- Son relativamente pocos los análisis dirigidos a comprender sus aspectos físicos, económicos, sociales y ambientales: Víctor Orlando Magaña, del IGg
Por Diana Saavedra | UNAM
México es un país muy vulnerable ante la sequía; no obstante, son relativamente pocos los estudios dirigidos a comprender sus aspectos físicos, económicos, sociales y ambientales, consideró el investigador del Instituto de Geografía (IGg), Víctor Orlando Magaña Rueda.
Ante alumnos reunidos en el Auditorio del Edificio Anexo del IGg, el especialista añadió que las actividades humanas y la salud de los ecosistemas dependen de fuentes adecuadas y confiables de agua. Por ello, las sequías meteorológicas representan un peligro natural y el fenómeno debe ser estudiado desde una perspectiva de riesgo, que lleve a una gestión con medidas estructurales, como parte de una política pública ambiental, social y económica en México.
Durante la charla “Clima y agua: los retos en materia de información del clima”, el experto del Departamento de Geografía Física comentó que, históricamente, la ciencia del clima en México ha sido más descriptiva que explicativa y se ha profundizado poco, por lo que el acercamiento a problemas como el de la sequía meteorológica ha sido mayormente a través de mostrar los impactos negativos en la agricultura, en la sociedad y en la economía, siempre con un enfoque naturalista.
Magaña Rueda precisó que, a diferencia del tiempo meteorológico, que se relaciona con la presencia de lluvias, vientos fuertes o días soleados, al hablar del clima se requiere estudiar cómo largas series de tiempo pueden revelar las variaciones a a lo largo de los años.
“Lo que más nos interesa del tiempo son los extremos, las inestabilidades; por ejemplo: ¿cuántos pronostican los ventarrones? Sólo se nos dice soleado por la mañana y probabilidad de lluvias. Lo que nos gustaría es ver si es posible diagnosticar las inestabilidades. Por otra parte, el factor modulador que se ve en el comportamiento es lo que uno llamaría el clima”, agregó durante la charla transmitida también a través de Facebook y YouTube.
Esta característica temporal, detalló, es especialmente relevante al hablar de la sequía, de la cual se debe diferenciar entre meteorológica (cuando llueve menos de lo esperado), agrícola (cuando los cultivos reciben menos agua de la esperada), hidrológica (cuando las presas están por debajo del nivel que se espera) y socioeconómica (cuando no hay agua en la ciudad).
La diferencia de los tres últimos tipos de sequía respecto a la meteorológica, agregó, es que dependen de la gestión que se hace del agua, es decir, si se decide sembrar espárragos en Chihuahua, lo más probable es que vivan una sequía agrícola permanente, precisó Magaña Rueda.
En cuanto a las sequías prolongadas, el especialista en Usos de Información Climática recordó que México, al igual que todo el mundo, ha experimentado periodos de 4 o 5 años en los que llueve mucho menos de lo esperado, lo que implica crisis hídricas severas.
“Cuando hay sequía en el Norte, como estos años, tiende a llover más en el Sur y cuando llueve más en el Norte tiende a hacerlo menos en el Sur. ¿Esto es sólo una casualidad o tiene que ver con procesos? Hoy en día entendemos mejor cómo funcionan esas sequías y, en particular, encontramos que son la combinación de condiciones en los océanos Atlántico y Pacífico; cuando éstas actúan en forma constructiva o destructiva se presenta la sequía o no”, explicó.
Lo anterior implica, aclaró el científico, que cuando está caliente el Atlántico y frío el Pacífico, como ahora, el flujo de humedad tiende a ser más zonal, entonces hay poca humedad entrando a México; por otra parte, cuando las temperaturas están a la inversa (el Pacífico más cálido y el Atlántico más frío) la humedad tiende a dirigirse hacia nuestro territorio.
Eso es algo a lo que se tiene que apostar, reflexionó el doctor en Ciencias Atmosféricas. Se debe entender el porqué de estas condiciones y empezar a comprender lo que hay detrás de los episodios de sequía o lluvia, de lo contrario se puede llegar a exageraciones como decir que no volverá a llover.
Respecto a la cantidad de agua que hay en las presas y las variaciones en el tiempo de calor, el experto acotó que, si bien se piensa que hay mayor evaporación del líquido, una revisión de los datos registrados en Aguascalientes, Chihuahua y el Estado de México muestra que la cantidad de lluvia es más o menos constante.
Sin embargo, la evaporación está disminuyendo, pero, ¿por qué si la temperatura aumenta? El investigador sugirió que esto se debe a que hay mayor humedad en la atmósfera que ya no permite que se evapore tanta agua como antes, y esta tendencia se ve en varias partes del territorio nacional.
El Niño y La Niña
Por otra parte, señaló que en la década de los 80 del siglo pasado se observó que El Niño –esta gran anomalía en el mar asociada a cambios en la atmósfera– era un gran modulador del clima en el mundo; tiene impactos en los meses de diciembre a febrero y permite decir si lloverá más o menos en ese tiempo. Lo opuesto es La Niña.
La condición de La Niña ha durado ya tres años y los pronósticos en 2023 apuntan a que se presentará ya El Niño; esto significará mucho en términos de la presencia de lluvias, si se acaba la sequía o no, concluyó Magaña Rueda.
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