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LA FUNDACIÓN DE MONTERREY, entre infidelidades, traiciones y asesinatos

LA OTRA HISTORIA: Turbias relaciones es la otra cara de las fundaciones de Saltillo en 1577 y Monterrey en 1596, en la que el colonizador de la primera, Alberto Del Canto traiciona a su amigo Diego de Montemayor, al sostener relaciones adúlteras con la esposa de éste, a quien termina asesinando en su cama.

En Saltillo Diego de Montemayor sufrió la infidelidad de su esposa, luego la mató

Por Luis H. Alvarado

Monterrey, NL. |  Pocas veces en la historia del noreste novohispano, las fundaciones de villas de Coahuila y Nuevo León estuvieron marcadas por las malas relaciones entre los actores ibéricos, como lo fueron las de Alberto Del Canto Díaz de Vieira y Diego de Montemayor, fundadores de Saltillo y Monterrey, respectivamente.

Diego de Montemayor

Separados en edad por al parecer más de 15 años, siendo Diego el mayor, los colonizadores del noreste mexicano más antiguo habrían de distinguirse por el compañerismo y amistad, como la fundación de Saltillo el 25 de julio de 1577 a cargo de Alberto, apoyado por Diego.

Pero también marcadas por el resto de sus vidas, sobre todo en el honor de Diego, por la traición al engañarlo  en Saltillo su esposa Juana Porcallo De la Cerda con Del Canto en sus viajes a Nuevo León en 1581. Diego Mata a Juana con su espada al sorprenderla en su cama con Alberto, quien alcanza a huir.

No obstante haber jurado vengarse de Alberto, Diego habría de ser llamado a hacer las paces por otro fundador, Luis Carvajal y De la Cueva para consentir luego la boda de su hija Estefanía con Del Canto en 1586 en un ríspido y obligado permiso, hija que atestiguó  las infidelidades de su madre, pero de las que no diría nada a su padre Diego.

En ese mismo 1577 Del Canto habría de protagonizar la primera erección de Monterrey (pueblo de Santa Lucía) en el Valle de la Extremadura, que no sería reconocida como tal por carecer de permiso superior pero que habría de oficializarse en 1596 con la tercera fundación por parte de Montemayor.

Venían de Mazapil

Del Canto y de Montemayor participan en diversas campañas al servicio de Martín López de Ibarra, Gobernador de la Nueva Vizcaya, integrada por Durango, Chihuahua y Nuevo México; parte de Coahuila, Zacatecas y Nuevo León, estableciéndose en Real de Mazapil, actual Durango.

Alberto Del Canto

Del Canto primero estuvo en el norte del actual Nuevo León, en lo que es Cerralvo y de aquí sale en compañía de 25 soldados, donde en el mes de julio del año de 1577, funda la villa de Santiago del Saltillo, en ese mismo año regresa al vecino territorio del futuro Nuevo León y funda la de Monterrey, llamándole villa de Santa Lucía.

Del Canto funda Saltillo (toponimia por un salto de agua llamado El Saltillo), de donde parten otras expediciones al norte, oriente y noreste para establecer más pueblos. En su estancia en el ahora Monterrey en 1577 se le atribuye el bautizo de los cerros de la Mitra, de la Silla y el Topo (Topo Chico) y el río Santa Catarina.

Por ese año encuentran plata cerca de la sierra de Picachos, actualmente Cerralvo, Nuevo León para luego rodear esa cadena y llegar a otro punto en donde localizan más metal valioso, vetas  a las que llamaron de la Trinidad, primer asiento de lo que actualmente es Monclova, Coahuila.

Alberto, junto a Luis Carvajal, Diego y Gaspar Castaño de Sosa serían compañeros en las campañas de pacificación y conquista que darían origen al Nuevo Reino de León. Gaspar es uno de los pobladores en la villa de Santiago de Saltillo en 1578, quien de ser un colono funda por orden de Luis Carvajal, la villa de San Luis Rey de Francia y de una estancia llamada de San Francisco en donde ahora está Apodaca, Nuevo León.

 De la amistad a la traición

Del Canto nace en la Isla Terceira en las Azores en 1547, quien pasa a la Nueva España donde reside temporalmente en la Nueva Galicia de la cual huye por delitos que cometió. Llega a la Nueva Vizcaya en la cual sirvió de una manera sobresaliente. Fue nombrado alcalde mayor de los lugares que fundó.

De Montemayor se casó en primeras nupcias con Inés Rodríguez, vecina de Málaga, España el 7 de diciembre de 1548. Con ella pasó a la Nueva España al poco tiempo. En segundo matrimonio, contrajo nupcias con doña María de Esquivel, de la cual tuvo a su único hijo varón, al que llamaron Diego de Montemayor y Esquivel a quien se le conoce como «El Mozo».

En tercera y última boda Diego se une con doña Juana Porcallo y De la Cerda, quien era hija de un inmigrante portugués y con quien procreó a una hija de nombre Estefanía., quien acerca del adulterio en una ocasión declaró «que vio al capitán Alberto del Canto con su madre en la cama muchas veces, pero por temor no dijo nada», especialmente cuando su padre salía con rumbo a Santa Lucía y a los minerales de San Gregorio en el actual Nuevo León.

Del Canto sostiene relaciones extramaritales poco secretas con Juana Porcallo, provocando un fatal triángulo amoroso. Montemayor los encontró luego de fingir que salía a una campaña pero al regreso en la noche, los sorprende en relación sexual.

Montemayor cobra la afrenta de infidelidad matando a su esposa con su propia espada en el lecho donde estaba con Del Canto, quien pudo escapar huyendo de Coahuila con rumbo al mineral de San Gregorio en el actual Cerralvo, a quien le crece la fama de aventurero, mujeriego, fama que tenía algo de ser pues era considerado atractivo para la mayoría de las mujeres.

Mientras, Diego sufría en silencio la afrenta y el haber asesinado a su esposa de raíces portuguesas.

Alberto Del Canto fue un hombre temido y respetado, fue varias veces alcalde de Saltillo. Su personalidad atrajo a todas las damas de su tiempo, que se enamoraban del soldado, el hombre rubio de ojos azules, mujeriego en exceso, llamado también Alberto del diablo por ser un alborotador de indígenas.

En una acción no explicada, en forma  tardía Fray Pablo de Góngora en 1593, lo acusa ante la inquisición por sus amoríos con la guapa doña Juana Procallo.

Virrey exonera a Diego

Posteriormente. Diego descansaría de sus temores por el delito cometido cuando el virrey lo exonera de todos los cargos, pues la ley no castigaba la muerte por ese motivo, ya que el marido estaba en derecho de hacerlo para lavar una injuria “tan ignominiosa a su honra”.

Montemayor juró asesinar a su rival sin que lograra su objetivo. Entonces se dejó crecer la barba (otra versión señala que la haría crecer hasta vengarse) y con sus hombres acude hasta San Gregorio para dar muerte a su traidor y rival en amores.

Pero surge la división en los conquistadores: Unos apoyan a Montemayor y otros a Del Canto. Se supone que Luis Carvajal y De la Cueva al saber de la división de los pobladores, logró sellar una alianza entre Alberto Del Canto y los Montemayor, en particular con Estefanía, la hija de Diego y Juana, con quien procreó a dos niños de nombre Miguel y Diego.

Pero ya nada sería igual. Montemayor con las famosas 12 familias, sus hijos y nietos (incluidos los hijos de Alberto, Diego y Miguel) salieron a fundar Monterrey en 1596, dejando a Del Canto sólo en Saltillo, quien en el año del descubrimiento del adulterio, 1581 fue alcalde, para ser destituido por Carvajal en 1582.

La Fundación de Monterrey

Ambos mueren en 1611

Luego de periodos de suma pobreza, el ánimo y las fuerzas de Montemayor parecían declinar e intenta repoblar la ciudad de León, Almadén, y otras villas cercanas. Además, intenta fundar nuevos lugares. Pero el éxito que esperaba no llegó, por el contrario, la decadencia regresa y el pomposamente llamado Nuevo Reino de León queda casi en total despoblación.

En 1611 muere Diego de Montemayor. El gobierno queda en manos de su hijo Diego «El Mozo», que también muere al año siguiente, quedando a cargo el capitán Diego Rodríguez.

Ese año de 1611 fue significado no sólo fue de pérdidas para los reineros, también de trágicos sucesos. Las lluvias y las inundaciones arrasaron con las casas de Monterrey.

El fundador oficial de Monterrey, Diego de Montemayor es enterrado en el convento de San Andrés,  motivo por el que la descendencia de Alberto Del Canto y de Estefanía Montemayor Porcallo, dejaron de usar el apellido Del Canto y tomaron el apellido materno Montemayor, relegando al olvido el apellido del fundador de Saltillo.

El historiador y ex cronista de Santa Catarina, N. L. Antonio Guerrero Aguilar escribe que todos los Rodríguez de San Pedro Garza García y Santa Catarina vienen de esa rama familiar, al igual que todas las dinastías que poblaron el valle del Huajuco entre los siglos XVII y XVIII.

Alberto exploró el norte de la Nueva España, desde la Nueva Galicia, la Nueva Vizcaya y el Nuevo Reino de León, apoyando la fundación de pueblos y minerales importantes. Hombre inquieto, de espíritu aventurero y sagaz. Amante de la madre y esposo de la hija.

“De personalidad controvertida, lo mismo esclavizó y vendió naturales y dicen que por las noches le gustaba disfrazarse de fantasma para asustar a los paseantes. Al final de su vida se retiró a su propiedad en la hacienda de Buena Vista de Saltillo donde murió en 1611”, refiere Guerrero Aguilar.

La segunda fundación de Monterrey

Por su parte, Luis Carvajal y De la Cueva domina en poco tiempo todo el territorio y los pequeños poblados del sur. Después, cambió el nombre de las minas de San Gregorio, por el de Ciudad de León, hoy municipio de Cerralvo, se dirigió entonces a Santa Lucía, y en 1582 fundó la villa de San Luis Rey de Francia, segundo nombre de Monterrey.

Esto ha permitido ser llamada la segunda fundación de Monterrey, ya que la primera se consideró en 1577 con la llegada del capitán Alberto Del Canto a tierras neoleonesas, nombramiento que como se ha escrito no fue considerado oficial, por lo que solo es tratado como asentamiento.

Hasta 1582, con Luis de Carvajal y De la Cueva o Luis Carvajal, como se le conoce también, cuando se funda el Nuevo Reino de León, nombramiento que habría de crearse con 200 leguas cuadradas en una extensión de poco más de mil kilómetros actuales.

El considerado judío Carvajal viajaría para conquistar esa gran extensión de tierra. Los límites de lo que sería el Nuevo Reino de León abarcaban desde el poblado de Tampico hasta los límites de la Nueva Galicia, y de ahí todo hacia el norte.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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