Investigación

Las fugas del Padre Mier de las cárceles del mundo

Al cumplirse el pasado viernes 18, el 258 aniversario del natalicio del más universal de los regiomontanos, Servando Teresa de Mier, aquí se expone parte de su apasionada vida y las escapatorias de las cárceles en diversos países de Europa y América

Luis Alvarado

Después de haber nacido en Monterrey el 18 de octubre de 1763, el joven Servando Teresa de Mier Noriega Guerra obtiene el grado de Bachiller en Filosofía y Doctor en Teología y es entonces cuando el Ayuntamiento de la Ciudad de México lo comisiona para que pronuncie un sermón en el aniversario de la aparición de la Virgen de Guadalupe el 12 de diciembre de 1794.

Pero su discurso sería incendiario para las autoridades virreinales y eclesiásticas reunidas, por afirmar Servando que la imagen de la virgen no se estampó en la tilma del indio Juan Diego sino en la del apóstol  Santo Tomás o Quetazlcóatl, siendo acusado de negar la aparición de la guadalupana.

Empezaba su persecución y la construcción de una de las historias más apasionadas de quien sería luego ideólogo,  precursor de la independencia y expedicionario sumado a la lucha insurgente en 1817.

Condenado a 10 años de prisión en España por su acérrimo enemigo, el arzobispo Alonso Nuñez de Haro, El Dr. Mier es despojado de ese título y le es prohibido predicar o enseñar. Pero la mente del regiomontano supo sacar partido al destierro y acepta irse a la península por considerar que allá tendría más posibilidades de encontrar justicia más cerca del Rey ibérico.

El espíritu libertario de Mier

De Las Caldas a Burgos

Inicialmente es enviado por dos meses a la prisión de San Juan de Ulúa en Veracruz, donde permanece incomunicado, para luego ser enviado en la primavera de 1795 a España, donde es recluido en el convento de Las Caldas, donde escribía docenas de cartas a Madrid que le eran interceptadas por los frailes custodios.

La primera escapatoria se produce en Las Caldas, donde rompe una reja para escapar al campo, pero un labriego lo denuncia y es reaprehendido y regresado a Las Caldas, solo para ser enviado al convento de Burgos por ser considerado peligroso.

Ya en nueva prisión en el Convento de Burgos, Servando puede estar con un poco de comodidad, donde es tratado mejor que en Las Caldas ante su trato fino y educado. Ahí le es permitida cierta libertad, la cual aprovecha para relacionarse con los ilustrados  locales.

Fábula, lo de la virgen: Consejo de Indias

Le es autorizado a viajar a Cadiz pero en el camino se detiene en Madrid para buscar defensa de su juicio en el Consejo de Indias, órgano que había encargado a tres teólogos reconocidos de la Real Academia de la Historia el examen de su proceso, en el que emite 4 puntos resolutivos exculpando a Mier de la culpa y encontrando que el edicto del arzobispo Alonso de Haro estaba lleno de falsedades y de superstición. E igual dictamina que “aunque la tradición de Guadalupe es una fábula, el Dr. Mier no la había negado”.

Francisco Javier Mina

Sin embargo, la influencia monetaria de Haro hizo que el Consejo de Indias no revocara la sentencia y en cambio se le agregara un cargo más que lo hacían peligroso para la corona española al señalarle “su fuerte y pasión dominante era la independencia revolucionaria”.

Por lo que el Consejo resuelve que aun no era tiempo para liberar a Mier y se ordena que pase a Salamanca por otros cuatro años para completar así la condena de Haro. Mier finge acatar la orden de ir a recluirse en Salamanca, pero pretende huir a Francia, pero en Burgos es reapresado, siguiendo las órdenes de León, el seguidor de Haro, quien para entonces ya había muerto.

La fuga de Burgos

En Burgos es recluido en calabozos pero escapa de nuevo desde una ventana alta y se refugia en el hospital de los Encomenderos, de donde sale disfrazado de cazador y luego de clérigo francés y pasando hambres y miserias llega a Pamplona para pasar a Francia, donde en 1801 llega a Bayona y sobrevive por la ayuda de clérigos francos y donde tiene contacto con una comunidad de judíos, quienes lo llamarían El Sabio Jajá.

Partiría luego a París, donde el conde de Guijón lo apoya para que enseñe español y pueda ganar algún dinero y tras escritos en los que defiende la existencia de Dios, le es encargada la parroquia de Santo Tomás, para luego introducirse en los grandes círculos científicos parisinos.

En 1802 llega a Roma, donde tras un año de investigación del papado, le es otorgada su secularización, pero extrañamente, de acuerdo a sus memorias, es nombrado por el Papa Teólogo del Concilio de Trento e Inquisición Universal y Proto notario Apostólico. Luego parte a Barcelona donde es reaprehendido y atado es enviado a un calabozo para luego ser atormentado enfermo en la Casa de los Toribios en Sevilla, España.

Ahora huye de Los Toribios y Papa lo nombra Prelado doméstico

De los Toribios escapa de nuevo torciendo una reja y huye a Cadiz, donde lo denuncia un fraile dominico, de su misma orden, para ser regresado de Los Toribios y despojado de sus títulos de Roma.

En los Toribios escapa de nuevo a Cadiz, luego de 13 meses detenido donde es ayudado por un habanero para ir a Ayamonte, España y de ahí a Lisboa, Portugal donde el cónsul español lo nombra su secretario y al dedicarse a la prédica del catolicismo convierte a dos rabinos judíos y sus familias, lo que le merece ser nombrado Prelado Doméstico del Papa Pío VII por el nuncio apostólico.

En el conflicto bélico hispano francés, es apresado por militares francos en la batalla de Belchite, donde fungía como capellán del batallón de Valencia, por lo que ahora es llevado a Zaragoza, España.

La imprenta del dominico en museo del Obispado

Escapa de Zaragoza

De la prisión de Zaragoza se fugaría de nuevo en 1811, donde al enterarse del movimiento de independencia en México se aviva su llama libertaria para dirigirse a Inglaterra y permanece cinco años en Londres, donde escribiría sus obras Cartas de una Americano a un Español y Revolución de Anáhuac, revelando y denunciando a Europa el atentado español de tres siglos contra México.

El Instituto Nacional de Francia lo nombró su miembro al conocer su Historia.

En Londres conocería al general navarro Francisco Javier Mina, a quien convence de dirigir militarmente una expedición insurgente que partiera a México a combatir el dominio español. Tras llegar a la costa este norteamericana y reforzar sus fuerzas arriban a Soto La Marina, Tamaulipas, en ese entonces Nuevo Santander, el 15 de abril de 1817.

Mier trae consigo la imprenta londinense en la que imprime folletos contra la opresión del rey Fernando VII. Esta imprenta es la que permanece actualmente en el Museo del Obispado de Monterrey.

En esa costa novosantanderina, tras haber partido Mina al interior del país esperando sumarse a las fuerzas de Vicente Guerrero y Guadalupe Victoria, se encuentra con las tropas de Pedro Moreno para caer bajo el realismo en octubre de 1817.

Por su parte, el general realista Joaquin Arredondo destacamentado en Monterrey, parte a Soto La Marina, donde capturan a Mier y el mayor Sardá a cargo en julio de ese 1817 y Mier es enviado a México.

Nuevas evasiones en La Habana y México

En Ciudad de México es juzgado Fray Servando y enviado a Cádiz pero de nuevo se fuga en La Habana, donde tras enterarse en 1821 de la consumación de la independencia mexicana regresa al país azteca en 1822 para ser diputado del Primer Congreso Constituyente.

Desde el Congreso varios diputados entablan feroces críticas al proclamado emperador Iturbide, quien ordena apresarlos, pero Fray Servando de nuevo se fuga disfrazado con el hábito de otro religioso y tras ser reaprehendido es separado en el calabozo del olvido para ser liberado en febrero de 1823.

Vendrían nuevos días donde pronuncia famosos discursos y el presidente Guadalupe Victoria lo reconoce, lo nombra su asesor y hospeda en Palacio Nacional.

Hasta su momia desaparece

También venía el ocaso de esta vida apasionada de Fray Servando y en los últimos días de noviembre de 1827 él mismo veía su próximo fin y decide montar en un carruaje para recorrer calles en busca de amigos invitándolos a su funeral y sacramentos, los que finalmente recibe el 3 de diciembre de 1827.

En 1842 su cuerpo momificado es exhumado para dar cabida a nuevos cadáveres en la capilla de los sepulcros en el convento de Santo Domingo y sin ninguna consideración es enviado al osario en el costado oriente de este convento de donde en 1861 sería sacado junto con otras momias para un destino incierto.

Las versiones dicen que un circense las compró para ser llevadas en su espectáculo en Europa o que fueron llevadas a la escuela de Medicina de Buenos Aires, Argentina.

Lo único cierto es que nadie ha podido identificar el sitio final de reposo de los restos del ilustre regiomontano.

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