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Lo que mal empieza

CUADRANTE POLÍTICO

Por Fernando Acuña Piñeiro

Lo que mal empieza 

 

No hay peor error en política que mantener como estilo predilecto de gobernar, las agresiones, el choque, la prepotencia y la intolerancia. A esto se le llama, empequeñecer y tirar a la basura la ciencia del poder, para asumirse como una voluntad unilateral, de carácter irascible.

Actualmente, ni siquiera en la vida personal, es posible aplicar con éxito estos patrones de conducta, mucho menos desde el cargo más alto del ejercicio público en una entidad federativa.

Y sí, estimados lectores, hablamos obviamente del caso Tamaulipas y del gobernador Francisco García Cabeza de Vaca, a quien la justicia federal acaba de colocar en su calidad de formalmente acusado, y objeto de una orden de aprehensión.

Ciertamente, esto apenas inicia, y no sabemos cabalmente cuales sean los alcances de sus consecuencias. Cada uno de los protagonistas decidirá el siguiente paso. Pero en esencia, el palo ya está dado.

Desde mi punto de vista, en sus diferencias con el gobierno de la república, el líder del panismo tamaulipeco, se excedió   o para decirlo en términos coloquiales, estiró demasiado la liga. Lo más lamentable es que nadie dentro de su equipo de los más cercanos fue capaces de alertarle o de sugerirle que tuviese un poco de prudencia.

Al contrario, muchos de estos allegados, le festejaron y proclamaron a los cuatro vientos la valentía sin límites y todo lo que ello signifique en términos de osadía y carácter entrón, entre otros conceptos.

La verdad es que, no había necesidad de armar una guerra desmesurada contra AMLO por parte del bunker tamaulipeco. No había tampoco las condiciones para ponerse a las patadas con un presidente de la República que tiene la mayoría en el Congreso de la Unión, y cuya popularidad a pesar de todo lo que usted guste y mande, sigue manteniéndose en niveles bastante elevados.

El cabecismo llegó en el 2016, como el ejemplo panista más poderoso de votos a favor. Existe probada evidencia de que, los cabecistas saben operar, y de que no solo igualaron al PRI en su habilidad para ganar elecciones, sino que los superaron.

Sí, eso es cierto, pero los priístas jamás se enfrentaron con el presidente de la república. Ni Cavazos, ni Tomás, ni Geño, y tampoco Egidio emprendieron una guerra frontal contra el Ejecutivo federal. Todos ellos respetaron en su momento las reglas del poder, mismas que en su lenguaje no escrito, advierten que, en política, puedes pelearte con todos, menos con el presidente.

Me parece que las elites del cabecismo, no tenían necesidad de exponer a la derrota a sus candidatos a alcaldes, diputados locales y federales. Le decimos esto, porque a raíz del tema del desafuero, y ahora con el actual estatus punitivo contra CV, los abanderados panistas a cargos de elección popular, han bajado demasiado en materia de percepción ciudadana.

Digamos que la verdadera debacle, no es la del tema de la Fiscalía contra CV, sino el desplome electoral del panismo en todo el estado, con una que otra excepción. Créame que hará falta un nuevo discurso conciliatorio, e inteligente para rescatar a la nave azul.

Sabemos que el hubiera no existe, pero pudieron habérsela llevado más tranquila, tal y como hasta ahora lo han hecho el resto de los gobernadores panistas en el país, así como los mandatarios estatales emanados del PRI, del PRD, del Movimiento Ciudadano o el Independiente.

Ninguno de estos que les estamos mencionando, se embarcaron en una confrontación política sin futuro.

Hoy, la guerra de enorme desgaste político en la que se ha metido la cúpula cabecista, compromete sin duda alguna a los hombres y mujeres de su partido, que merecían un mejor escenario, y no un clima de crispación como al que ahora se enfrentan.

Pero hay reflexiones todavía más interesantes y cruciales: el pueblo de Tamaulipas no se merece este tipo de episodios, y más aún, cuando quienes llegaron al poder en el 2016, no le cumplieron a la ciudadanía, ni siquiera una de sus demandas.

Seguridad, empleo, bienestar social, mejor economía para las familias trabajadoras. Todo eso se ha ido por la borda.

Ahora le corresponde al pueblo tamaulipeco erigirse como el gran juez de la realidad tamaulipeca, y emitir su sufragio de una manera razonada, este seis de junio próximo.

En las urnas estarán en juego dos proyectos: dos estilos de gobernar. Uno será el del PAN y su política de conflictos y de choques, pero de cero soluciones a los problemas torales de los ciudadanos y sus familias.

El otro, es el que plantea un cambio de fondo, y una esperanza de que las cosas cambien.

 

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