LA OTRA ÓPTICA
Por Juan Carlos Flores Turrubiates
Tierra de desaparecidos
Los amigos del barrio pueden desaparecer
Los cantores de radio pueden desaparecer
Los que están en los diarios pueden desaparecer
La persona que amas puede desaparecer
Los que están en el aire pueden desaparecer en el aire
Los que están en la calle pueden desaparecer en la calle
“Los dinosaurios”, Charly García
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estableció hace 11 años, el 30 de agosto, como el día para conmemorar a las víctimas de desapariciones forzadas.
Latinoamérica ha sido una región mayormente azotada por las guerrillas, migraciones, conflictos internos y represión gubernamental, causantes de que países como Argentina, Chile, Colombia, Brasil y México hayan sufrido de forma irrestricta de este mal.
La misma ONU señala que las desapariciones forzadas se han convertido en un serio problema a nivel mundial, sin embargo, en nuestra región ha cobrado fuerza, siendo unos de los recursos más utilizados para infundir terror en la población por parte de distintos grupos de poder.
Desafortunadamente las cifras no son muy claras, se estiman más de 200 mil personas desaparecidas, sin embargo, fue durante la segunda mitad del Siglo XX en América Latina, en donde las dictaduras militares y disputas dejaron miles de desaparecidos en Argentina, Chile, Bolivia, Paraguay y Uruguay.
Actualmente, el crimen organizado, las guerrillas, estados represores y demás conflictos internos siguen dejando miles de desaparecidos en Colombia y en nuestro país.
En Colombia, se estima que han sido más de 80 mil desapariciones forzadas entre 1958 y 2018 según datos del Observatorio de Memoria y Conflicto del Centro Nacional de Memoria Histórica.
Las desapariciones forzadas en Colombia son producto de más de 50 años de conflicto entre los grupos de la guerrilla, como el Ejército de Liberación Nacional, las antiguas FARC y las Autodefensas Gaitanistas además del Ejército de Colombia al haber desaparecido personas llamadas falsos positivos.
En Argentina, la última dictadura militar, acontecida entre 1976 a 1983 dejó un saldo de alrededor de 30 mil desaparecidos que, adía de hoy, no han podido ser localizados y cuyas familias, madres, hermanas y abuelas principalmente, siguen en la ardua búsqueda de sus familiares.
En México, la situación es aún más compleja, tenemos el caso de la Guerra Sucia sucedida entre 1959 y 1987, se calcula que la cantidad de desapariciones forzadas oscila entre entre los 275 (cifra de la CNDH), los 557 (cantidad reportada por el Comité ¡Eureka!) y los 1500, según estimaciones de Ignacio Carrillo Prieto, ex fiscal especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado.
Desde el 2006, con el inicio de la Guerra contra el Narcotráfico encabezada por el ahora ex presidente Felipe Calderón Hinojosa, de la mano del Partido Acción Nacional (PAN), se estiman a la fecha, alrededor de 90 mil desapariciones forzadas, la mayor cantidad de desaparecidos en apenas 15 años en comparación con el resto de los países latinoamericanos.
Durante el actual sexenio se ha buscado cambiar al darle un tratamiento especial a esta tragedia que envuelve a cientos de miles de familias al aceptar la competencia del Comité para las Desapariciones Forzadas de Naciones Unidas, creando comisiones locales de búsqueda mediante la Comisión Nacional de Búsqueda y reiteradas muestras de voluntad política por parte de la Secretaría de Gobernación (SEGOB).
Si bien, el discurso ha cambiado, de nada servirá si el actual gobierno no llega a los resultados esperados; la localización de los desaparecidos y la identificación de los miles de cuerpos que siguen apareciendo a diario en fosas clandestinas a lo largo y ancho del país.
Es urgente que gobiernos estatales y municipales se reformen y junto al Poder Judicial se pueda garantizar la seguridad de los ciudadanos que viven todos los días con el temor de no volver a saber absolutamente nada de sus seres queridos.
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