MIRADA DE MUJER
Por Luz del Carmen Parra
La vida es bella
¿Cuánta capacidad he desarrollado a lo largo de mi vida para transformar mi entorno, así sea mentalmente? ¿Cómo he logrado salir adelante en los momentos en que sentía que ya no podía más y mis fuerzas me abandonaban, poniendo a prueba mi resistencia? La verdad no lo sé. En muchas ocasiones se me han presentado circunstancias ajenas a mi voluntad, incluso a la voluntad de quienes me han acompañado, y juntos hemos tenido que transitar en noches muy obscuras, sin apenas una luz que señalara el rumbo.
Visualizando escenarios a futuro, lejos del problema que me ahogaba, traté de rescatar lo importante que tenía, trascendiendo a todo aquello que me impedía ver una solución inmediata. Imaginé cómo serían las cosas después de cruzar el túnel. Me esforcé en no perder lo que tenía en el camino, para que, al subir la cuesta, siempre conservara a mi lado lo que más quería.
Sabía que todos los problemas tienen solución. Decía mi abuelita que solo para la muerte no la hay. Así que, con un poco de paciencia y bondad, me esforcé por no personalizar los contratiempos y soltar culpas a diestra y siniestra, asumiendo la parte de responsabilidad que me correspondía.
Me concentré en resolver. Madre Naty me enseñó que siempre hay dos alternativas, aún después de haber tomado una decisión. Así que fijé mi objetivo y me esforcé por hacer un poco cada día por construir una ruta que llevara a mejores estadías. Reconocía la necesidad de mi esfuerzo y aun cuando no era fácil, aprendí a esperar en medio del conflicto.
Aprendí a renunciar a lo superfluo y a valorar lo que tenía a mi alcance. Volteaba mi vista a mi alrededor y podía percibir con empatía la lucha diaria de miles, millones que no tienen nada. Ni salud, ni dinero, ni trabajo, ni un hogar, ni familia. Yo tenía mucho que agradecer y eso me fortalecía. Al final valían la pena mis congojas. Eso fortalecía mi carácter y mi fe en Dios.
Tenía que encontrar dentro de mí la fortaleza para ser también soporte de mi familia y caminar a la par para no ser carga para los demás. Compartir y seguir adelante como un todo en un mismo fin, teniendo al frente palabras de aliento y olvidando de tanto en tanto, mi propio sentir. Haciendo a un lado mis frustraciones o mi dolor, mi desengaño o mi tristeza. Lo importante era mantener el paso. Tarde o temprano las cosas se arreglarían, las deudas se pagarían, las enfermedades se superarían.
Valoré en todo lo que cabe a mi familia. Cada uno con sus fortalezas y sus debilidades. Descubrí que todos tienen su propia respuesta. Que no todos asumimos de igual manera, ni con el mismo costo, los problemas de la vida diaria. Y eso ayuda mucho. Cuando uno cae, el otro lo levanta. Que todos nos necesitamos. Que todos somos importantes en este equipo, sobre todo cuando es mucho el tiempo invertido y el desgaste queda a la vista.
Pero aun cuando en apariencia quedamos debilitados, lo cierto es que, al volvernos a mirar a los ojos, nos encontramos más fortalecidos que nunca, reencontrándonos unidos, como al final de una película de súper héroes, donde cada uno cumplió con el papel que le tocó desempeñar en medio de la tragedia.
Cada capítulo en mi vida ha significado crecimiento espiritual. Cada reto superado, una huella que ha teñido de colores el collage que al final ha sido mi vida. Una sinfonía de notas discordantes, que poco a poco se han ido afinando, dando como resultado una hermosa melodía.
Sin duda el amor es lo que ha hecho que permanezca de pie. Que me sienta plena y realizada. Verme rodeada de mi familia da sentido a mi existencia. Trascender en cada uno de mis hijos, me llena de orgullo. Sentir el calor de la mano de mi esposo y compañero, me hace decir que la vida es bella, pese a todo lo vivido.
Estamos en medio de una vorágine que tiene al mundo de cabeza. Pareciera que todo mundo corre confundido sin saber hacia dónde; no hay claridad en el futuro y la sombra de la muerte recorre sin piedad hasta el más alejado rincón del planeta. Tener a mi familia a mi lado me conforta. Me anima. Es el faro que me sostiene firme en una sola dirección. Me hace estar en alerta. Agradecida y en pie de lucha. Lista hasta el final.
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