CUADRANTE POLÍTICO
Por Fernando Acuña Piñeiro
La danza del dragón: Una invasión silenciosa
El rey dragón con los colores del arco iris en su piel escamosa, avanzó despacio, pero sin detenerse. Sus venas eran cuarenta ríos, y se escondía atrás de las nubes como una verdad difícil de encontrar.
Su camino vital era circular y encontraba su justo complemento en el equilibro del yin y el yang. Durante muchos años vivió feliz aquella bestia sagrada, mirando al mundo desde su hábitat del poder: las túnicas de seda de los emperadores.
Como la historia del lobo franciscano que lamía la mano del santo varón, el dragón doctrinario del sabio Confucio solía pregonar la armonía familiar, la piedad filial, y todos los valores humanos; predicaba el abc de la armonía y el camino al cielo.
Todo ello cambió con el advenimiento del nuevo milenio.
Unas décadas antes del 2000, los millones de libros rojos de Mao Tse Tung y toda la simbología del ritual comunista, fue cambiando bajo los influjos de pequeñas revoluciones marginales, que acabaron por hacer de China el gigante más desafiante del libre mercado. Hoy, en cada país del mundo, una china o un chino son los primeros en levantarse para vender sus mercancías.
Pero… ¿cómo empezó todo esto aquí en nuestra capital de Tamaulipas?
Muchos años después de los emprendedores de las cafeterías, arribaron los primeros chinos de la maquila victorense, lo cual desencadenó un choque cultural de pronóstico reservado.
Al igual que los jóvenes obreros de los barrios victorenses, los orientales también venían a chingarle. Provenían de un país que había sepultado la economía del comunismo maoísta y saltaba hacia el exterior, con dos rostros inéditos: había empresarios, ejecutivos, pero también asalariados.
El carácter bromista de la raza nacional, no se hizo esperar. Entre las anécdotas de esos años con los proletarios tamaulipecos y los de ojos rasgados, sobresale una donde los mexicanos “educan” entre carcajadas a sus pares extranjeros, para que lo primero que aprendan sea la palabra pendejo y las mentadas de madre.
Hubo en esos benditos encuentros de la cultura alejada de los exquisitos y elitistas círculos literarios victorenses más de un épico match de verbos y escupitajos incróspidos a flor de tierra, obviamente, con caguamas de por medio.
En una ocasión un chino madreó a un mexicano, y las protestas del sindicato tocaron las puertas de los patrones. De inmediato, se le dieron al ofendido los respectivos apapachos, con una lanita más en el pago semanal y cosas por el estilo. Así transcurría en los inicios, la vida de aquellos seres mecidos por la ventisca de un capitalismo asiático que había llegado para quedarse.
Pero, si la experiencia de los obreros chinos en Victoria fue así de cruda, lo que me contaron sobre el primer vuelo de los mexicanos a oriente, fue mucho peor. La totalidad de ellos, no había viajado ni siquiera en autobús a la capital del país. Cuando llegaron a su lugar de destino, todos los veían con mucha curiosidad.
De plano al sentirse en otra tierra, algunos de ellos duraron varios días sin apetito y les dio por decir que se querían regresar, y más de uno no ser aguantó las ganas de llorar. Estaba cabrona la distancia. Y pues ni modo, había que aguantarse.
Los habían enviado a un curso de capacitación para que aprendieran el manejo de maquinaria, y les prometieron que, a su regreso a Victoria, ellos serían los jóvenes instructores de sus compañeros de trabajo. Obviamente con un mejor pago. Pero al final nada eso se cumplió.
Lo que sí les dieron como recibimiento en una ciudad cercana a Pekín, fue unos cuartuchos reducidos, donde los inodoros no tenían la tasa del diseño industrial de occidente y en su lugar había unos hoyos, parecidos a los que aparecen en algunas películas que hablan sobre los prisioneros de guerra, en los tiempos de Vietnam.
El caso es que hoy la economía de ciudad Victoria se encuentra invadida por las tiendas chinas, mismas que han desplazado a los negocios locales. La fiebre amarilla arrasa lo mismo con el ramo de la bisutería que incursiona también con mucho éxito en la industria automotriz. Las tiendas de comida han prosperado. No es por exagerar, pero en términos de comercio, ya vemos a los chinos hasta en la sopa.
A diferencia de las grandes tiendas globales al estilo texano como las Wallmart o los odiosos, pero preferidos Sams, los chinos operan como hormigas de las inversiones. Se multiplican y operan con mercancías chatarra, pero útiles para el hogar, son enseres que ellos traen de su país de origen a precios muy baratos. Y que nos venden en anaqueles coloridos y saturados de cosas.
El de los chinos, es un comercio visual, mismo que me recuerda aquellas cuentas de vidrio que los españoles de la conquista trajeron consigo, para cambiárselas a nuestros antepasados por oro puro, extraído del vientre virgen de la patria novohispana.
Y a propósito, ¿dónde viven los chinos? ¿Qué hacen? ¿Cuáles son sus pasatiempos aquí en Victoria? Ya no están tan ocultos como en el inicio. Hoy se les puede ver con sus bebés como jóvenes matrimonios en tiendas de autoservicio, empujando sus carritos del mandado.
Pero en este tema específico, se está produciendo un fenómeno todavía mucho más interesante. Muchos de esos chinos o taiwaneses se han casado con damitas mexicanas, tamaulipecas. Victorenses. Algunos de ellos han cambiado sus identidades originales por nombres en español.
Se sabe que, entre los siglos XVI y XIX, más de 20 mil chinos llegaron a nuestro país, y se establecieron especialmente en ciudades portuarias. Las ciudades de Acapulco y Tampico, son prueba de ello. A la urbe tamaulipeca arribaron justo en la época revolucionaria.
A manera de colofón, la pregunta que nos hacemos es la siguiente: ¿Seguirá avanzando la colonización silenciosa de los chinos en Victoria? Por lo pronto, ya estamos llenos de esos bonitos arbolitos asiáticos los famosos neem. Ya Victoria, podría dejar de llamarse como tal, y cambiar al nombre de Neemoria.
Y si cree que exagero, solo es cuestión de voltear hacia cualquier lado, y ahí está uno de estos ejemplares nativos de ese lejano continente.
—– (SÁBADO POR LA NOCHE)- CONVIVE AVA CON CIUDADANOS, DURANTE LA PELEA DEL CANELO, EN LA PLAZA FRENTE A PALACIO —–
Colocaron varias pantallas gigantes, tanto al frente de la escalinata de palacio, como en la proximidad del Centro Cultural “Amalia González Caballero de Castillo Ledón”. Américo y su esposa María, acompañados de algunos integrantes de su gabinete, no se perdieron ninguno de esos doce rounds que duró la palea entre el mexicano Canelo Álvarez y un boxeador puertorriqueño.
Funcionarios como Paco Cuellar y el doctor Ricardo Guerrero les entraron a las papitas, con botellas de agua. Había coca colas light, pero muy pocos las tomaron. También estuvieron ahí secretaria de Finanzas Adriana Lozano y el titular de administración Jesús Verastegui, entre otros.
Por segunda ocasión, el pugilista de moda recibió un cinturón de campeonato mundial, elaborado por artesanos de Tula Tamaulipas. De esta manera, el empresario y magnate del boxeo mundial, Mauricio Suleimán, (hijo del victorense Pepe Suleimán, quien le heredo el poder en la CMB) busca promover al estado donde nació su padre. Mauricio y el gobernador se llevan muy bien. Y aquí en esa sinergia de afectos y de querencias por nuestro estado, la que sale ganando es la afición.
—– AFECTA TORMENTA LA ADUANA DE NUEVO LAREDO —–
Este domingo, el gobierno municipal de Nuevo Laredo informó que, por los efectos de la fuerte tormenta, se vieron afectadas las instalaciones del puente internacional III del comercio mundial, en el área de importación. Esto derivó en que, por unas horas este tipo de operaciones comerciales, se viesen suspendidas.
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