MONTERREY, NL | Rayados y Tigres se sienten muy bien en la cancha y lo traducen en confianza y en resultados. Traen envión, actitud, jerarquía y poder de gol.
Ambos clubes conjugan todo lo que se le reclama a planteles costosos regados de jugadores de alta gama para un futbol mexicano cada vez más asimétrico.
No es casualidad que sean líderes del actual certamen, más bien están respondiendo a la lógica presupuestaria y competitiva que lo distancian del resto. Como que todo encaja en un veranito futbolístico que disfrutan y que a estas alturas no puede sorprender a nadie.
Sin embargo, el problema de todos en el futbol es sostenerse. Hasta dónde podrán llegar los dos equipos, no se sabe.
El sistema del futbol mexicano no premia a los mejores; al contrario, la mayoría de las veces es cruel y, por lo mismo, candidatear a Rayados o Tigres al título en apenas en un puñado de fechas es una corazonada poco confiable.
En México la palabra candidato se ha abaratado desde el momento en que clasifican 12. En un sistema de competencia tan aleatorio como este, los únicos candidatos son los que llegan a la Final.
Por lo pronto, los equipos regios vienen muy bien, son productivos y goleadores, más allá de algunos asteriscos.
Rayados no es un cuadro que ilumine, sino más bien es determinante, quizás su mayor hándicap.
Su contundencia para resolver partidos lo hace peligroso. No tanto su juego asociado, donde presenta lagunas que, para su fortuna, hoy se esconden detrás de su extraordinaria racha de triunfos.
Pero cuando Rayados no tiene gol, no garantiza nada. Cuando los hace, gana seguro.
Tigres es más o menos lo mismo. Se apoya en sus nombres propios, en la estabilidad emocional, en su fortaleza colectiva, y en el oportunismo. Es difícil meterle un gol y ningunearlo. Es altamente efectivo atrás y adelante. Hasta ahora…
Tienen un cóctel de futbolistas que vienen derechos: Funes Mori, Berterame, Poncho González, Gallardo, Gignac, Quiñones, Gorriarán, Ibañez, Carioca, Pizarro, Córdova… teniendo a varios de los mejores futbolistas del torneo.
Es por eso que estar arriba es una necesidad de marca, de club, de estatus. Siempre le tiran a eso. La diferencia es que hoy la brecha entre los regios y una docena de equipos de clase media está cada vez más pronunciada.
*Con Once Diario.
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