CULPA IN VIGILANDO
Por Nohemi Argüello Sosa
Feminicidio no tipificado
Madres y padres que llevan años buscando a sus hijas e hijos se sienten “muertas y muertos en vida”. Al resto no nos resulta difícil comprender su dolor. Algo semejante viven las mujeres que han sido separadas de sus hijas y/o hijos por sus exparejas. Madres que llevan años tratando de recuperarles. Diariamente, ellas viven la incertidumbre y el miedo constantes que no les permite retomar sus vidas. El cansancio y el daño, físico y emocional, por la larga y continua lucha mina su existencia.
Los códigos penales establecen que comete el delito de feminicidio quien prive de la vida a una mujer por una razón de género. Bajo la óptica de estas madres, ellas también son víctimas de feminicidio al haberlas privado de sus hijas e hijos, de su amor, de su presencia, de la oportunidad de acompañar sus vidas. Contar con signos vitales y actividad cerebral, no es suficiente para que podamos considerar que estamos vivos. Ellas comentan “Esto no es vida” “Me siento muerta en vida”.
Es el caso de la C.P. Seydi Gamez Zúñiga, quien nos compartió la violencia familiar vivida al lado de su exesposo y el daño psicológico que ella advirtió en su hijo, una situación que la llevó a solicitar el divorcio. Lo que parecía el fin de la violencia familiar, dio paso a la violencia vicaria. Esa violencia que comienza con las amenazas “si me dejas te quitaré a los niños”, “no los verás más”, “ya verás lo que te pasará”, “voy a hacer que te odien” …”te daré donde más te duele”
Ya han pasado ocho años, Seydi aún no puede tocar a su hijo. Ahora, él no la reconoce como madre, las ideas que su padre le sembró se lo impiden. A Seydi le dieron donde más le duele: su hijo. Ella experimenta un gran vacío, una muerte en vida.
El pasado 29 de mayo, con el invaluable apoyo del Congreso de Estado de Tamaulipas, la Asociación de Mujeres Profesionistas de Victoria (AMPROVIC) en coordinación con la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Tamaulipas (CODHET), organizaron la Conferencia “Violencia vicaria”, la cual fue impartida por la Lic. Nury Romero con la participación de Seydi Gamez, Lolis Simbron y Cecy Zapata, madres víctimas de la violencia vicaria.
Con el auditorio del Congreso lleno se escucharon los tres testimonios. Una incómoda impotencia fue el marco de las lágrimas de quienes las escuchamos. El dolor y el daño en estas valientes mujeres, víctimas de violencia vicaria, es evidente. Un daño que explica los casos de suicidios de algunas madres que no soportaron más su dolor.
Para el agresor sus hijas e hijos son cosas que están a su servicio, son la herramienta perfecta para dañar a la madre, a esa mujer que se le reveló. Su mente machista le ordena que la castigue, que la discipline sin importar el grave daño que sufren sus hijas e hijos.
Mientras el agresor vicario está feliz de lograr su cometido porque pudo dañar a la mujer, aun cuando se encuentra lejos de su alcance. Su víctima sabe que le dio donde más le dolía y la tiene muerta en vida.
Dimensionemos la gravedad de la violencia vicaria, sancionemos, al menos, socialmente a quienes la ejercen y ayudemos a las víctimas. La violencia vicaria es un feminicidio que la ley no lo considera como tal. La violencia vicaria es un feminicidio no tipificado.
¿Usted, qué opina?
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