Mirada de MujerOpinión

La zona de confort

 

MIRADA DE MUJER 

Por Luz del Carmen Parra

La zona de confort

 

¿Identificamos ese espacio y ese tiempo de nuestra zona de confort, donde sentimos que no es necesario mover una mano para obtener lo que queremos, porque hemos alcanzado lo que en el pasado deseábamos, porque se nos ha dado, o porque ya se agotaron las ganas de seguir luchando por obtenerlo y nos hemos conformado?

¿En qué momento nos acomodamos a lo que tenemos, y la rutina poco a poco fue ahogando nuestras expectativas de superación, limitando las posibilidades de crecimiento personal? Aceptamos vivir en las condiciones que se fueron presentando sin el menor interés por modificarlas y permitiendo que se marchitaran el entusiasmo y la ilusión, tan necesarios para una vida sana.

Nos engañamos diciéndonos que somos felices, que hemos alcanzado la plenitud, y que ahora vivimos la mejor etapa de nuestra vida y dejamos de cuestionarnos. Adaptados a nuestras circunstancias empezamos a sobrevivir con lo que tenemos, sin el menor esfuerzo, decididos a disfrutar de lo nuestro; nos sentimos seguros, tranquilos, sin sobresaltos, en un espacio construido por los hábitos, rutinas, costumbres y creencias que nos han ido encadenando a lo largo de nuestra existencia.

Y, sin embargo, de vez en cuando, nos surgen pequeñas inquietudes cuando nos confrontamos con quienes viven cerca de nosotros y nos hacen ver que podemos estar mejor, que aún existe dentro de nosotros esa energía que nos motivó a intentar nuevas cosas, que nos hace presentes nuestras ausencias y los vacíos que se han ido quedando a la espera de ser atendidos y que realmente no somos felices del todo. Empezamos a extrañar y a sentir que somos capaces de intentarlo de nuevo.

Si nos han repetido constantemente eres un/a campeón/a”, motivándonos a dar lo mejor de nosotros mismos, a dedicar la mayor parte de nuestro tiempo a prepararnos para desempeñar el papel de los triunfadores y hemos transitado por un sinfín de momentos satisfactorios entrelazados día a día con experiencias mágicas que nos fortalecieron, ¿por qué de repente caímos en este sopor de comodidad y dejamos de participar en el juego de la vida negándonos a recorrer nuevos caminos que nos abrieran la oportunidad de aprender, de enfrentar nuevos retos, de probar nuevas habilidades?

Tal vez nos lastimaron, y no tuvimos la fortaleza de entender que fuimos nosotros los que lo permitimos, nos resultó más fácil asumir el papel de víctimas y soltar culpas a tontas y locas que aceptar nuestra responsabilidad y tratar de enfrentar con coraje las circunstancias; tal vez fracasamos en los primeros intentos y nos dimos por vencidos a la tercera vez que no resultaron las cosas como las planeamos, sin valorar los aprendizajes adquiridos para tratar de hacer la diferencia.

Ante el temor al rechazo, al fracaso, al ridículo, nos hemos refugiado en esta zona de confort que nos brinda seguridad, que nos da consuelo y nos aísla de la ansiedad que causa la incertidumbre de lo porvenir. Cerramos la puerta a nuestra conciencia y nos conformamos. Vivimos sin ver, sin sentir, sin pensar. Nos decidimos por una vida sedentaria, tranquila. Cómoda. Y pasamos a vivir en el Limbo, como decía mi abuelita, sin pena, ni gloria.

Encontramos la excusa perfecta para no hacer el menor esfuerzo, para no arriesgarnos, para no intentar nada, en definitiva, para sobrevivir, para pasar los días de forma monótona y rutinaria sin mayor compromiso que ver amanecer y anochecer, pero como dice William Shedd, Un barco atracado en el puerto está más seguro, pero esa no es la finalidad para la que fue construido”.

Quizás nos sentimos cansados y necesitamos un descanso. A veces es necesario hacer un alto en el camino para reflexionar y hacer un balance de nuestra vida. Sumar y restar nos dará un resultado necesariamente que requerirá tomar acciones. El miedo y la incertidumbre intentarán detenernos, pero si podemos tomar conciencia de lo que nos frena y ponemos toda nuestra fuerza de voluntad para seguir perseverando, aunque no sea nada fácil, descubriremos los motivos suficientes para intentar trascender lo cotidiano.

Asumiremos nuevos retos que nos ayudarán a tomar confianza en nosotros mismos, saldremos fortalecidos y podremos conocer nuevos amigos, nuevos lugares y vivir nuevas experiencias, que representarán para nosotros nuestro mayor desafío.

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