Si acaso reconocidos en el estado de Chihuahua por su heroísmo al enfrentar en eventos separados y con dos meses de diferencia en 1916 a la invasora expedición punitiva yanqui Pershing, la historia nacional tiene deudas con María Elisa Griensen y Félix Uresti Gómez.
Luis Alvarado
Ella, originaria de Parral, Chihuahua nacida en enero de 1888, enfurecida porque las autoridades de su pueblo se acobardaron y nada hacían o decían contra los militares gringos que ocupaban su plaza habría de ir a la escuela por una bandera nacional para gritar contra los asaltantes, motivando así al pueblo a lanzarles piedras y verduras provocando su desalojo.
Su hazaña tiene lugar el 12 de abril de ese 1916 cuando los gringos se introducen a suelo mexicano en busca de Pancho Villa, quien había invadido el pueblo de Columbus, Nuevo México, EU incendiado algunas casas y comercios en venganza por un fraude de su proveedor de armas.
Este ataque villista a suelo norteamericano habría de motivar las represalias estadounidenses para penetrar a México, tolerado por el gobierno de Venustiano Carranza, y que posteriormente, dos meses después también habría de enfrentar al coahuilense Félix Uresti Gómez.
Ambos encuentros se dan en el estado de Chihuahua, el primero en el sur y el segundo en el norte, separados por más de 470 kilómetros, en los que el gobierno nacional actúa con tibieza contra los militares ocupantes, además que Villa era enemigo del carrancismo.
El caso Elisa Griensen
Elisa Griensen Zambrano fue hija de Juan G. Griensen y de María Lucía Zambrano y penúltima de ocho hermanos. Al morir sus padres en 1891y en 1892 contaba con apenas cuatro años de edad y su hermana mayor, Virginia, se hace cargo de todos ellos.
En 1894, su hermana Virginia contrae matrimonio con Pedro Alvarado, un empresario minero de la región y al cumplir Elisa 12 años su vida pasa de la austeridad a la comodidad, gracias a la mejoría económica de Pedro Alvarado, cuya mina, «La Palmilla» le da buenas ganancias.
Pasado el ataque de Pancho Villa a Columbus en marzo de 1916, el gobierno yanqui forma la expedición persecutora, la cual llegó a contar con hasta 14 mil soldados y una rama de ésta llega el 12 de abril a Hidalgo del Parral, comandada por el mayor Frank Tompkins.
Este oficial debía permanecer en las afueras de la ciudad y en contra de las órdenes recibidas, se interna en la misma. El General Ismael Lozano, comandante del destacamento militar mexicano en la ciudad, le pide que se retire y Tompkins le responde que él llega como invitado.
Se desmiente tal cortesía y Lozano le insiste a Tompkins que se regrese, cuando para entonces los habitantes ya se estaban reuniendo descontentos, entre ellos Griensen de 28 años de edad, quien estudiaba en Estados Unidos y se encontraba en Parral de vacaciones.
“… alguien tiene que hacer algo”
Como ve que nadie hacía nada por oponerse a los yanquis, Elisa le reclama al alcalde de la ciudad, José de la Luz Herrera, el que no tomara la iniciativa para echar a los estadounidenses de la ciudad y al no recibir respuesta, ella pide el apoyo de la gente y se dirige a la escuela primaria donde toma la bandera nacional y recibe el respaldo del grupo de alumnos de quinto año.
Ella exclamaría en las calle “He buscado ayuda y no me han secundado; sin embargo… alguien tiene que hacer algo” y con los niños y algunas mujeres Griensen se encamina hacia la tropa gringa y la multitud los sigue, gritando vivas de apoyo a Villa y a México.
Se dice que en el camino toma un fusil Mauser de la jefatura de armas y se dirige al Mayor Tompkins, pidiéndole que se retirara, algo que al parecer éste ya había acordado con Lozano para dejar la ciudad, aunque lo habrían estado haciendo muy lentamente y por ello son atacados.
Algunos niños comenzaron a lanzarles piedras y fueron seguidos por algunas mujeres, quienes con palos y a tomatazos continuaron la agresión. Los primeros disparos en contra de los soldados los hizo Griensen.
Los invasores huyen precipitadamente, (no se registra cuántos eran) seguidos por los manifestantes y por los soldados mexicanos, los cuales los persiguen hasta la población de Santa Cruz de Villegas. En la retirada, dos militares estadounidenses pierden la vida y algunos más quedan heridos, entre ellos Tompkins.
Los alumnos de quinto grado
Sin embargo, otras versiones señalan que son los alumnos de la primaria los que inician la revuelta en contra de la tropa de Tompkins y que Elisa Griensen, los apoya, porque se les había inculcado el amor a la patria y la honra de la nacionalidad.
Otra versión obtenida en entrevista con la propia heroína, el historiador juarense Héctor Herrera Vargas menciona que Griensen le reclama al alcalde su tranquilidad ante la ocupación cuando éste montaba a caballo y, al recibir respuestas en tono de burla y de reto, reúne a las mujeres de la población, que eran las más enojadas.
Y que juntas habrían tomado las armas que se encontraban en sus casas o se las habrían arrebatado a los guardias, rodeando al mayor Tompkins y apuntándole los rifles a la cabeza y obligándolo a gritar vivas a favor de Villa y de México.
Herrera Vargas menciona en su versión de los hechos que Griensen habría pedido ayuda a un desconocido para que le mostrara cómo disparar el rifle, porque ella no sabía hacerlo y que lo habría disparado varias veces, alcanzando a tres soldados estadounidenses.
“Lo hice por mi país, no por Villa”: Elisa
Una versión más, la de Tompkins señala haber sido invitado por el capitán Antonio Meza y que en plática con el comandante de la guarnición militar, el general Ismael Lozano acuerda su retirada tan pronto le fueran entregadas provisiones.
Pero que al dejar la ciudad él y sus tropas son atacados por la población, que en su opinión, era liderada por un hombre y que ese ataque en la plaza principal lo consideró una trampa del general Lozano con ayuda de la población, sin que él identifique a Griensen.
Elisa era considerada de carácter temperamental, nacionalista y patriota. Se cuenta que en una ocasión en que Villa y Griensen se encontraron, él le preguntó por qué se había enfrentado a los estadounidenses y ella le contestó que lo había hecho por su país, no tanto por la causa de Pancho.
Griensen acostumbraba también a hacer guardia frente a una bandera mexicana que tenía en su casa, cantando el himno nacional y frente a un busto de Napoléon Bonaparte, cantando La Marsellesa, por ser su padre de origen francés y su madre mexicana.
Muere en septiembre de 1972, cuando se encontraba en El Paso, Texas, al complicársele una enfermedad respiratoria y ésta se convierte en pulmonía. A petición suya, fue trasladada a Ciudad Juárez, donde fallece unas semanas después, el 14 de noviembre a los 84 años.
Félix U. Gómez y su batalla de El Carilla
El otro acto heroico también en Chihuahua en junio de 1916, le corresponde al general Félix Uresti Gómez, nacido en Gómez Farías, Coahuila el 1 de julio de 1887, quien muere en El Carrizal, el 21 de junio de 1916 en pleno combate contra militares de la expedición Pershing.
De esta batalla en que surge como Héroe de El Carrizal, el general Félix Uresti Gómez, se dan el testimonio de un mormón de la Hacienda Santo Domingo, no muy lejana de El Carrizal, en el norte chihuahuense.
Él refiere que el día 20 de junio de 1916 escucha a los norteamericanos que pernoctaban en esa hacienda que al día siguiente se encontrarían frente a soldados mexicanos “a quienes no les temían por tener ellos (los invasores) más tropas y armas”, según escribe el historiador juarense Vicente Tavera García.
Los militares mexicanos llevan al mormón con el teniente coronel Genovevo Rivas Guillén y lo remite a Félix U. Gómez, quien dicta los preparativos para la defensa y telegrafía a su superior, el tamaulipeco, general Francisco González Villarreal, acantonado en Ciudad Juárez.
González, de origen matamorense, da orden de evitar enfrentamientos para no provocar un lío internacional, pero el 21 de junio de ese 1916 a las 6:30 horas son detectados los soldados americanos de color – hasta entonces sujetos a segregación racial en su país-.
Derrotan a los gringos pero cae Félix
Los punitivos de las Compañías K-10 y C-17 al mando de los capitanes Charles T. Boyd, Lewis S. Morey y teniente J. N. Adair pretenden pasar por El Carrizal, el pueblo donde se encuentran las tropas mexicanas.
Los gringos ordenan rodear el pueblo mientras que Genovevo sale a parlamentar a bandera blanca con Boyd por orden del general Gómez, según versión del cronista Tavera.
Por su parte la SEDENA señala en su sitio oficial que por orden del presidente Venustiano Carranza la encomienda de Gómez era evitar que las tropas estadounidenses rebasaran la línea fijada por el Gobierno Mexicano que era hacia el norte del poblado.
Como Boyd se niega a acatar las instrucciones de Gómez, cada bando se retira a sus posiciones iniciándose el intercambio de balas, en cuyos primeros disparos cae Félix, debido a que era un blanco atractivo por su gran estatura.
Resultan triunfadores los mexicanos, quienes provocan la desbandada de los invasores causándoles 27 muertos, casi 50 prisioneros y el decomiso de armas y parque, todo lo cual motiva la salida deshonrosa de los estadounidenses.
En Coahuila varias escuelas y calles llevan su nombre y en Monterrey, la avenida norte –sur límite oriente del primer cuadro de la ciudad y estación del Metro.
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