INTRÍNGULIS
Por Juan Carlos López Aceves
Los votos del PRI
Rumbo a la sucesión gubernamental de 2022, subyace una disputa entre los principales competidores, PAN y MORENA, con la finalidad de apropiarse del voto priista, dando lugar a una serie de interrogantes.
¿De qué tamaño es la porción del mercado electoral que aún conserva el PRI, que hace tan apetecible pactar una alianza con el tricolor?
¿Es necesario firmar este acuerdo para sumar el voto tricolor, o ese trasvase ya está sucediendo en los hechos?
De ser así, ¿quién se está beneficiando con los votos que el PRI ha perdido, de manera significativa, en las últimas elecciones?
¿Acaso la militancia priista brinca de contenta, porque el CEN está dispuesto a suscribir una alianza, o prefieren ir con su propia candidatura?
Existen opiniones encontradas entre los grupos del PRI tamaulipeco.
Sin duda alguna, la vasta experiencia en las lides de la política, han permitido a EDGAR MELHEM SALINAS realizar un trabajo serio y responsable, en una coyuntura política por demás adversa y complicada para el PRI.
Desde la elección intermedia de EGIDIO TORRE CANTÚ, el sufragio del PRI
viene en picada, acentuada peligrosamente en los comicios de 2021.
Como Stuka alemán, el vuelo en descenso del avión tricolor, se debe a una serie de factores que escapan del control de sus dirigentes estatales.
El magnicidio de RODOLFO TORRE CANTÚ, marca un punto de inflexión a partir del cual, se acelera el final del PRI-Gobierno en Tamaulipas.
También abona en la explicación, el desgaste que provoca la exposición de un partido en el ejercicio del poder, con todo y haber tenido gobernantes cercanos a la gente como ENRIQUE CÁRDENAS GONZÁLEZ, AMÉRICO VILLARREAL GUERRA y EUGENIO HERNÁNDEZ FLORES.
Por supuesto, una variable federal que afectó negativamente al PRI, fue el tremendo malestar que el gobierno de ENRIQUE PEÑA NIETO, provocó en millones de mexicanas y mexicanos, como señalan las encuestas.
La combinación de una candidatura poco empática, como la de BALTAZAR HINOJOSA OCHOA, con un excelente candidato, como lo fue FRANCISCO GARCÍA CABEZA DE VACA, incidieron en este declive y explican la primera alternancia gubernamental y legislativa de 2016.
El triunfo de ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, en la elección de 2018,
trajo consigo el fenómeno populista-obradorista, impulsado por el voto de millones de mexicanas y mexicanos, excluidos del progreso y recluidos en la pobreza, así como por el creciente malestar de la ciudadanía, que provocó el desempeño de los partidos tradicionales (PAN, PRI y PRD).
Son factores combinados que explican, en buena medida, el deterioro y el desplome en la rentabilidad electoral del PRI.
Una revisada a los resultados de la elección de ayuntamientos, entre 2007 y 2021, permite observar y ubicar en el tiempo y espacio, la tendencia positiva y negativa del voto priista, dividida por el punto de inflexión, que representa la elección gubernamental de 2010.
En las elecciones municipales de 2007 y 2010, el PRI obtiene el 55.27 y el 59.04 por ciento de la votación municipal.
Pero a partir de los comicios de 2013, el voto del PRI entra en una espiral negativa, al pasar de 49.67% a 36.68% (2016), 23.22% (2018) y caer hasta el 8.92%, en la elección de 2021.
RAMIRO RAMOS SALINAS, RAFAEL GONZÁLEZ BENAVIDES, SERGIO GUAJARDO MALDONADO, YAHLEEL ABDALA CARMONA y, por último, la dirigencia de EDGAR MELHEM SALINAS, trataron de contener y revertir el impacto de esta tendencia, pero la potencia de la turbina que la impulsa, terminó superando el esfuerzo realizado.
Así, de gobernar al 96.63% de la población (3’010,993 habitantes) al triunfar en la elección de 2007, en 34 municipios, el PRI gobierna ahora únicamente al 1.17% de la población (42,907 habitantes), en 4 municipios, agregando que el voto promedio en los 10 municipios más grandes, pasó de 52,979 a 8,908.
Visto lo anterior, la pregunta es obligada: ¿quién se está quedando con los votos que el tricolor está perdiendo, en este juego electoral de suma cero?
La respuesta es muy sencilla y se encuentra en el voluminoso crecimiento del voto de MORENA, entre la elección de 2016 y la de 2021.
Si en la elección de ayuntamientos de 2016, el partido del presidente LÓPEZ OBRADOR obtiene 30,848 votos (2.17% del total), en los comicios de 2021, MORENA cosecha 566,691 sufragios (39.50%), para gobernar al 73.35% de la población (2’696,974 habitantes), en 9 municipios.
Crecimiento exponencial, que se explica en buena medida por la disminución pronunciada de los votos del PRI, que entre 2016 y 2021, sufre una pérdida de 394,237 sufragios, mismos que se suman al capital de 535,843 sufragios, que MORENA gana en este mismo periodo.
De cualquier manera, y aquí este el quid del asunto, los 127,958 votos que el PRI obtiene en la elección de 2021, es una cantidad superior a la diferencia de 30,732 sufragios, observada entre el PAN y la Coalición JHH, en la jornada electoral de junio pasado.
Aquí radica el interés del PAN por pactar una alianza con el PRI, con todo y que el trasvase de votos del tricolor, sea el nutriente principal que alimenta al crecimiento acelerado de MORENA en Tamaulipas.
En este contexto debemos leer, las presiones que recibe el dirigente estatal, EDGAR MELHEM SALINAS, por parte de cuadros proclives a la alianza y cercanos al CEN, que preside ALEJANDRO MORENO CÁRDENAS.
¿Seguirá el trasvase de votos tricolor a la cisterna guinda, o se detendrá con la firma de una alianza o con la propia candidatura?
That’s the question my friend.
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