CUADRANTE POLITICO
Por Fernando Acuña Piñeiro
Benito Juárez no nació en Mexico
Benito Juárez no nació en México. Pero no se altere con el título de este artículo, estimado lector, porque el héroe más nombrado de nuestro país, era en esencia más mexicano que el mezcal oaxaqueño. Pero nació a principios del siglo XIX, cuando regía aquí el sistema de castas, en los tiempos del rey Carlos IV.
Para efectos cronológicos, mientras el niño Benemérito de escasa edad correteaba tras las borregas en la helada región mixteca, el cura Hidalgo llamaba a la insurrección en Guanajuato.
Su llegada al mundo se dio en 1806, (cuatro años antes de dar inicio la guerra de independencia), cuando la condición política e histórica de nuestro país, era la de una colonia de la monarquía peninsular europea. Por lo tanto, para efectos documentales y de investigación periodística, don Benito nació en el Virreinato de la Nueva España, cuando los curas eran los que llevaban el control de nacimientos y defunciones, y no el gobierno.
Este dato es de lo más importante, porque justamente este hombre surgido de una etnia zapoteca, enclavada en la sierra norte de Oaxaca, posteriormente se convierte en el Presidente cuya tarea central es crear el nuevo Estado mexicano.
Más que un líder social, Juárez se significa por ser un abogado con una férrea e intransigente vocación nacionalista y republicana, empeñada en darle certeza jurídica y contenido ideológico, a un país que a cuatro décadas de su independencia, seguía padeciendo graves injusticias y privilegios.
Ya como jefe político del país, Juárez encabezó la expropiación de la poderosa hacienda eclesiástica. Pero las llamadas Leyes de Reforma, expedidas desde el puerto de Veracruz, (y no desde la capital del país) eran mucho más amplias.
Por ejemplo, otro de sus avances, fue la de quitarle a la iglesia la facultad de registrar oficialmente a la población y de casar a las parejas de esa época. A partir de entonces, nació el registro civil y fue el gobierno el encargado de realizar este tipo de trámites, que hoy forman parte de la documentación cotidiana.
Juárez fue el gran estadista que desmanteló a la iglesia, la aliada espiritual de la monarquía española, durante y después de la conquista. Pero lo que pocos saben, es que el estadista oaxaqueño, se educó en colegios religiosos, conducidos por monjes franciscanos.
Es decir, el ala más humilde y misionera del clero europeo, fue la que se encargó de darle las armas teóricas a un modesto indígena zapoteco, en un tiempo en que los de su estrato social, solo aspiraban a ser panaderos y artesanos. Una de las frases célebres de los educadores franciscanos que aun se recuerda en México, es la de: primero formarlos como hombres, para que puedan ser buenos cristianos.
Ya empoderado, Juárez le entró con pasión a la política. Fue diputado federal y gobernador de su estado. Ciertamente fue un líder revolucionario pues desapareció los fueros eclesiásticos, que le permitían a la iglesia intervenir en temas de negocios personales y de presupuesto, entre otros rubros.
Esta es la historia de Juárez que se religió en dos ocasiones, pero no para tratar mal al pueblo, como sí lo hizo su paisano Porfirio Díaz. A Juárez, sus adversarios y malquerientes, surgidos de la clase fifí, le achacan que no era austero, como hoy lo proclama su más fiel admirador, el Presidente AMLO.
Se ha llegado a decir que Juárez tenía, según los notarios públicos de su época, casas costosas como la del llamado Portal de Mercaderes, la de San Francisco , y la de Tiburcio ebn lo que hoy es la calle República de Uruguay, muy cerquita de Palacio Nacional. Otra más en la calle Coronel en Oaxaca y la de Margarita su esposa en San Cosme. Además se le atribuye una calesa, alhajas, y piedras preciosas, muebles, espejos, candelabros.
Que se quedó con la espada de Maximiliano, además de acciones en minas, ferrocarriles y dinero en efectivo. En suma, se dice que la evaluación de su fortuna ascendía a 151 mil 233 pesos, lo equivalente a unos 64 millones de hoy.
Todo esto, a final de cuentas, no son más que falacias, porque si en realidad se hubiese enriquecido en el poder, sus hijos no hubiesen muerto a tan corta edad. En la ciudad de México, hay un panteón semiabandonado, donde se encuentran varias gavetas de mármol, con letreros que indican los nombres de sus pequeños hijos.
De los doce hijos que tuvieron don Benito y su esposa Margarita, tres mujeres y dos varones murieron muy pequeños.
El 18 de Julio de 1872, Juárez murió en sus habitaciones de Palacio Nacional, una alcoba que según los historiadores de ese tiempo, carecía de lujos, y se destacaba por su sobriedad.
Nada que ver con los aposentos de Maximiliano y Carlota, que hace algunos años pude ver en el Castillo de Chapultepec.
Estos dos estilos de ejercer el poder siguen existiendo en la actualidad. Los del pasado con su boato y riquezas inexplicables. Mientras que otros más recientes asumen la austeridad republicana como divisa en la vida diaria.
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