La Talacha
Por Francisco Cuéllar Cardona
Votos vs despensas
Ahora que el fraude electoral es un delito grave que aplica cárcel inmediata a quien sea sorprendido cometiendo este ilícito, ¿hasta dónde ha inhibido a los delincuentes electorales?.
Esto lo vamos a ver después de estas elecciones; también nos daremos cuenta si las fiscalías electorales tienen el valor de hacer valer la ley contra los tradicionales mapaches que en estos tiempos actúan impunemente.
Hace unos días, un funcionario de primer nivel de la Fiscalía en Tamaulipas lo admitía sin sonrojarse. Aseguraba que «apreciaba tanto su vida que él no le jugaría al valiente y que dejaría hacer y pasar todo lo que viera; las cosas no están nada fácil». Eso le valió un fuerte jalón de orejas que le ocasionó además que lo concentrarán en la Ciudad de México donde está sujeto a investigación.
Vender el voto por una despensa o comprometer el voto a cambio de que te mantengan en el trabajo o te regalen un día o dos para que acompañes a los candidatos en sus recorridos, es una práctica recurrente en estos días de campaña. Y no es nueva, este acoso al votante lo instituyó el priísmo cuando fue gobierno y los partidos que llegaron lo perfeccionaron.
La pregunta que hoy todo mundo se está haciendo es si en medio de esta euforia morenista funcionarán éstas acciones ilegales. La gente, dicen, ya aprendió a votar y quiénes creen que amenazar, presionar y hostigar es garantía de un triunfo electoral, deben irle midiendo el agua a los camotes porque la ciudadanía ya despertó y su reacción es diferente.
En las elecciones del 2018, cuando se votó para la presidencia de la república, el senado y las diputaciones, los operadores que habían hecho cuentas alegres estaban sorprendidos el día de la elección, pues la gente que habían movilizado y pagado, fue a votar, pero lo hizo en contra. No daban crédito a lo que estaban viendo, «la gente nos traicionó», trataban de justificar su ineficiencia. No sabían que el hartazgo llegó a su nivel máximo que no fue suficiente la despensa ni la amenaza de perder el trabajo. La historia está vez se puede repetir y muchos no se han dado cuenta de ello.
Las encuestas y los sondeos, ni las prácticas ilegales ya no funcionan. Votar por el partido o candidato favorito es válido y la democracia así se manifiesta. Un estudio del INE sobre las elecciones en los últimos cinco procesos electorales revelan que el 90 por ciento de los votantes que son «acarreados» y obligados a votar por un partido o candidato el día de la elección voto en contra a pesar de que le hayan pagado su voto.
La tendencia en México, que hace 20 años fue citado por la ONU y organismos internacionales como el país más corrupto en materia electoral, hoy, apunta hacia una madurez electoral que convierte al votante mexicano como el más impredecible: nunca te dice la verdad cuando le preguntan en las encuestas por quien va a votar.
«El elector mexicano ya aprendió a decidir y no es fácil que lo compren por una despensa, ni se deja intimidar por nadie», comentaba Lorenzo Córdova, cuando le preguntaron sobre la cultura de la despensa y los votos.
Los tiempos ya cambiaron, la gente ya aprendió; los que no han aprendido son los partidos y sus candidatos que siguen jugando a la antigüita para mantenerse en el poder.
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