Cabrito News
Por Homero Hinojosa
“Break mañanero”
Nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador decidió tomarse el miércoles un justo y merecido “break” de Semana Santa y suspendió las tradicionales “mañaneras” hasta el próximo lunes 22.
“Nos vamos a congregar aquí hasta este miércoles, y vamos a tener… este… otras actividades jueves, viernes, sábado y domingo, de por sí los sábados y domingos no estamos, hasta el lunes…”, anunció López Obrador.
“El domingo vamos a estar en el aniversario de la invasión estadounidense en el puerto de Veracruz, vamos a estar en Veracruz el domingo y el lunes, la reunión de seguridad la vamos a llevar a cabo en Veracruz, la reunión nacional y también va la conferencia de prensa en Veracruz”, agregó con su peculiar estilo de sintaxis tropezada.
Con el Presidente se fueron a descansar también decenas de reporteros “de la fuente” (también tendrán su “break” millones de mexicanos) quienes dejarán de escuchar por unos días una retórica que cada vez se torna más anquilosada, amañada y predecible.
Desde que asumió como Presidente de México el 1 de diciembre de 2018, López Obrador únicamente ha suspendido “La Mañanera” en cinco ocasiones. Éstas han sido el 25 de diciembre, por Navidad; el 31 de diciembre y 1 de enero de 2019, por Año Nuevo; y este 18 y 19 de abril, por Semana Santa.
Desde que rindió protesta, el Presidente comunicó que todos los días hábiles de su gobierno ofrecería una conferencia de prensa en la mañana para dar a conocer los avances en temas clave, como la inseguridad y la justicia. Incluso ha ofrecido sus conferencias desde otras entidades como Baja California, Jalisco y Nuevo León.
Pero… ¿acaso son útiles y necesarias este tipo de reuniones de lunes a viernes? ¿Qué propósito en el fondo cumplen?
Resaltan en particular tres elementos en este tipo de eventos “madrugadores”. En primer lugar, es una oportunidad para definir agendas mediáticas y líneas de opinión, es decir, determinar temas que al gobierno le interesa que se ventilen y repliquen en la prensa.
En segundo término, es una ocasión para reprimir a la prensa “fifí” y a aquéllos periodistas que no se alinean con la retórica diaria, aunque en repetidas ocasión ha dicho que respetará la libertad de expresión.
Precisamente esta semana AMLO aprovechó para felicitar a los reporteros que cubren cada mañana sus conferencias por su “prudencia”, para luego lanzar: “Si ustedes se pasan, pues ya saben, ¿no? lo que sucede”, lo que fue interpretado como un regaño y advertencia fuera de lugar.
Y en tercer lugar, las mañaneras se han convertido en un espacio para resaltar la figura presidencial, para exponer una figura de poder que aunque quiera pasar como igual frente a los demás (“yo también puedo opinar”) al final de cuentas tiene el control del micrófono y concluye puntos de discusión “sin ton ni son”.
Ciertamente se reconoce que el Presidente encare a los medios y enfrente sus preguntas por más incómodas que éstas sean, como las lanzadas hace unos días por el periodista Jorge Ramos de Univisión quien le cuestionó las cifras oficiales de muertes en el País. Es más, quizá ningún mandatario mexicano ha llegado al extremo de lidiar cara a cara con la Prensa como lo ha hecho AMLO.
Sin embargo, el asunto de “las mañaneras” se complica en el momento en que la sala de conferencias de Palacio Nacional se convierte en un púlpito y la ocasión se torna en un culto diario al oficialismo. Quizá un día a la semana sería suficiente para informar a la Nación y así dar tiempo a la Prensa a cultivar sus propia agenda y proponer temas de relevancia para el País.
Por lo pronto esta semana hubo descanso obligatorio de “mañaneras”. El próximo lunes, en Veracruz, retorna el sermón y con ello la letanía de preguntas extraviadas de los periodistas mientras que en el resto de México el ciudadano se sigue cuestionando cuándo se frenará por fin la inseguridad.
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