José Inés Figueroa VitelaLos HechosOpinión

5 siglos testigos

LOS HECHOS

Por José Inés Figueroa Vitela

5 siglos testigos

AMÉRICO VILLARREAL es una persona sensata, honesta, colaborativa, extraordinaria; es un ser humano excepcional, gente buena; lo que debería ser más común en el servicio público; es un hombre honesto en toda la extensión de la palabra.

La definición sobre el gobernante tamaulipeco, es de su amigo, excompañero Senador y actual Jefe de Gobierno de la concentración urbana más poblada del mundo, la Ciudad de México, MARTÍ BATRES GUADARRAMA.

El escenario, testigo de mil y una historias, el pentacentenario Antiguo Edificio del Ayuntamiento, levantado por órdenes del conquistador, HERNÁN CORTEZ.

El contexto: la firma de un acuerdo para formalizar la transferencia de tecnología del gobierno capitalino al Estado tamaulipeco, mediante el cual se optimice y facilite la presentación de denuncias de delitos, a través de la red global del internet, para avanzar del imperio del derecho y la justicia, para todos.

Aunque no fue precisamente algo programado, esa parte de lo que luego escribirá la historia sobre este miércoles 18 de octubre del 2023, llevará en la contra parte otros sucesos diametralmente opuestos, pero que igual en la referencia, servirán para digerirlos, a la opinión pública.

Nos amanecimos con la noticia de que, otra vez, togados federales radicados en Reynosa, brindaron la protección de impunidad, a uno de los especímenes saqueadores del pueblo, del pasado sexenio.

Rondará ya los 20 amparos que la “injusticia” federal acantonada en aquellos lares, concede al exgobernador de triste memoria y sus cómplices, para impedir que se castigue a esa banda de depredadores públicos y se resarza a los tamaulipecos del daño que le han causado durante siete años.

Gracias a los -traidores al pueblo- integrantes del Poder Judicial de la Federación, ya cumplieron un año y contando, después de concluido el periodo gubernamental, en que

esa bola de delincuentes siguen cometiendo atropellos y saqueos públicos.

Así como los tamaulipecos celebramos la suspensión del Fiscal Anticorrupción RAÚL “R”, hace unas semanas, el desencanto e indignación reavivó en cuanto se supo que los jueces federales ordenaron su reinstalación.

El optimismo y la esperanza volvió al pueblo, cuando enseguida se supo que un juez de control, emitió una órden de aprehensión en contra del mismo funcionario “amparado” y las autoridades ministeriales ya traían la instrucción de echarle el guante.

Claro, para pronto los defensores del delito y los delincuentes de cuello azul, cínicamente incluso los mismos protagonistas del brutal saqueo, se atrevieron a aclamar el derecho y la justicia, primero para ensalzar el amparo y luego para condenar la orden ministerial.

¿Y eso qué tiene qué ver con el convenio firmado en México capital y las definiciones del gobernante capitalino respecto del tamaulipeco?

En el “todo” sobresaldrán las “odiosas comparaciones”.

Primero tendríamos que diferenciar respecto de lo defendido por una y otra postura, respecto del eufemísticamente llamado Fiscal Anticorrupción.

Quienes lo amparan y defienden, actúan para reinstalarlo en el cargo, de tal manera que siga impidiendo la consignación de las denuncias presentadas por las irregularidades detectadas del pasado gobierno estatal, prolongado el halo de impunidad en torno del exgobernador de triste memoria y sus cómplices.

La orden de aprehensión emitida en su contra, atiende a los delitos, no sólo de omisión, sino de acción cometidos por el funcionario que, teniendo a un cargo el combate a la corrupción, está señalado de no pocas infracciones a la ley, de ese tipo.

Y entre toda la agenda mediática de ayer, son tan coincidentes los conceptos de MARTÍ BATRES respecto de AMÉRICO VILLARREAL, con los de otros testigos de calidad, incluido el grueso popular, como el índice de fuego que no ha dejado de apuntar a su antecesor.

Todos estamos tan ciertos de que AMÉRICO es honesto, humano y solidario, como que FRANCISCO “N” es un corrupto, violento, prófugo de la justicia.

He ahí las diferencias.

500 años de historia, ayer fueron testigos en el Antiguo Palacio del Ayuntamiento; a los otros ya los juzgó la historia y su sentencia es para siempre.

Sin detrimento de lo que por estos días se esté dirimiendo públicamente.

Y lo que ha de ejecutarse, todos esperan, antes de que ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR agregue al Bastón de Mando, la entrega de la banda presidencial.

Para eso, falta menos de un año, veremos.

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