Mirada de MujerOpinión

Te comparto un reto

 

MIRADA DE MUJER

Por Luz del Carmen Parra

Te comparto un reto

 

Me acabo de enterar que existe una iniciativa a través de Internet, que propone dejar de lamentarse por cosas cotidianas. Sí, hacer todo lo posible por desterrar de nosotros la queja y el malhumor. ¿Se imaginan el beneficio que obtendríamos, sobre todo ahora que todos estamos inmersos en esto de la crisis económica y de salud, al borde de la locura, superados por completo por el estrés y la ansiedad?

Sería algo sensacional si en vez de reunirnos para compartir nuestras frustraciones, intentáramos ver más allá del ahora y buscáramos en nuestros mejores momentos recuperar las ganas de vivir. De seguro habrá en nuestras historias, registros de acontecimientos que nos hicieron reír, que nos llenaron de júbilo y nos hicieron sentir que éramos capaces de conquistar el mundo.

Los autores de este movimiento, Blancpain y Pelgrims, expresan la importancia de los beneficios que se obtienen si dejamos de quejarnos durante un mes, si antes de empezar a soltar todos nuestros reclamos, hacemos una reflexión para tratar de encontrar el origen de ese sentimiento de desazón, que nos impide ver lo bueno que sucede a nuestro alrededor.

Vivir renegando de los acontecimientos, sintiendo que somos depositarios de cuantas desgracias ocurren en el mundo, nos predispone a ver solo el vaso medio vacío, a reducir nuestras capacidades de respuesta y a conformarnos con jugar el papel de perdedores.

Según los psicólogos, las personas que se quejan no lo hacen por el asunto en particular, sino que esa es su manera de demostrar lo insatisfechas que están, lo vacías que se sienten o la soledad que experimentan. Se encuentran distantes de aquello que les retribuye y compensa de los malos ratos. Les pasan desapercibidos los pequeños detalles, a veces intrascendentes, que ponen la chispa, que hacen la diferencia en un día difícil. No identifican los motivos que les representan las bendiciones que a diario reciben.

Reza un proverbio oriental “si tu mal tiene remedio, ¿para qué te quejas?, y si no lo tiene, ¿para qué te quejas? Así que entender que es inútil vivir

quejándonos de todo, echándole la culpa a los demás de lo que nos pasa, utilizando cualquier excusa como justificación para evitar asumir nuestras responsabilidades, no nos conduce a nada. Es un círculo vicioso que sólo provoca insatisfacción y nos limita a la victimización.

Así que yo también me uno emocionada al reto propuesto por estos jóvenes. Intentaré evitar quejarme de cualquier cosa que me suceda durante un mes. Aprenderé a respirar hondo antes de emitir la primera palabra que me brote de una necesidad de reclamar algo e intentaré encontrar una mejor manera de expresar mi contrariedad, asumiendo la parte de responsabilidad que me corresponde.

Trataré de poner un toque de buen humor o de ironía para no sentirme víctima de los sucesos cotidianos, de los traspiés que sin duda encontraré; dejaré de traer a la memoria esos sentimientos que me lastiman y que me atan cada vez que los vuelvo a revivir. Intentaré encontrar motivos para sentirme alegre y con ganas de hacer cosas.

Me alejaré de quienes me buscan para descargar su amargura, porque es contagiosa. Todo les parece mal, si sale el sol, si se nubla, si tienen trabajo, o si no lo tienen; si tienen pareja o si no la tienen; si tienen hijos, porque los tienen, y si no los tienen, porque no los tienen. Es tal su capacidad para ver lo negativo, que no pueden siquiera ver la luz al final del camino.

Si con quejarme no resuelvo nada, y solo me sirve como un desahogo, mucho contribuiré a mejorar la relación con quienes me rodean si dejo de hacerlo. Intentaré pensar un poco más en lo todo lo que tengo, para no sentir la ausencia de lo que me hace falta. Valoraré todo lo que se me da y dejaré de pedir aquello que no pueden darme. Agradeceré el tiempo compartido y disfrutaré la ausencia como un espacio de crecimiento personal.

No será nada fácil identificar el momento en que inicie mi rezo, pero estoy segura que mi conciencia de intentar cumplir con este reto, me hará parar y buscar la manera de expresar mis emociones de una manera más constructiva. Sé que el resultado no se hará esperar. Dicen que bastan 21 días para imponer un nuevo hábito. Deseo de corazón que pueda transformar mis quejas en propuestas y sea yo misma la que busque soluciones inteligentes a mis necesidades, asumiendo mi realidad y si algo no me gusta, que tenga la fortaleza para cambiarlo.

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