CUADRANTE POLÍTICO
Por Fernando Acuña Piñeiro
Cabeza y el síndrome de hubris, (La enfermedad del poder)
Desde su llegada al trono municipal de Reynosa, en el 2005, Cabeza de Vaca empezó a construirse una fama de prepotencia, arrogancia, soberbia e impulsividad.
Su proceso de voracidad por el poder, y carencia de escrúpulos para conseguirlo, había iniciado.
Buscó ser gobernador en el 2010, y fue frenado por una panista muy cercana al matrimonio Calderón-Zavala. En el 2016, logró colarse a la primera esquina de Palacio, utilizando la coyuntura de la reforma energética, hacia el final del podrido y decadente sexenio de Enrique Peña Nieto.
Fue durante su ejercicio sexenal 2016-2022 que Cabeza de Vaca acreditó con creces, el perfil de ser un paciente que cumplía a cabalidad con los síntomas citados por el neurólogo británico David Owen, mismo que descubrió en el 2008, lo que ahora se conoce como “El Síndrome de Hubris”, identificado como la Enfermedad del Poder.
He aquí algunas de sus características clínicas: los más de tres millones de tamaulipecas y tamaulipecos de bien, podrán corroborar los siguientes rasgos.
Uno: Propensión a ver el mundo del poder, con una visión narcisista, y una creciente atracción por una vida de lujos y excentricidades.
Lo anterior se comprueba con la adquisición de lujosos departamentos como el de Santa Fe, (CDMX), así como ranchos tamaulipecos con regias casonas estilo texano, mansiones en el sur de Estados Unidos, entre otros.
Dos: Tendencia a autogloriarse y ensalzar su propia imagen.
Esta actitud fue característica emblemática de Cabeza en el 2016, cuando casi se hace autocoronar al estilo de los cesares romanos, con la aureola de los hoy fallidos vientos de cambio.
Tres: Creencia de que no deben de rendir cuentas a sus iguales, o ante la sociedad.
Una de las constantes de Cabeza durante todo su sexenio fue la impunidad y la opacidad.
Cuatro: Rasgos de inquietud, imprudencia e impulsividad, todo esto caracterizado por accesos de ira irracional.
Cabeza de Vaca dio muestras de impulsividad y de ira irracional, durante el evento de la gira presidencial en Reynosa, durante la cual se lanzó de manera furibunda contra el presidente AMLO.
En los pacientes que cumplen con el cuadro clínico del Síndrome de Hubris, la pérdida del poder desencadena una actitud de ira, rencor y desolación.
Justamente eso es lo que ahora está pasando con el exgobernador Cabeza de Vaca, mismo que busca a base de twitazos llamar la atención de que él sigue políticamente activo, aunque a estas alturas ni sus propios correligionarios panistas, lo hacen en la carrera presidencial. CV está acabado políticamente, y eso es justamente lo que más lo llena de frustración y de amargura.
El Síndrome de Hubris, es también un sinónimo de un político violento y represivo, tal y como lo fue García Cabeza de Vaca. Ejemplos sobran, y los casos de quienes fueron afectados, hablan por si solos:
La lista de quienes se opusieron a sus excesos y corruptelas, y fueron reprimidos es larga, aquí les presentamos una breve muestra:
Sergio Pérez, “El pescador”, Juan García Guerrero, Luis Alfredo Biasi, Ramiro Salazar Rodríguez, Habiel Medina Flores, Francisco “Kiko” López Villafranca, Pablo Zárate Juárez, Susana Prieto Terrazas. Y el exgobernador Eugenio Hernández Flores.
Todos ellos representan un vivo testimonio de como el sexenio de Cabeza de Vaca, (2016-2022) gobernó con el Ministerio Público en la mano, reprimiendo por la vía penal a sus adversarios.
Aunque toda esta actitud perversa tuvo como colofón la pérdida del poder político en 2022, ante MORENA y su candidato a la gubernatura, el doctor Américo Villarreal Anaya.
El sexenio cabecista, de corte paranoico y represivo que acaba de concluir en Tamaulipas, hoy nos remite a un exgobernador caído en desgracia. Por más que twitea, ya no conmueve, ni a los que integraban su equipo.
Y peor aún, muchos de aquellos comunicadores que antes le siguieron la corriente con adulaciones, hoy son algunos de sus más férreos críticos.
Hoy en el 2023, el ciclo político de Cabeza ha concluido, con las peores calificaciones.
Una estrellada estrella solitaria, ha iniciado un azaroso camino donde está obligado a reinventarse, porque su imagen pendenciera y decadente, está a la baja en el mercado político.
El tiempo juega en contra de Cabeza de Vaca y la sucesión presidencial también.
Con todo y su corruptible chequera, jamás se va a poder quitar el estigma de ser prófugo de la justicia federal.
Eso equivale a su retiro de la política. Siempre habrá una Espada de Damocles pendiendo sobre su libertad. Eso le resta capacidad de maniobra. Empezando porque no puede regresar a México.
Con el tiempo, tendrá que aprender a asimilarlo.
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