una mejor comprensión acerca de la historia de este edificio. La información proviene de fuentes secundarias, como artículos electrónicos de periódicos e incluso del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Karla Michelle Rojano Medina, licenciada en Turismo, egresada de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, sostiene lo anterior y agrega: 

Su presencia en nuestra historia data de 1827 cuando se estableció su primera aduana para recibir embarcaciones de gran calado. Dos años después, se libró en sus inmediaciones la batalla final contra los españoles que ansiaban recuperar México después de que nuestro país obtuvo su libertad. En la segunda mitad del siglo XIX el puerto de Tampico empezó a mostrar cierto auge comercial gracias a las diversas obras que experimentó: canal de acceso, su primer muelle (1870), diques, escolleras y dragado (1889); tres almacenes y cuatro muelles más de 145 metros cada uno (1903). Con estos elementos se hizo necesaria la construcción de un edificio digno que alojara a la Aduana de Tampico y que enviara al mundo una señal de fortaleza y confianza económica. El Porfiriato lo hizo posible. Vale destacar que la turistóloga consultó archivos del INAH, del municipio, del estado y de la propia aduana para la elaboración de este texto que contribuye a la divulgación de un tesoro arquitectónico, turístico y cultural. 

En 1829 fue derrotada la corona española en un último intento de reconquistar a México, en la Plaza de la Libertad, punto donde estaba la primera aduana. La construcción de la aduana marítima fue ordenada tras el incendio de las instalaciones originales. Con planos y tabiques de origen británico, la obra inició en 1896 en una franja entre el Pánuco y su afluente, el Tamesí, y formó un conjunto con la estación del tren. A Díaz le aconsejaron instalar el complejo del otro lado del río, en Veracruz, pero la propia Carmen Romero Rubio, tamaulipeca y esposa del mandatario, lo convenció de lo contrario. El 10 de febrero de 1827 se estableció por decreto la (antigua) Aduana Marítima en Tampico; y empezó a adquirir un auge comercial y portuario en 1850, en virtud de la habilitación del puerto que incluía escolleras y canal de acceso. 

PORFIRIO DÍAZ inauguró el primer muelle; las escolleras, los diques y el dragado se completaron en 1889, incluyendo tres almacenes y cuatro muelles de 145 metros cada uno, los cuales se concluyeron en 1903. El edificio de la Aduana Marítima se comenzó a ensamblar en 1896, y fue Porfirio Díaz quien personalmente encargó los planos a la Compañía de Ferrocarriles Centrales Mexicanos, cuyo costo inicial fue de 1 850 000 pesos en oro, incluso se cuenta que fue el mismo don Porfirio quien eligió el diseño, haciendo la compra por a una compañía inglesa y lo inauguró el propio general el 16 de octubre de 1902. Hace poco más de un lustro, fue concluida la excelente restauración. El edificio, de claro estilo inglés, fue construido a base de elementos prefabricados de hierro fundido con sólidos y pesados ladrillos traídos de Inglaterra como lastre en los barcos que venían por materias primas codiciadas en Europa. 

La licenciada Rojano Medina, también estudiosa de la Historia y la gestión  del patrimonio cultural, destaca además que: Las columnas, esbeltas y elegantes, son de fierro colado proveniente de Francia, y ostentan hermosos capiteles compuestos (jónico y corintio); los sorprendentes barandales y enrejados de las ventanas, verdaderos encajes metálicos, son de hierro forjado igualmente francés; mientras que las ventanas, puertas y algunos elementos de madera fueron traídos de Lousiana, Estados Unidos. Los pisos son de granito pulido con figuras geométricas formadas por tiras de bronce incrustadas en el mismo granito. Aún conserva muchos de los elementos originales, propios del estilo decorativo de la época, como las tres puertas de accesos fabricados de madera, las columnas y las escaleras de fierro colado. 

Es una construcción de dos plantas, rojiza debido al color de su ladrillo británico. Predominan las formas de los arcos de medio punto espaciados en las ventanas de la planta baja, y continuos en el pórtico del corredor que circunda tres de los cuatro puntos cardinales, y cuya amplitud permite el flujo de visitantes por fuera de las áreas de oficinas. En el exterior de la Aduana las curvaturas de sus arcos contrastan con sus techos a dos aguas y con los triángulos o frontones que las rematan, con un ojo de buey al centro. Al entrar al edificio lo recibe un vestíbulo con fastuosas escaleras que conducen al segundo nivel, flanqueadas por columnatas de bronce y barandales europeos. En el primer descanso se aprecian vetustos azulejos en los que destaca una representación del escudo nacional de tiempos del porfiriato, hecho en mosaico veneciano. 

LOS NUMEROSOS y singulares detalles arquitectónicos y ornamentales de la Aduana Marítima de Tampico sorprenden al visitante. Durante 1993 y luego de intensos estudios, se declaró zona patrimonial el centro de la ciudad de Tampico, abarcando tres cuadras de este sector, conformados por 66 manzanas con un total de 200 edificios, los cuales comenzaron a ser rehabilitados a través del apoyo de un fideicomiso. A partir de la declaratoria de zona patrimonial, las diversas autoridades municipales se dieron a la tarea de rehabilitar los principales edificios de la zona patrimonial como lo eran la Aduana Marítima, el edificio de Correos y el edificio de Hacienda, seis edificios de carácter público, ubicados en el sector más antiguo de la ciudad, dichas acciones le dieron nueva vida al sector incrementado la calidad del hábitat. 

Hoy la antigua Aduana ha sido desplazada por instalaciones adecuadas para el alto tonelaje. Para exponer el tema de la defensa porteña, el área de archivo de la ex aduana fue reacondicionada y en 2004 fue inaugurado en la planta baja del edificio de la Aduana, el Museo La Victoria de Tampico 1829 tras un trabajo de restauración integral digno, que permite asegurar una larga vida a este notable e histórico inmueble. Dentro de su exhibición se destacan uno de los cañones utilizados en las batallas que consolidaron la Independencia frente a España y la Cruz de Tampico, condecoración otorgada a los héroes del movimiento independentista. 

También se exhiben diversas armas y objetos que fueron utilizados en las diversas batallas que se libraron para conseguir la Independencia, así como cuadros, banderas y documentos originales. El edificio de la aduana marítima de Tampico es una importante pieza arquitectónica con un estilo inglés que nos transporta a la época del porfiriato, que combina a la perfección con la estética del centro histórico de la ciudad y que se considera oportuno promover su conservación para desarrollar nuevos proyectos que impulsen el interés por la historia de nuestra ciudad. La turistóloga egresada de la Facultad de Derecho de Tampico invita a valorar el patrimonio de los tamaulipecos. 

Correo: amlogtz@gmail.com 

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