CULPA IN VIGILANDO
Por Nohemi Argüello Sosa
8M: ¿monumentos, vidrios y basura?
Sobre la estela del paso de las mujeres que marcharon en defensa de sus derechos, en el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, el pasado 8 de marzo, hay críticas que prefieren no ver los daños causados a las vidas de mujeres y sus familias que las tienen protestando en las calles; mejor optan por enfocarse en lo más simple, lo que no incomoda tanto, lo menos importante: los daños materiales.
Las paredes con pintura, monumentos rayados, vidrios rotos, manchas de tizne, daños a negocios y la presencia de basura en las calles, han desencadenado cuestionamientos sobre la forma en la que se debe de llevar a cabo una manifestación.
Se cuestiona la legitimidad de estos actos, olvidando la esencia y razón de ser del movimiento de mujeres: visibilizar lo invisible, denunciar la normalización de agravios y violencias experimentadas diariamente por las mujeres.
Más allá de los discursos sobre las formas y métodos utilizados, es imperativo analizar los eventos a la luz de la desigualdad de género persistente y los desafíos que las mujeres enfrentan cotidianamente y recordar el propósito fundamental del movimiento y la razón detrás de las marchas del 8 de marzo.
El recuento de los daños en el que nos centramos quienes marchamos el 8M, contiene estadísticas alarmantes. Según datos del INEGI, en 2021, el 41.8 % de las mujeres mayores de 15 años declaró haber sufrido violencia en su infancia. En 2022, los delitos de violación alcanzaron su punto máximo en el grupo de 10 a 14 años, siendo 4.7 veces más frecuentes en niñas que en niños.
Además, el uso de internet y dispositivos móviles expone a niñas y adolescentes a situaciones de contenido sexual, evidenciando la urgente necesidad de abordar estas problemáticas desde una perspectiva integral.
En los ámbitos educativo, laboral y político, persisten desigualdades notables. A pesar de los programas implementados para fomentar la participación femenina en campos STEM, subsiste una brecha importante. En el ámbito laboral, las mujeres enfrentan discriminación salarial y barreras culturales arraigadas en el machismo, lo cual afecta su representación en ciertos sectores.
Aunque se han logrado avances, es esencial redoblar esfuerzos para que las mejoras en la educación se traduzcan en igualdad laboral efectiva entre mujeres y hombres.
El recuento de daños se extiende a las brechas de género en la participación económica, colocando a México como el cuarto país con menor participación económica de las mujeres en América Latina. La carga de trabajo no remunerado, las limitadas políticas de conciliación y la insuficiente oferta de servicios de cuidado infantil resaltan la necesidad urgente de abordar estos desafíos para lograr una sociedad más equitativa.
Es urgente que haya una mayor inversión en programas que permitan contar con calles donde las mujeres podamos transitar sin el riesgo de un ataque sexual; en acciones que promuevan hogares con una distribución consensuada de las labores de cuidado y limpieza; políticas públicas que permitan la generación de más oportunidades de empleo compatibles con el cuidado de la familia, tanto para hombres como para mujeres.
Si verdaderamente aspiramos a erradicar la violencia contra las mujeres y las marchas del 8M, el recuento de los daños va más allá de paredes, monumentos, vidrios y basura.
¿Usted, qué opina?
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