CUADRANTE POLÍTICO
Por Fernando Acuña Piñeiro
Mancha Cabeza de Vaca, la cuera tamaulipeca
Tradicionalmente la cuera tamaulipeca, máximo símbolo de nuestra patria norestense, la portan hombres honestos y cabales, que se ganan diariamente el sustento, con el sudor de su frente.
Pero no personajes corruptos, oscuros y tormentosos, que siempre han vivido en Texas. Y actualmente son prófugos de la justicia.
La famosa cuera tamaulipeca, en sus orígenes era usada por los vaqueros del altiplano tulteco, en sus rudas faenas del día a día.
Pero hoy, es utilizada por personajes acusados de saquear presupuestalmente a nuestro estado, como el exgobernador Francisco García Cabeza de Vaca.
Por eso ahora que el exgobernador panista de triste memoria en Tamaulipas y en el país, acaba de aparecer en un rodeo de Houston, (bajo los acordes de un huapango huasteco y vistiendo la folclórica prenda de origen tulteco), escuchamos muchos comentarios de familias de bien, repudiándolo y exigiéndole que regrese a Tamaulipas, todo lo que se llevó, durante su reciente administración.
El fondo de este placeo texano, por parte de Cabeza, es porque no puede poner aun un pie en México, bajo el riesgo de ser detenido. El exgobernador azul, anda haciendo ruido, promoviéndose políticamente allende la frontera, porque en el 2024, buscará, (como es su costumbre), por la vía de los cañonazos millonarios, obtener una candidatura, y blindarse contra las delicadas acusaciones penales en su contra.
Por esa razón anda haciendo el ridículo en Houston Texas, usando la cuera de nuestro estado, y tratando de aparentar una despreocupación que está muy lejos de sentir. Sobre todo, ahora que su amigo Genaro García Luna, acaba de ser declarado culpable por el sistema judicial estadounidense.
El proceso de impunidad de Cabeza de Vaca es el siguiente:
Ministros de la Corte, Fiscales, jueces, legisladores propios y ajenos. Una larga lista de personajes sospechosos de ser maiceados, o seducidos por la chequera de los cuernos, figuran en el expediente del cinismo cabecista, en Tamaulipas y en el país.
La historia de los controvertidos fallos a los que ha sido sometido el exgobernador Cabeza de Vaca representa sin duda, un ejemplo fehaciente de lo que el poder corruptor de una fortuna millonaria e inexplicable puede lograr, cuando se trata de lograr impunidad, en los entretelones judiciales y punitivos del sistema político mexicano.
La historia del panista más antipopular de la última década es compleja, pero perfectamente explicable. Sobre todo, cuando se sabe que se la ha pasado eludiendo a la justicia, a base de comprar conciencias de personajes ubicados en cargos claves del andamiaje judicial y fiscalizador.
El único tribunal que ha declarado culpable y ha castigado severamente a Cabeza de Vaca, es el del voto ciudadano, mismo que echó a su grupo del poder en Tamaulipas, durante la reciente elección por la gubernatura.
El saldo de corrupción del cabecismo en nuestro estado, es terriblemente escandaloso. Y de no ser porque dejó sembrados achichincles como el Fiscal Irving Barrios, o David Cerda Zúñiga en el Poder Judicial, ya desde el primer mes del presente sexenio, varios de sus cómplices sexenales, hubiesen sido llamados a cuentas por sus corruptelas y fechorías.
Una de ellas es Omeheira López Reyna, esposa del vocero cabecista Francisco García Juárez, y en torno a los cuales hay todo un expediente de corrupción. Hablamos del grupo más cercano al exgobernador Cabeza, que recientemente, (como le decíamos en un inicio), público en las redes sociales, su participación en un rodeo texano, vestido con la cuera tamaulipeca.
Otra de las que está en la cuerda floja de las acusaciones por corrupción y opacidad, es la exsecretaria de salud, Gloria Molina Gamboa. La chiapaneca que hizo el trabajo sucio y se prestó a los enjuagues con el clan Cabecista, después de que la anterior titular, Lidia Madero se negó rotundamente a servirles de tapadera. Y prefirió renunciar, antes que servirle al cabecismo de tapete, para sus fechorías.
Por lo pronto, Cabeza se la pasa en Texas haciendo campaña, a base de huapangos e indumentarias típicas que nada tienen que ver con su realidad de corte penal.
Desde México, la justicia lo sigue monitoreando. Aguas, porque el “factor AMLO” está muy lejos de concluir.
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