Investigación

Los últimos instantes de Pedro J. Méndez: “Me han muerto, no desmayen”

El coronel Vargas describe los momentos de la caída de Méndez: “retirado de nosotros a unos 150 metros y resguarda por unos pequeños jacales, en lo más apartado del combate salió queriendo tomar parte personalmente en la lucha y al efectuar su salida fue herido mortalmente”. A sus hombres diría al morir: “Me han muerto… no desmayen… ahí está el camino”.

Luis Alvarado

Este 23 de enero  se conmemora el 154 aniversario de la heroica muerte del vencedor de la intervención francesa en Tamaulipas, el nativo de Hidalgo, Pedro José Méndez al fallecer en la Batalla de Tantoyuquita, Mante en 1866 a sus 29 años de edad.

De alguna manera la vida del guerrillero nacionalista estuvo ligada a Linares, Nuevo León, pues en esta ciudad estudiaba en un colegio religioso a los 12 años de edad y en 1865incendiaría la incendiaría al atacar a un grupo conservador neolonés pro imperialista.

De niño su materia favorita era historia universal, influido por su maestro polaco Bilvaroski, quien le daba clases privadas en la hacienda San Agustín de sus padres Pedro José Méndez y Agapita Ortiz, luego de haber estudiado la primaria en Ciudad Victoria.

Tras la declaratoria del presidente Juárez de la suspensión de pagos a la deuda externa en 1861, los franceses inician la ocupación de México por Veracruz al año siguiente y Pedro pierde a su padre y pasa a dirigir la hacienda familiar, más las de Peñuelas y Palo Alto.

De buena solvencia económica, en 1860 viaja por varias ciudades estadounidenses. Pero en abril de 1862 al iniciar la ocupación de Tamaulipas por los invasores francos, Méndez integra una guerrilla defensora formada por sus peones y se pone a las órdenes de los republicanos Juan José de la Garza y Macedonio Capistrán.

En Tampico les quita barco a franceses

La guerrilla ataca a los franceses en Tampico y los desalojan, apropiándose del barco El Blanco, cargado de provisiones y pertrechos de guerra, inyectándoles con ello confianza y fuerza operativa. En esta nave encuentran dos finos gallos ingleses y Padro se da por pagado de su acción defensora.

En plena guerra se casa con una sobrina en tercer grado en 1864, María de Jesús Moncayo. A los tres días intercepta una carta en la casa del coronel Julián Cerda, donde el jefe político de Victoria Gral. Guadalupe García propone al gobernador nuevoleonés Santiago Vidaurri entregar las plazas y unirse al imperio.

Vendría la heroica toma de Victoria el 6 de marzo de ese año 1864, para luego dirigirse a Monterrey donde sus fuerzas custodian al presidente itinerante Juárez, que le hacen obtener el grado de coronel y jefatura republicana en el centro de Tamaulipas y Linares.

Mientras que Méndez se refugiaba en la sierra tamaulipeca, su madre y esposa sufrían el acoso de las fuerzas de los traidores del general Tomás Mejía, a quienes presionan para que se entregue, algo que Agapita no consideró al negarse a pedir a Pedro se entregara.

El enemigo insiste con que Méndez deponga las armas a cambio del indulto, pero Pedró José se vuelve a negarllamándolos cobardes, a quienes combatirá así se quede solo. Luego rechazaría el perdón del sanguinario coronel francés Charles Dupin, a quien le regresa su carta en pedazos.

Madre y esposa huyen de Peñuelas refugiándose en cuevas de la sierra y en carta a José le dice que le quemaron la casa y ha quedado totalmente arruinada. En noviembre de ese año 64 la esposa de Pedro tiene a su hija en San Carlos, para en enero de 1865 huir herido de una trampa que le tienden las autoridades conservadoras de Linares.

Rechaza gubernatura por no ser ambicioso

La fama ganada por Méndez por sus éxitos militares motiva al norteño Servando Canales a ofrecerle la gubernatura de Tamaulipas si se alía con su grupo, en momentos en que disputaba el poder civil del estado al camarguense Juan Nepomuceno Cortina.

El hidalguense le responde que él no pelea por intereses políticos y se niega a postularse a la gubernatura ofrecida “para no verse como ambicioso y perder el poco prestigio que tenemos los pueblos”, aclarando que primero hay que lograr la paz.

Luego Méndez ocuparía e incendia la ciudad de Linares y tras negársele préstamos forzosos apresa a los conservadores que le habían tendido trampa en que resulta herido diciéndoles que no busca venganza, sino dinero para poder vestir a su gente que anda desnuda.

Enterado de los hechos en Monterrey, el general Mariano Escobedo, jefe militar republicano le escribe al tamaulipeco reconociendo su valía: “…considero a usted más capaz, más apto que a mí mismo, porque yo tendré tanto patriotismo como usted, pero me faltan las relaciones íntimas con los hombres de ese pueblo”.

El encuentro con el destino

Vendría la cita con la muerte en la célebre Batalla de Tantoyuquita a un lado del río Tamesí, donde los invasores tenían un fuerte y un almacén que controlaba la ruta Tampico-San Luis Potosí donde custodiaban un convoy por valor de más de 200 mil pesos.

El ataque es iniciado por el partisano Méndez el 22 de enero de 1866, luego de que dos días atrás  había derrotado a los francos en la Cuesta de Cantón, para de ahí llegar a Tantoyuquita con un centenar de enemigos al mando de capitanes Jaquin y Montemar, a quienes ocasiona 30 bajas.

La tarde de ese día 22 los francos son sorprendidos y se defienden hiriendo levemente en la frente a Méndez por un rozón de bala pero al notar que los enemigos se reagrupan se pone de nuevo al frente de los republicanos, quienes llegan a la última de las bases.

Es ahí donde una bala le da en el pecho a Pedro, tirándolo del caballo con machete en mano cuando ya era de noche pero al amanecer del día 23 sus hombres encuentran su cadáver que había sido ocultado por otros para no desmoralizar a su tropa ni reanimar a los franceses.

Uno de sus allegados estuvo con Méndez en sus últimos alientos de vida, quien alcanza a expresar “Me han muerto… no desmayen, ahí está el camino”, señalando hacia donde estaba el enemigo. Su cadáver es llevado a Victoria y de ahí a su pueblo Hidalgo donde es sepultado en la parroquia el 28 de enero.

El coronel Francisco Vargas, oficial de Méndez estaba en otra posición cuando Pedro es herido y narra que “El general Méndez dio la orden de que la infantería se formara en columna frente a la fortificación enemiga y ahí permaneciera en espera de órdenes, igualmente dispuso que la caballería mandada por mí echara pie a tierra y se formara sobre el flanco derecho enemigo”.

Vargas describe luego los momentos de la muerte de Méndez: “retirado de nosotros a unos 150 metros y resguardado por unos pequeños jacales, en lo más apartado del combate salió queriendo tomar parte personalmente en la lucha y al efectuar su salida fue herido mortalmente”.

Declarado Benemérito de Tamaulipas el 25 de enero de 1869

Vargas refiere que la noticia de la caída de Pedro José le es dada por el alférez Manuel Martínez, ayudante del tamaulipeco. Luego se ordena que unos cuatro dragones sacaran al general a la boca del ahiladero. “Acabábamos de triunfar cuando se  nos anunció su muerte”, expresa Vargas.

El periódico Pájaro Verde informa en su edición del 9 de marzo de ese 1866 que los que más se aprovecharon con el saqueo de los almacenes franceses de Tantoyuquita fueron Manuel Cobos y Manuel Saavedra, quienes toman para si una gran cantidad de tercios.

Pedro José Méndez Ortiz sería declarado Benemérito del Estado de Tamaulipas por el Congreso local el 25 de enero de 1869, para luego exhumar sus restos de la parroquia y ser depositados con todos los honores en el monumento a su memoria y estatua en el cruce de las avenidas Carrera Torres y 17 de la capital victorense.

 

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