CUADRANTE POLÍTICO
Por Fernando Acuña Piñeiro
AVA, petróleo y lluvia: Con un ojo al gato y otro al garabato
La gente de todas las edades se acerca a los boulevares y a los puentes tamaulipecos. Hay niños que nunca en su vida habían visto correr el agua amarillenta, desbocada y caudalosa. Sus padres evocan ciclones ahogados en el tiempo y la memoria. Los abuelos repasan las anécdotas de los ciclones “Inéz” y “Beulah” en 1966 y 1967.
Desde hace una década, la sequía empezó a ser tema preocupante en la planeación de las políticas públicas del país.
Parece cosa de magia, pero en dos días ocurrió lo que nunca llegó en diez años. Hasta el pasado sábado 15 de junio, bajo un solazo abrazador, el Monitor de la Sequía en México, que forma parte del Sistema Meteorológico Nacional, clasificaba la mayor parte de la geografía tamaulipeca en tres escenarios desoladores: sequía severa, sequía extrema y sequía excepcional.
Es fascinante la manera como un equipo de especialistas se mueve sin protagonismos de ninguna especie, mide lo que está ocurriendo con el clima. Se echa a andar una maquinaria de sondeo y evaluación, integrada por radares, estaciones de radio sondeo e imágenes de satélite entre otras herramientas tecnológicas.
Aquí es donde entran en juego los patrones de evaluación como el llamado Índice Estandarizado de Precipitación. Existe un concepto que se antoja como extraído de una película de ficción. Se le denomina índice Satelital de salud de la vegetación, (VHI). Su objetivo es medir el grado de estrés de la flora existente. Parámetros como la humedad del suelo, anomalías de la temperatura, disponibilidad de agua en las presas. Todos ellos forman parte de un complejo sistema de alineamiento de datos.
El resultado final es una especie de diagnóstico gradual en torno al tema hídrico. Es así como nace la clasificación o radiografía de las regiones o los países afectados por la falta de lluvias: 1.—Anormalmente seco; 2.- Sequía moderada; 3.-Sequía severa; 4.—Sequía extrema; 5. —Y finalmente sequía excepcional.
De acuerdo a los polígonos que se muestran en el mapa correspondiente, hasta el pasado 15 de junio, una parte del sur tamaulipeco ya había tocado fondo en esta categoría apocalíptica de la sequía excepcional.
Hoy, con los beneficios que está generando la tormenta tropical “Alberto”, en nuestro estado, si bien es cierto que no debemos echar las campanas a vuelo, sí podemos decir que, el ciclo de la sequía que nos mantenía en la angustia social, se ha roto. Y que, con la ayuda de Jehová Dios, esto siga mejorando. El apunte de índole religioso es mío. Y respeto a quienes no lo compartan. Aunque espero que la mayoría lo haga.
Por lo demás habrá que esperar cual es el reporte de las instituciones que evaluan el tema del agua, para ver en qué nivel quedan nuestras presas.
¿Cuál es la explicación científica a esta sequía de diez años que se abatió sobre gran parte del territorio nacional? ¿A qué se debe la gravedad del rubro del agua, a tal grado que el presidente Andrés Manuel López Obrador declaró la crisis hídrica como un asunto de seguridad nacional?
Según los especialistas, lo que había venido ocurriendo con la sequía atípica que padecimos, fue el llamado fenómeno de la Niña. Generalmente la Niña y el Niño se alternaban cada año. Pero se sabe que esta Niña se extendió desde el 2020. Lo anterior permite aventurar que, las crisis del agua podrían ser cada vez más recurrentes y más prolongadas.
Ello seguramente traerá consigo ajustes en la política de Estado, y que muy probablemente afecten considerablemente al México urbano de nuestros tiempos. En estados como Nuevo León, la mayor parte del uso del agua, es utilizado por los grupos industriales cerveceras y refresqueras. El presidente AMLO ha buscado acotarlos, para que aporten 500 litros por segundo a la red de uso público.
Tal vez gran parte del divorcio político entre la burguesía neolonesa y el gobierno de Samuel García obedezca a que este no supo defender sus intereses de élite. La influencer Mariana Rodríguez Cantú perdió sorpresivamente la alcaldía de Monterrey, cuando todos daban por hecho que ganaría.
La guerra del agua, está agudizando las contradicciones entre los poderosos grupos de capital privado y los grandes núcleos sociales.
Aquí en Tamaulipas, el advenimiento de las lluvias, se ha traducido en un ganar-ganar para el gobierno del doctor Américo Villarreal Anaya: por un lado, con las presentes lluvias, la crisis hídrica recibe una bocanada de oxígeno.
Ello le permite al gobernador AVA aplicarse en otros temas de desarrollo estructural en nuestro estado. Por cierto, Américo viajó al sur, para presidir el Consejo Mexicano del Petróleo, el evento más representativo de esta industria en Latinoamérica.
Pero como dice el refrán: AVA con su impresionante tren de trabajo, anda con un ojo al gato y otro al garabato: esto lo decimos porque hacia las cinco de la tarde aproximadamente, el doctor envió el siguiente mensaje desde su cuenta X:
“Amigas y amigos, les informo que el río Corona se ha desbocado, y se está llevando a cabo la evacuación de las familias que viven cerca del ejido Miraflores en Güemez. Les pido que tomen las precauciones necesarias, y los mantendremos informados a través de fuentes oficiales, como PCT Tamaulipas”.
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