OPINIÓN PÚBLICA
Por Felipe Martínez Chávez
La revuelta de Cabeza de Vaca
CD. VICTORIA, Tamaulipas | Rompió las reglas -no escritas- del juego político que obligan a retirarse con discreción, dejar gobernar a su sucesor, no entrometerse en asuntos públicos por lo menos en los siguientes seis años.
¿Qué quiere Francisco Javier García? ¿agitar y desestabilizar Tamaulipas? ¿hasta dónde quiere llegar? Así como fue su administración, de escándalo por la voracidad con que gobernaron, así llegó al retiro, también inédito. No quiere irse.
Con una actitud enfermiza por el poder, ha tomado una bandera de protagonismo colocándose al frente de la oposición a la 4TT, algo que es función de los partidos o instituciones civiles.
Desde hace varios días personalmente dirige una revuelta en redes sociales en contra de su sucesor Américo Villarreal y grupo Morena, como tratando de desvirtuar las acciones del nuevo gobierno. Lo hace desde el exilio.
Ya fue Gobernador, no puede volver a serlo, y sabe que en la democracia se gana o se pierde. No se entienden sus ambiciones ¿quiere un cacicazgo? El pueblo negó continuidad a su partido pese a la descarada compra de votos.
Llegaron con un proyecto de varios sexenios y se acabaron el crédito ciudadano en un abrir y cerrar de ojos. Primero él, luego el hermanito y la esposa, como esparcieron rumores.
¿Qué busca el revoltoso? Está en el camino de la disolución social. Se sabe que, con su estilo pendenciero y bravucón, pronto ordenará sabotajes consta las instituciones, marchas y plantones callejeros, agitar donde se pueda.
¿Llegar a la Presidencias de la República? No es a los tamaulipecos a los que tiene que convencer de sus bondades. Aquí la gente ya los conoce, sabemos que no tiene remedio, que se hace la víctima y utiliza el método del clatuache (hacerse del muertito) para escapar.
Antes había moral y se respetaba la palabra. Hasta el inexperto Egidio Torre Cantú, ahora refugiado en Nuevo León, observóó la regla no escrita de no opinar, dejar que el nuevo gobernante aterrice su proyecto y la ciudadanía califique libremente.
Torre le entregó Tamaulipas para que se sirviera con la cuchara grande, y no desaprovechó. A cambio recibió protección e impunidad a los saqueos presupuestales que también se le detectaron. Nadie de los suyos fue a dar al bote
A él, Francisco, en vez de obstaculizarlo, Egidio se puso a su servicio, le entregó el PRI en charola de plata a través de Sergio “checo” Maldonado y los sectores del partido. La hizo de sirviente.
A partir de Tomás Yarrington Ruvalcaba, rompiendo también la tradición partidista, “Gobernador sí puso gobernador”. Aun así, no se metió en la administración de Eugenio Hernández. Igual Cavazos Lerma mantuvo distancia de quienes le sucedieron.
Más atrás, hay exgobernadores que se alejaron de territorio para no dar lugar a malas interpretaciones como Praxedis Balboa, Treviño Zapata, Horacio Terán y Magdaleno Aguilar Castillo, por mencionar algunos.
Otros siguieron viviendo en el terruño, pero se mantuvieron al margen como Enrique Cárdenas González, doctor Emilio Martínez, el propio Yarrington y Eugenio. Guardaron respeto y hasta colaboraron en la cosa pública aun cuando los sucesores no fueran de su agrado.
Cabeza inició una loca campaña en contra del gobierno americanista, ignorando aquel otro principio que dice que, para tener la lengua larga, hay que tener la cola muy corta. Las críticas del respetable se le vinieron encima.
No hay que olvidar que, en la función pública, quien le tira patadas al sistema y trae cola, corre riesgo de cárcel. No puede seguir paseando su impunidad y queriendo seguir siendo factor de decisión. Los cacicazgos ya están prohibidos. El último quedó cerrado en marzo del 1947 con la caída de de Hugo Pedro González Lugo.
Los gobernadores culminaron su ejercicio y se retiraron del territorio para no entorpecer la tarea del siguiente. Así lo dicen las reglas de urbanidad política.
La aprobación o desprecio a un gobierno es algo que tiene que hacer la sociedad civil y los partidos, no los mismos ex. A él comenzó a juzgarlo la historia, a reserva de “mejorar”, con calificativo ganado a pulso: Es el peor gobernador en la historia de Tamaulipas.
En una modesta opinión, más le vale a Don Francisco que no le jale de más los “aquellitos” al tigre. Tiene muchas cuentas pendientes con la justicia federal y del fuero común. Le pueden dar una “desconocida” cuando menos lo espere.
Demasiada estrechez mental. Pensó que sus comentarios en redes se convertirían en bola de nieve para contrarrestar a los morenistas. No se dará el acto mágico que espera rumbo a la Presidencia de México.
La verdad es que los ingenuos abundan. Nos despertamos con la noticia que otro paisano quiere llegar a Palacio Nacional. Es el tampiqueño José Angel Gurría, exsecretario con Ernesto Zedillo ¿competidor de Cabeza? Dios los cría y ellos se juntan.
Abundaremos.
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