LA OTRA ÓPTICA
No lo entienden
Por Juan Carlos Flores Turrubiates
Los sectores más conservadores de este país argumentan muchas veces que este sexenio se ha caracterizado por una polarización de la sociedad mexicana, para estas personas, Andrés Manuel ha dividido a la sociedad y es una amenaza para las personas de bien.
Según ellos, desde el primero de diciembre de 2018 el país se vino a la ruina.
En los 18 meses de este gobierno estos grupos conservadores han intentado, sin rendir frutos, organizarse y manifestarse con el único motivo de derrocar a un gobierno cuyo principal interés ha sido el tratar de paliar la enorme desigualdad y pobreza fruto de más de 30 años de políticas neoliberales en México.
Sus diferentes manifestaciones y protestas han alcanzado trascendencia a nivel nacional pero por ser objeto de burlas y de gran cantidad de memes en redes sociales.
Y no es para menos, difícilmente alguna de estas personas se había manifestado en alguna ocasión antes.
Se sienten ofendidos, agraviados, desprotegidos, realmente creen que este gobierno los está llevando a un sistema comunista donde “todos serán iguales y morirán de hambre”.
Las Caravanas Anti AMLO del fin de semana, sólo demostraron, una vez más, la burbuja de privilegios en la que viven estos sectores que salieron a quemar combustible y a sonar los claxons de sus lujosos vehículos para exigir la renuncia de Andrés Manuel.
Y la verdad es que da la impresión de que ninguno de ellos realmente está protestando por una causa justa, ninguno se manifiesta por la pobreza que vemos a diario, por los derechos reproductivos de las mujeres, por los derechos de las comunidades indígenas, por un sistema educativo que enseñe valores como la tolerancia o la diversidad.
Ellos protestan para no perder sus privilegios, luchan para que no cesen las muertes por abortos clandestinos bajo la falsa bandera provida, reclaman al presidente que se les esté presionando a las empresas para que se pongan al corriente en sus impuestos y exigen que el gobierno no se meta con hijos y los padres puedan educarlos con sus mismos prejuicios.
Para estos grupos opositores, Andrés Manuel es un ser despreciable por el simple hecho de no provenir de una clase acomodada.
Su clasismo y racismo es evidente, les revienta las vísceras su acento tabasqueño, les cala su origen humilde y la forma en la que ha luchado por los más desfavorecidos desde finales de los años setentas.
Se mofan de que sea un “anciano” al que según “le quedó grande la yegua” y de manera despectiva se refieren a él como “López”, por eso de no tener un apellido de alcurnia.
Lo que no entienden estas personas, es que la polarización y la división de la sociedad mexicana tiene por lo menos 30 años madurando en este país.
Hemos sido testigos de un desgaste social que ya era insostenible, donde cada sexenio la brecha entre los más ricos y los más pobres se abría de manera impresionante.
Vimos cómo un presidente le declaró la guerra al narcotráfico que dejó más de 120 mil muertes y más de 30 mil desaparecidos sólo para legitimar su presidencia, no conformes con eso, el siguiente sexenio fue todavía más brutal en cuanto a la violencia y la corrupción en México.
La ultraderecha mexicana no entiende que la meritocracia y la movilidad social no existen en este país, es un mito, está más que demostrado que el que nace en los sectores más ricos del país está destinado a morir en la misma opulencia sin necesidad de esforzarse demasiado y viceversa, quien nace en la pobreza está condenado a quedarse sumido en la misma pobreza por más esfuerzo que empeñe por salir de esa situación.
Estos sectores de la población quienes, en su gran mayoría, han heredado su opulencia, no logran comprender que los programas sociales, bien encaminados, logran reducir la pobreza y disminuir drásticamente los niveles de desigualdad.
Para ellos, los programas sociales son sinónimo de comunismo, socialismo, Chavismo, es el primer paso para ser el próximo Cuba, Venezuela y hasta Corea del Norte.
Los líderes de estos sectores conservadores, son personajes venidos a menos, quienes en algún momento figuran como consejeros de grandes empresas o como líderes de opinión a nivel nacional y hoy su discurso está lleno de odio, de mentiras y de grandes prejuicios, personas que se quedaron atrapadas en los años sesentas, en plena guerra fría.
Estos personajes llaman abiertamente a una revuelta para hacer renunciar a Andrés Manuel; algunos de ellos son tan viles e ignorantes, que sin tener conciencia de lo que significa, se han atrevido a sugerir un golpe de estado en coalición con las fuerzas armadas.
Y no podemos culparlos de que busquen desesperadamente y de manera violenta una forma de derrocar al presidente.
Si de algo están conscientes estos grupos opositores es que no hay un rostro o una organización que pueda darle batalla a Andrés Manuel en las elecciones del 2021.
Saben que no tienen una sólida capacidad de convocatoria y que si hoy fueran las elecciones definitivamente caerían por nocaut.
Si de verdad quieren dar batalla al gobierno de Andrés Manuel López Obrador pero sobretodo, si de verdad les interesa el bienestar del país y de todas las personas que conforman a México, tienen que cambiar radicalmente su cosmovisión, de lo contrario, están destinados al fracaso y a las crueles burlas de las que hoy son víctimas.
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