Por J. Ossorio
Un mes después, Mattia volverá a casa la semana que viene tras pelear y ganar al coronavirus. «Respira por sí mismo, acabamos de desconectarlo del respirador artificial. Finalmente puedo decir: se está curando. Ahora está llorando porque está feliz: llega a tiempo para ver nacer a su primera hija…», explica al diario La Repubblica Raffaele Bruno, jefe de enfermedades infecciosas del Hospital San Matteo de Pavía.
La historia de Mattia, 38 años, es la única buena noticia del día para Italia, una país al límite que lucha contra una pandemia que no da tregua. El país transalpino se fue a dormir el jueves con la demoledora actualización de afectados: más de 41.000 afectados y 3.405 muertos, más que los registrados oficialmente por China, país en el que se diagnosticaron los primeros casos del virus Covid-19.
Probablemente no lo sepa, pero este manager de la multinacional Uniliver aficionado a las carreras de larga distancia, se despierta en un país completamente cambiado, en pie de guerra contra el coronavirus. «En Italia todos somos Mattia. Curarlo a él, desde el punto de vista humano, me ha enseñado que la normalidad es un privilegio», dice emocionado el doctor Bruno al diario italiano.
Lo peor ha pasado ya. El paciente llegó el pasado 18 de febrero al hospital de Codogno (Lombardía) con problemas para respirar. El equipo médico no comprendió entonces cómo un joven deportista sin patologías previas podía presentar un cuadro clínico así. Le sometieron a la prueba del coronavirus y se convirtió en el ‘paciente uno’ de Italia.
No está claro cuándo se contagió pero los médicos pusieron en marcha entonces la maquinaria: aislaron a su mujer embarazada, que también dio positivo y tuvo que ser hospitalizada con un cuadro más leve, e intentaron controlar a todos sus contactos.
La salud del joven Mattia empeoró a los pocos días de ingresar y fue trasladado a un hospital de Pavía con un equipo de expertos en infecciones respiratorias. Allí fue puesto en las manos del equipo del doctor Bruno. «Gracias al trabajo del laboratorio», explica, dieron con un tratamiento -antibióticos, antivirales y otros medicamentos contra el sida y el ébola- que han ayudado al paciente a aguantarle el pulso al coronavirus.
«He resistido por mi hija. El único deseo que tengo es poder asistir a su nacimiento», le ha dicho Mattia a las enfermeras que le han cuidado hora tras hora en la UCI. «Mientras tenía el tubo en la traquea he pensado que si hubiera estado solo, me hubiera rendido. Es la vida de los seres queridos lo que te hace seguir adelante»
(Tomado de www.elespanol.com)
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