OPINIÓN PÚBLICA
Por Felipe Martínez Chávez
“Rambo” Verástegui
CD. VICTORIA, Tamaulipas | Tienen razón en festejar con mucho ruido su décimo aniversario. En 2016 -hace ocho años- el partido Morena conquistó cero alcaldías en Tamaulipas y una diputación de minoría.
La historia es muy corta, pero de grandes éxitos, con un diagnóstico que afirma que habrá partido para rato. Supieron interpretar las inquietudes ciudadanas.
Por primera vez iba a elecciones locales. Su candidato a Gobernador, Héctor “El Guasón” Garza González, entonces amigo de López Obrador, conquistó el corazoncito de 32 mil paisanos que votaron por las siglas, suficiente capital para un escaño de representación proporcional para
Doña María de la Luz del Castillo Torres.
Eran un puñado de simpatizantes que creían en un proyecto de izquierda unificada, el de López Obrador, quien fue “vendido” por Los Chuchos del PRD en dos incursiones por la Presidencia.
Nadie pensaba que seis años después alcanzarían la gubernatura de Tamaulipas con más del 50 por ciento de los votos emitidos. Su crecimiento fue un fenómeno político.
Ningún partido había registrado ese crecimiento exponencial y, por lo que se ve, seguirá en el poder y se extenderá a otros municipios, cuando el principal oponente, el PAN, se ha derrumbado por los apetitos insanos de los concesionarios de las siglas.
En 2016 la candidata a la presidencia de Victoria capital fue Yuriria Iturbe Vázquez (hoy diputada). Un total de 1,500 ciudadanos votaron por ella, el 0.95 por ciento de los sufragios emitidos.
El último domingo se reunieron para recordar su hazaña (asamblea informativa). Hoy tienen 26 alcaldías y, junto con sus aliados, alcanzan 26 curules, mayoría calificada, más la simpatía del PRI (Paloma Guillén).
Por 57 mil votos que les favorecieron, en 2017 recibieron el primer subsidio estatal.
Brillaron más en 2018 (ayuntamientos duraron dos años). Se hicieron de los primeros cinco municipios, entre ellos Madero y Matamoros, dos de los “grandes”. Cada vez despertaban más simpatías entre el electorado. El respetable se había cansado de la corrupción prianista.
Los “ingenieros” azules y tricolores se dieron cuenta que su futuro estaba en riesgo. Se unieron y combatieron con furia a los líderes y candidatos de izquierda. Algunos operadores fueron a dar al bote y otros “empapelados” por la Fiscalía.
Siguió creciendo. En 2019 le dieron diez escaños en el Congreso, el primer distrito de mayoría, Leticia Sánchez Guillermo, quien a finales del trienio les daría la puñalada.
Dos años después (2021) le favorecieron 524 mil votos. Creció 120 por ciento. Con 18 butacas se llevó la mayoría de la legislatura y ocho alcaldías.
Pero el Demonio nunca descansa. Desde Palacio iniciaron la cooptación a cualquier precio y las deserciones -chapulineo- no se hicieron esperar. Varias damitas brincaron de bando e hicieron que Morena perdiera la mayoría legislativa.
El fenómeno Américo Villarreal se dio en 2022. Más de 730 mil votos fueron suficientes para abrirle las puertas de Palacio. La ciudadanía desalojó al PAN de una patada (o varias).
La historia reciente ya la sabe usted. En 2024 el respetable decidió que Morena detente la mayoría de los municipios y mayoría calificada en el Congreso. Segunda patada a las oposiciones.
El último reducto de las viejas prácticas de control político se da en la región cañera, cacicazgo de los Verástegui desde hade 25 años. Los ciudadanos -subordinados- tienen miedo de expresar libremente sus opiniones, votar por quien consideren los mejores candidatos.
No es un secreto que el Imperio del Guayalejo empezó a hacer agua. En junio perdieron el municipio más poblado, El Mante. Es el último cacicazgo que queda en Tamaulipas.
Hablando del Imperio, el periodista radiofónico Ciro Gómez Leyva concedió más de 15 minutos al diputado Vicente Verástegui, entrevista sobre su presunto intento de secuestro en que se dibuja como un auténtico Rambo que corre sobre espinas y cañaverales, descalzo y en short.
Brincó cercas y matorrales entre varios de sus ranchos. No durmió en toda la noche (viernes a sábado) y en ocasiones el lodo y agua -del riego de parcelas- le llegaban hasta la rodilla.
Siguen las dudas. No traía celular porque lo perdió cuando echó en corrida a petición de sus guardaespaldas, de los cuales sigue sin decir qué fue de ellos.
Lloró cuando dijo que lo fue a visitar (su casa) un General del Ejército, y que tiene vigilancia especial de la Fiscalía del Estado, de Irving Barrios, nombrado desde 2016 por el Gobernador panista.
“Rambo” promete que regresará al Congreso esta semana (quién sabe a qué porque no ha presentado iniciativa alguna, ni ha tomado el micrófono, tal y como no lo hizo por seis años en la cámara federal)
Por su parte el jefe de Seguridad Pública, el General Chávez García, declaró que desplegaron alrededor de 200 policías para ubicar a Don Vicente, junto con un sofisticado helicóptero. Y todavía El Trukillo lo hace responsable de algo malo que le pudiera suceder a él y su familia. En todas partes hay malagradecidos.
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