Medellín, Colombia (RFI en Español) | Ha muerto Fernando Botero, el pintor de nuestras tradiciones y defectos, el pintor de nuestras virtudes. El pintor de nuestra violencia y de la paz. De la paloma mil veces desechada y mil veces puesta en su trono”, escribió el mandatario colombiano Gustavo Petro en la red social X (antes Twitter).
El pintor y escultor Fernando Botero, conocido por sus esculturas de voluptuosas figuras, falleció este viernes a los 91 años de edad, informaron asimismo medios locales y autoridades. El artista colombiano, nacido el 19 de abril de 1932 en Medellín, seguía pintando en su estudio hasta que sufrió una neumonía por la que tuvo que ser ingresado, pero el jueves salió del hospital para volver a su casa en el principado de Mónaco, según informó la W Radio.
Autodidacta
Muy temprano, Botero se reconoció como heredero de Piero della Francesca. De orígenes humildes, empezó su carrera a finales de los años 40 como ilustrador del periódico El Colombiano. La génesis de su estilo inconfundible llegó con el boceto de una mandolina que insinuaba su sentido de la monumentalidad, a los 25 años. En la década de los 60, Botero llegó a Nueva York, laboratorio de la vanguardia contemporánea, con 200 dólares en el bolsillo.
El que dedicó más de 70 años a arte fue un autodidacta: “Es la historia inspiradora de una persona que empezó de la nada y que lo único que tenía claro era su vocación artística, su capacidad de trabajo, su pasión por lo que estaba haciendo. Todo eso le permitió salir adelante y nadar muchas veces contra las corrientes predominantes en el mundo del arte”, explicaba en 2019 su hija Lina Botero con ocasión del documental Botero: una mirada íntima a la vida y obra del maestro.
“He pintado cosas dramáticas”
“El arte debe producir placer, cierta tendencia a un sentimiento positivo”, explicaba en 2019 en una entrevista con El País. “Pero yo he pintado cosas dramáticas. Siempre he buscado coherencia, estética, pero he pintado la violencia, la tortura, la pasión de Cristo… Hay un placer distinto en la pintura dramática, la pintura misma. El gozo mayor de la pintura, la belleza, no pone a reñir lo dramático y lo placentero”, afirmaba entonces.
Su fama y popularidad que habían crecido con sus pinturas de colores luminosos se acrecentó en los años 90 cuando sus enormes esculturas de bronce empezaron a ser exhibidas en las principales capitales del mundo.
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