La masacre de Reynosa, el fin de semana, es una muestra clara de que Tamaulipas sigue en manos de la delincuencia organizada y la delincuencia política, a pesar de todos los discursos y mentiras oficiales que afirman que todo está mejor que antes. Mientras siga la complicidad de los gobiernos con los señores del crimen, nada va a cambiar. Y lo que es peor: no hay una luz al final del túnel. Pobre Tamaulipas!.
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