Los edificios históricos que tuvo y tiene la urbe regiomontana reflejan en su forma arquitectónica el carácter propio de los norestenses, su independencia, decisión para sacar adelante lo necesario y algo más
Por Luis Alvarado
Última de Tres Partes
Teatro Juárez, el de mayor glamour
La inauguración del teatro Lírico en el gobierno de Santiago Vidaurri en 1857 marca a Monterrey con los orígenes del Teatro, donde se acoge con entusiasmo a las compañías de ópera, opereta, drama y zarzuela durante casi más de cuarenta años, hasta el año de 1896, cuando un incendio acaba con el edificio.
Juan Chapa Gómez y Miguel Quiroga inician luego la construcción de uno nuevo, el Teatro Juárez de Monterrey, ubicado sobre las calles de Allende y Escobedo, el cual abrió sus puertas al público regiomontano el 15 de septiembre de 1898 con la ópera La Traviata.
Esta obra tuvo una escasa concurrencia, debido a que entre la población se rumoró la versión de que el edificio estaba mal construido pero es recuperada la confianza con la ceremonia de Independencia de México en el mismo recinto.
El Juárez era en su mayor parte de madera y ricamente ornamentado, tenía la singularidad de que las butacas podían ser retiradas para eventos sociales, como el banquete ofrecido al presidente Porfirio Díaz el 20 de diciembre de 1898. El recinto apenas duró 10 años, pues en marzo de 1909 fue consumido por un incendio.
Teatro Zaragoza
Tras el incendio del majestuoso teatro Juárez en 1908, al año siguiente se inaugura el teatro Zaragoza, en la calle de ese nombre, en el lugar que ahora ocupan los edificios Brandi y Serna. Un espacio alegre y ligero, con tandas del género chico, en boga en la metrópoli. Fue inaugurado por la compañía de las hermanas Enriqueta, Dora y Julia Sancho, a quienes acompañaban Arturo García Pajujo, Chucho Ojeda, Joaquín y Carlos Pardavé y las hermanas María y Elena Ureña.
Se estrenó Chin Chun Chan agotándose las localidades todas las noches, lo mismo que con el Pobre Balbuena y El método Górritz, siendo su dueño Patricio Milmo y como empresarios cuando se incendió en marzo de 1908 los hermanos Adolfo y Antonio Rodríguez.
La Gran Logia de Nuevo León
El antiguo edificio de la Gran Logia de Nuevo León fue inaugurado en el año de 1905, época en la que la mano del gobernador Bernardo Reyes tocaba todos los ámbitos del poder, fue al mismo tiempo fue Gobernador de Nuevo León, Comandante militar de la Tercera Zona Militar del noreste y dirigente de todas las logias del estado.
Este edificio de sobria belleza era el centro de reunión de los liberales que provenían de los diferentes municipios de la entidad y se ubicaba en lo que son las actuales calles de Escobedo y M. M. del Llano. Sería derrumbado en 1955 para construir en su sitio el edificio de seis niveles de la misma organización masónica que aún se conserva.
El Colegio del Sagrado Corazón de Jesús
En diciembre de 1911 se inicia la erección del edificio que se convirtió dos años después en el elegante Colegio del Sagrado Corazón de Jesús, dirigido a las niñas de alta sociedad de la región ubicado al pie del Cerro del Obispado.
El diseño y construcción fue hecho por uno de los arquitectos favoritos del porfiriato, Pedro Gorozpe, cuyo trabajo se caracterizaba por recuperar estilos como el románico, neogótico y neobizantino. La construcción modificó el trazo urbano de Monterrey hacia el poniente.
El Colegio Sagrado Corazón funcionó en este edificio desde 1913 hasta 1964. A partir de 1976 y con apoyo de la primera dama del país Carmen Romano de López se convierte en la Escuela Superior de Música y Danza de Monterrey, dependiente del INBA.
De Catedral proyectada a Fortín La Ciudadela
Proyectado inicialmente en 1794 para ser la nueva catedral de Monterrey y abandonada por décadas con un avance a la mitad, La Ciudadela sería llamada por la historia para convertirse en el ejemplar fortín que serviría de resistencia y rechazo a las invasoras tropas gringas de Zachary Taylor del 21 al 23 de septiembre de 1846.
Fue el primer punto de enfrentamientos que simbolizaron la primera derrota para los yanquis, que finalmente logran ocupar la ciudad entera, tras varios días de batallas sangrientas.
Este edificio La Ciudadela sería inmortalizado durante la segunda mitad del siglo XIX pero paulatinamente fue abandonado hasta quedar algunos muros de pie en sus más de 150 metros por cada lado, sobre los que luego sería construida la biblioteca y teatro La Ciudadela en el sitio que ocupó la malograda catedral convertida en fuerte, en el cruce de las calles Juárez y Tapia, centro de Monterrey.
El Mercado Colón o Parián
El mercado Colón es otro de los monumentos absorbidos por el crecimiento urbano modernizador regiomontano, pero desde la década de los 80s del siglo XIX fue el centro de compras de la comunidad céntrica y de los barrios aledaños.
También lugar de descarga de mercancías traídas de otros municipios rurales del estado y de otras entidades del país, El Parían, como también se le llamaba atrapaba en sus gruesos muros y paredes el murmullo de la masa visitante, los gritos de los oferentes y el regateo de las marchantas.
Estaba ubicado en la escuadra actual de las calles Padre Mier, Juárez, Ocampo y fue el precursor de los otros tianguis muy populares ya en el siglo XX el Mercado Juárez, el Mercado del Norte, el Mesón Estrella y otros que surgen después.
Se ofertaba de todo: frutas, verduras, especias, semillas, productos para el aseo de la casa, artesanías y juguetes; era un gran tianguis antes de que el concepto modernizador llegara a tierras neoleonesas. Alcanza su cúspide por los años 30s y 40s para ser derribado en 1953 para construir los Condominios Monterrey, en donde ahora se encuentra Interplaza.
El Mercado del Norte
Mezcla arquitectónica de estilos moderno y neocolonial, el 6 de junio de 1930 se inaugura el edificio del Mercado del Norte construido por el arquitecto Cipriano J. González Bringas y el ingeniero Miguel Osuna Treviño, erguido a unos pasos de la estación de ferrocarril y enfrente de la estación de camiones Transportes del Norte.
Era la ola contemporánea de la tercera década del siglo XX, con un edificio innovador que opacaba a los puesteros locales y oferentes que venían de entidades vecinas el cual llega a contar con 104 puestos en el interior y 34 en el exterior.
En su segundo nivel contaba con dos salones para eventos especiales, ya fueran celebraciones privadas o algún festejo público, además de dos famosos sitios que ofrecían baños turcos, saunas y masajes, los que son recordados como pioneros en la ciudad.
Además estuvo estacionada una compañía de teatro que no duró mucho, ya que el 23 de septiembre de 1930 la cerraron por orden municipal debido a una actuación inmoral. Ahí estuvo la Botica del Norte, un club de cacería, peluquerías el popular alfarero que se llamaba Tomás Espinosa, el Cabaret de Josefina Aréchiga aunque también se conseguían licores extranjeros.
Tuvo dos incendios, en 1938 y en 1953 pero iba perdiendo clientela y lentamente fue abandonado en consecuencia por los puesteros. En 1954 vuelve a inaugurarse pero ya no se pudo recuperar, pues ya habían hecho su aparición sus competidores; el Mesón Estrella y otros mercados grandes.
Sin que nadie se animara a rescatarlo, las décadas siguen pasando y el gigante luce más abandonado que nunca a pesar de las ofertas de venta en 40 millones de pesos, aunque está protegido por el INAH.
La Penitenciería
Hacia 1835 se dividió la ciudad en 38 cuarteles y se encargó a los cuarteleros hacer la ronda ordinaria a las diez de la noche, armada y con ayuda de algunos burros como ha sido costumbre. Por esta época existían en la ciudad un total de 12 serenos que tenían a su cargo los faroles que iluminaban la ciudad de Monterrey, estos individuos vigilaban las calles de la ciudad durante la noche y se encargaban de aprehender a los malhechores o vagos que rondaran por ellas después de las diez de la noche.
Sin embargo, ante la insuficiencia de estas instancias fue preciso el funcionamiento de un sistema penitenciario y Monterrey fue una de las primeras ciudades del país que contó con una penitenciaría moderna, que empezó a construirse hacia el año de 1887, quedando terminada hacia el año de 1895. Esta primera penitenciaría estaba situada junto a la Alameda, y contaba con todos los adelantos para garantizar la regeneración de los delincuentes.
Fue tal el empeño puesto en la funcionalidad de este edificio que durante la visita del Gral. Porfirio Díaz a la ciudad en 1898, fue uno de los lugares que visitó en su recorrido. Esta gran cárcel permaneció en funciones hasta entrada la década de los 40´s en el siglo XX. Posteriormente fueron construidos nuevos Centros Penitenciarios en las afueras de la ciudad para reos de alta peligrosidad y sólo permanecieron activas las cárceles municipales para la detención de los vagos y delitos menores.
Banco Mercantil de Monterrey
El edificio del Banco Mercantil de Monterrey cumplirá 120 años de haber sido construido el 6 de diciembre de 1900, aunque sus operaciones ya las había iniciado en 1897 con un capital de dos millones y medio de pesos
La fortaleza y arquitectura del inmueble mereció los elogios de prestigiadas revistas de la época, entre otros puntos por ser a prueba de fuego en tres plantas, en un espacio de 10 mil metros cuadrados, ubicado en el cruce de las calles Morelos y Zaragoza; “Elegantemente acabado y bien equipado de principio a fin”.
Comment here